EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: El club de los amigos de EE. UU. en América Latina cambiará sus miembros este 20 de enero y Guatemala parece no estar en la lista.
Panorama general. A menos de dos semanas de que Donald Trump se convierta —nuevamente— en presidente de EE. UU., su sistema de alianzas en la región está ya establecido. La ruta la trazó el futuro secretario de Estado, Marco Rubio, y la intención es conformar una alianza de presidentes de derecha, a los que considera potencialmente “pro-EE. UU.”. Rubio publicó su declaración de intenciones por una nueva ruta diplomática en The National Interest, en abril de 2023.
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La idea es poner más atención al continente americano, olvidado en los últimos años por la política exterior estadounidense. Para el senador, es la mejor manera de resolver la crisis migratoria, el crimen transnacional y la influencia de China.
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Los países con los que pretende colaborar son Ecuador, El Salvador, Argentina y Paraguay, además de República Dominicana, Perú, Guyana, y Costa Rica.
Por qué importa. Noboa, Bukele, Milei, Peña, Abinader, Boluarte, Ali y Chaves han ganado el favor del principal diplomático del hemisferio para los próximos cuatro años, debido a su alineamiento ideológico, su trabajo en sus respectivos países y su intención de acercarse a EE. UU. Para Rubio, es fundamental que estos países afines a EE. UU. no se acerquen [más] a China por la negligencia de la política exterior norteamericana.
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En sus propias palabras, “durante décadas, de todas las regiones del mundo, nuestra propia región ha recibido la atención menos consistente por parte de los responsables de políticas de EE. UU.”.
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“Debemos trazar un nuevo rumbo diplomático de manera inmediata […] debemos dejar de exportar valores sociales progresistas que son controvertidos incluso dentro de EE. UU.”.
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El republicano añadió que “significa que debemos ser más solidarios con nuestros vecinos cuando muestran disposición a trabajar con nosotros en lugar de con China”.
Sí, pero. Del Triángulo Norte de Centroamérica, solamente El Salvador entra en la lista de los futuros aliados de Trump. El gobierno actual de Guatemala, más aliado del presidente Biden que de EE. UU. como tal; el de Honduras, enemigo abierto de EE. UU. Xiomara Castro, por su parte, quiere llevar a cabo una vendetta personal por el involucramiento del Departamento de Estado en el golpe a su esposo, Manuel Zelaya, en 2009.
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Desde que asumió la presidencia, Castro ha estrechado las relaciones con China, Rusia e Irán, en su afán de alejarse de EE. UU. y debilitar su autoridad en la región.
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Adicionalmente, acabó con el tratado de extradición entre Honduras y EE. UU., limitando la capacidad del gobierno estadounidense para combatir el narcotráfico.
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Además de criticar las políticas migratorias de aquel país, recientemente amenazó con cerrar una base militar de EE. UU. en Honduras si Trump lleva a cabo la deportación masiva de inmigrantes ilegales.
Entre líneas. El presidente Arévalo tiene una excelente relación con la Administración Biden. El gobierno demócrata ha sido un sostén diplomático de poder blando para el presidente Arévalo. No obstante, la alianza no se traslada a la visión del futuro presidente, ni su secretario de Estado. EE. UU. ha sido vital para las metas del presidente guatemalteco, entre ellas, su lucha con la fiscal general y la aprobación de la Ley de Competencia.
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Hasta hoy, la política exterior estadounidense se ha alineado con los propios intereses de Arévalo; con Trump, sin embargo, será lo opuesto. Arévalo tendrá que enfocarse en lo que le importa a EE. UU.: frenar la migración y mantener fuerte su relación con Taiwán.
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Aunque el presidente no ha hecho mayores acercamientos con China, abrió la puerta a las relaciones bilaterales cuando era candidato.
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En cuanto a la migración, deberá ceder si quiere el apoyo de EE. UU., como tuvo que hacerlo el expresidente Morales con el Acuerdo de Tercer País Seguro, altamente criticado por sus votantes y su propio partido.
El balance. La iniciativa de Rubio surgió como un esfuerzo por contrarrestar la influencia de China, Rusia e Irán en la región, ejercida por los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Brasil y México. De acuerdo con el futuro secretario de Estado, la fuerza de la izquierda solo se puede neutralizar al establecer la alianza de gobiernos de derecha y reafirmar la hegemonía de EE. UU. en el continente.
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Al igual que su padre —que le permitió al presidente Truman realizar experimentos con sífilis en soldados, reos y pacientes psiquiátricos guatemaltecos—, Bernardo Arévalo deberá comprometer la visión ideológica de su gobierno para ganarse el favor de EE. UU. O, cuando menos, no su hostilidad.
