La Argentina de Milei se ha vuelto un faro para la derecha, incluso para el próximo líder del mundo libre.
Panorama general. El éxito del primer año de Javier Milei ha regresado a la mesa de la derecha el paradigma liberal de los años 90. En un momento histórico donde la derecha tiende al conservadurismo, el argentino ha revolucionado la tendencia con su guerra contra la burocracia y el gasto público. Mientras Milei lucha contra la “casta” desde la Casa Rosada, en Washington prestan atención, con la intención de imitarlo.
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La vía es de doble sentido. Mientras que la derecha conservadora empieza a abrazar ideas libertarias, el propio Milei ha aceptado el ecosistema del conservadurismo republicano.
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Esta podría ser la mayor coalición internacional entre la derecha desde los años 90, que parece haber dejado de lado muchas diferencias con el fin de hacer frente a un enemigo común en lo que consideran una guerra cultural.
Qué destacar. Argentina celebró, por primera vez, la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) en su país. La organización se fundó en 1974 en EE. UU. y, desde entonces, ha expandido sus horizontes a todo el mundo. En ella se congregan los líderes del conservadurismo americano y, en su edición internacional, se ha celebrado bajo el liderazgo de figuras como Jair Bolsonaro y Viktor Orbán.
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A pesar de ser una conferencia conservadora, este año se celebró en tierras gobernadas, desde el lado opuesto del espectro de la derecha.
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Milei se presentó para hacer un llamado a “acabar con la basura socialista de una vez por todas” y la agenda global woke, concepto del mundo angloparlante que se asocia a la radicalización del progresismo.
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El presidente argentino compartió escenario con Jair Bolsonaro, Ben Shapiro y Lara Trump, esta última, nuera del presidente electo y copresidenta del Comité Nacional Republicano.
Entre líneas. Como parte de sus medidas para la reforma del Estado argentino, Milei creó el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado. Poco antes de ganar las elecciones en EE. UU., Trump anunció que crearía un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) de resultar electo. El DOGE será dirigido por el billonario Elon Musk y el ex candidato presidencial, Vivek Ramaswamy.
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Su campaña se llenó de propuestas para recortar las regulaciones gubernamentales y reducir el alcance de las agencias federales. Adicionalmente, se prevé que su segunda presidencia amplíe los recortes fiscales y una simplificación del sistema tributario.
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Se espera que elimine restricciones al sector energético, siga depurando el estado profundo e impulse una reforma que reduzca la influencia del gobierno federal en la educación, eliminando, incluso, el Departamento de Educación.
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Si bien algunos aspectos estuvieron presentes en su primera presidencia, el éxito de Milei ha permitido fortalecer la tendencia des regularizadora y de depuración burocrática.
Sí, pero. La inspiración argentina le ha dado entrada al libertarianismo dentro del programa político de una derecha inclinada hacia el conservadurismo. No obstante, el libre comercio sigue sin haber ganado la partida. El proyecto trumpista sigue inclinado hacia las ideas de la industrialización por sustitución de importaciones. Las barreras arancelarias siguen estando en el corazón de su visión para recuperar la industria nacional.
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Detrás de esta idea, sin embargo, no hay un rechazo al libre comercio en sí, sino una cuestión geopolítica para debilitar la influencia económica que sostiene China a través de sus exportaciones baratas.
En conclusión. El comercio internacional parece ser el único aspecto del proyecto económico de Trump que no se ha dejado influenciar por el tsunami de Milei. Por su parte, a pesar de ser libertario, Milei se ha sumado a la lucha contra la tendencia woke, a pesar de que muchos de sus postulados suelen ser aceptados por el libertarianismo, especialmente dentro de sus vertientes más radicales como el objetivismo y el transhumanismo libertario.
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La derecha parece estar aprendiendo la lección tras años de pugnas internas entre liberales y conservadores. Los excesos de la izquierda en el aspecto inflacionario —y, sobre todo, en el moral— parecen ser los puntos de inflexión que cambiaron el paradigma.
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Por primera vez en mucho tiempo, el mundo está presenciando la formación de una coalición derechista dónde caben tanto conservadores como Bolsonaro, Orbán y Trump; moderados como Robert Kennedy e Elon Musk, y libertarios como Milei y Ron Paul.
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La solidez de esta unidad en el tiempo dependerá de la capacidad de ceder y negociar posturas entre facciones, siempre y cuando el objetivo de la guerra cultural se mantenga firme.
La Argentina de Milei se ha vuelto un faro para la derecha, incluso para el próximo líder del mundo libre.
Panorama general. El éxito del primer año de Javier Milei ha regresado a la mesa de la derecha el paradigma liberal de los años 90. En un momento histórico donde la derecha tiende al conservadurismo, el argentino ha revolucionado la tendencia con su guerra contra la burocracia y el gasto público. Mientras Milei lucha contra la “casta” desde la Casa Rosada, en Washington prestan atención, con la intención de imitarlo.
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La vía es de doble sentido. Mientras que la derecha conservadora empieza a abrazar ideas libertarias, el propio Milei ha aceptado el ecosistema del conservadurismo republicano.
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Esta podría ser la mayor coalición internacional entre la derecha desde los años 90, que parece haber dejado de lado muchas diferencias con el fin de hacer frente a un enemigo común en lo que consideran una guerra cultural.
Qué destacar. Argentina celebró, por primera vez, la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) en su país. La organización se fundó en 1974 en EE. UU. y, desde entonces, ha expandido sus horizontes a todo el mundo. En ella se congregan los líderes del conservadurismo americano y, en su edición internacional, se ha celebrado bajo el liderazgo de figuras como Jair Bolsonaro y Viktor Orbán.
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A pesar de ser una conferencia conservadora, este año se celebró en tierras gobernadas, desde el lado opuesto del espectro de la derecha.
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Milei se presentó para hacer un llamado a “acabar con la basura socialista de una vez por todas” y la agenda global woke, concepto del mundo angloparlante que se asocia a la radicalización del progresismo.
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El presidente argentino compartió escenario con Jair Bolsonaro, Ben Shapiro y Lara Trump, esta última, nuera del presidente electo y copresidenta del Comité Nacional Republicano.
Entre líneas. Como parte de sus medidas para la reforma del Estado argentino, Milei creó el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado. Poco antes de ganar las elecciones en EE. UU., Trump anunció que crearía un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) de resultar electo. El DOGE será dirigido por el billonario Elon Musk y el ex candidato presidencial, Vivek Ramaswamy.
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Su campaña se llenó de propuestas para recortar las regulaciones gubernamentales y reducir el alcance de las agencias federales. Adicionalmente, se prevé que su segunda presidencia amplíe los recortes fiscales y una simplificación del sistema tributario.
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Se espera que elimine restricciones al sector energético, siga depurando el estado profundo e impulse una reforma que reduzca la influencia del gobierno federal en la educación, eliminando, incluso, el Departamento de Educación.
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Si bien algunos aspectos estuvieron presentes en su primera presidencia, el éxito de Milei ha permitido fortalecer la tendencia des regularizadora y de depuración burocrática.
Sí, pero. La inspiración argentina le ha dado entrada al libertarianismo dentro del programa político de una derecha inclinada hacia el conservadurismo. No obstante, el libre comercio sigue sin haber ganado la partida. El proyecto trumpista sigue inclinado hacia las ideas de la industrialización por sustitución de importaciones. Las barreras arancelarias siguen estando en el corazón de su visión para recuperar la industria nacional.
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Detrás de esta idea, sin embargo, no hay un rechazo al libre comercio en sí, sino una cuestión geopolítica para debilitar la influencia económica que sostiene China a través de sus exportaciones baratas.
En conclusión. El comercio internacional parece ser el único aspecto del proyecto económico de Trump que no se ha dejado influenciar por el tsunami de Milei. Por su parte, a pesar de ser libertario, Milei se ha sumado a la lucha contra la tendencia woke, a pesar de que muchos de sus postulados suelen ser aceptados por el libertarianismo, especialmente dentro de sus vertientes más radicales como el objetivismo y el transhumanismo libertario.
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La derecha parece estar aprendiendo la lección tras años de pugnas internas entre liberales y conservadores. Los excesos de la izquierda en el aspecto inflacionario —y, sobre todo, en el moral— parecen ser los puntos de inflexión que cambiaron el paradigma.
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Por primera vez en mucho tiempo, el mundo está presenciando la formación de una coalición derechista dónde caben tanto conservadores como Bolsonaro, Orbán y Trump; moderados como Robert Kennedy e Elon Musk, y libertarios como Milei y Ron Paul.
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La solidez de esta unidad en el tiempo dependerá de la capacidad de ceder y negociar posturas entre facciones, siempre y cuando el objetivo de la guerra cultural se mantenga firme.