El club de los amigos de EE. UU. en América Latina cambiará sus miembros este 20 de enero y Guatemala parece no estar en la lista.
Panorama general. A menos de dos semanas de que Donald Trump se convierta —nuevamente— en presidente de EE. UU., su sistema de alianzas en la región está ya establecido. La ruta la trazó el futuro secretario de Estado, Marco Rubio, y la intención es conformar una alianza de presidentes de derecha, a los que considera potencialmente “pro-EE. UU.”. Rubio publicó su declaración de intenciones por una nueva ruta diplomática en The National Interest, en abril de 2023.
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La idea es poner más atención al continente americano, olvidado en los últimos años por la política exterior estadounidense. Para el senador, es la mejor manera de resolver la crisis migratoria, el crimen transnacional y la influencia de China.
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Los países con los que pretende colaborar son Ecuador, El Salvador, Argentina y Paraguay, además de República Dominicana, Perú, Guyana, y Costa Rica.
Por qué importa. Noboa, Bukele, Milei, Peña, Abinader, Boluarte, Ali y Chaves han ganado el favor del principal diplomático del hemisferio para los próximos cuatro años, debido a su alineamiento ideológico, su trabajo en sus respectivos países y su intención de acercarse a EE. UU. Para Rubio, es fundamental que estos países afines a EE. UU. no se acerquen [más] a China por la negligencia de la política exterior norteamericana.
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En sus propias palabras, “durante décadas, de todas las regiones del mundo, nuestra propia región ha recibido la atención menos consistente por parte de los responsables de políticas de EE. UU.”.
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“Debemos trazar un nuevo rumbo diplomático de manera inmediata […] debemos dejar de exportar valores sociales progresistas que son controvertidos incluso dentro de EE. UU.”.
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El republicano añadió que “significa que debemos ser más solidarios con nuestros vecinos cuando muestran disposición a trabajar con nosotros en lugar de con China”.
Sí, pero. Del Triángulo Norte de Centroamérica, solamente El Salvador entra en la lista de los futuros aliados de Trump. El gobierno actual de Guatemala, más aliado del presidente Biden que de EE. UU. como tal; el de Honduras, enemigo abierto de EE. UU. Xiomara Castro, por su parte, quiere llevar a cabo una vendetta personal por el involucramiento del Departamento de Estado en el golpe a su esposo, Manuel Zelaya, en 2009.
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Desde que asumió la presidencia, Castro ha estrechado las relaciones con China, Rusia e Irán, en su afán de alejarse de EE. UU. y debilitar su autoridad en la región.
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Adicionalmente, acabó con el tratado de extradición entre Honduras y EE. UU., limitando la capacidad del gobierno estadounidense para combatir el narcotráfico.
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Además de criticar las políticas migratorias de aquel país, recientemente amenazó con cerrar una base militar de EE. UU. en Honduras si Trump lleva a cabo la deportación masiva de inmigrantes ilegales.
Entre líneas. El presidente Arévalo tiene una excelente relación con la Administración Biden. El gobierno demócrata ha sido un sostén diplomático de poder blando para el presidente Arévalo. No obstante, la alianza no se traslada a la visión del futuro presidente, ni su secretario de Estado. EE. UU. ha sido vital para las metas del presidente guatemalteco, entre ellas, su lucha con la fiscal general y la aprobación de la Ley de Competencia.
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Hasta hoy, la política exterior estadounidense se ha alineado con los propios intereses de Arévalo; con Trump, sin embargo, será lo opuesto. Arévalo tendrá que enfocarse en lo que le importa a EE. UU.: frenar la migración y mantener fuerte su relación con Taiwán.
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Aunque el presidente no ha hecho mayores acercamientos con China, abrió la puerta a las relaciones bilaterales cuando era candidato.
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En cuanto a la migración, deberá ceder si quiere el apoyo de EE. UU., como tuvo que hacerlo el expresidente Morales con el Acuerdo de Tercer País Seguro, altamente criticado por sus votantes y su propio partido.
El balance. La iniciativa de Rubio surgió como un esfuerzo por contrarrestar la influencia de China, Rusia e Irán en la región, ejercida por los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Colombia, Brasil y México. De acuerdo con el futuro secretario de Estado, la fuerza de la izquierda solo se puede neutralizar al establecer la alianza de gobiernos de derecha y reafirmar la hegemonía de EE. UU. en el continente.
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Al igual que su padre —que le permitió al presidente Truman realizar experimentos con sífilis en soldados, reos y pacientes psiquiátricos guatemaltecos—, Bernardo Arévalo deberá comprometer la visión ideológica de su gobierno para ganarse el favor de EE. UU. O, cuando menos, no su hostilidad.
