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Maduro, el enemigo que Trump no quiere derrotar

.
Rafael P. Palomo
16 de febrero, 2025

Dos aviones de Conviasa —aerolínea estatal venezolana— partieron de El Paso, Texas, con rumbo a Caracas el pasado lunes.

En perspectiva. El vuelo transportó a los primeros deportados a Venezuela bajo la administración Trump. Las deportaciones se dieron menos de dos semanas después del encuentro diplomático entre EE. UU. y Maduro.  

  • El diplomático Richard Grenell y el —ilegítimo— presidente venezolano, dio como resultado que [Maduro] aceptara los vuelos de deportados, a cambio de levantar algunas sanciones petroleras.

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  • Aunque EE. UU. niegue que haya negociado un quid pro quo, el Departamento del Tesoro extendió al día siguiente la licencia petrolera de Chevron en Venezuela, que se preveía que Trump suspendiera.

  • Maduro espera que aceptar deportados le permita levantar parcial o totalmente las sanciones impuestas en 2019 a PDVSA —empresa petrolera estatal de Venezuela—. 

Por qué importa. Desde el 2015, más de 8M de venezolanos han abandonado el país. Hiperinflación, escasez de alimentos, represión política e inseguridad son algunos de los efectos de la autocracia de Maduro que ha propiciado dicho éxodo. Con la llegada de Trump, alrededor de 500 000 venezolanos han perdido su estatus de protección temporal (TPS), vigente desde 2023.  

  • Otros casi 300 000 siguen bajo el TPS de 2021, que perderá vigencia a partir de septiembre.

  • Con casi 1M de venezolanos esperando deportación, las negociaciones con el régimen son fundamentales para los objetivos del estadounidense.

  • Aunque, antes de tomar posesión, Trump reconoció a Edmundo González como presidente legítimo, su política hacia Venezuela está cambiando.  

Entre líneas. El giro en la postura diplomática tiene un principal responsable: el magnate floridano Harry Sargeant III. Importante donante del Partido Republicano y cercano a Trump, el empresario ha sido vital para convencer al mandatario de flexibilizar la postura contra Maduro.  

  • La ecuación es simple: menos sanciones, más colaboración del régimen para recibir a deportados y frenar el paso de migrantes a través de Venezuela.

  • A pesar del endurecimiento de sanciones, en 2024 EE. UU. abarcó el 24 % del total de exportaciones venezolanas de barriles de crudo.

  • Una relajación de sanciones mejoraría la situación económica del país y, por ende, reduciría algunos de los incentivos que impulsan a los venezolanos a migrar a EE. UU.  

Visto y no visto. Sargeant III ha sostenido reuniones continuas con Maduro y ejecutivos de PDVSA para sus negocios desde 2017. Su empresa, Global Oil Management, depende sustancialmente del crudo venezolano para la producción de asfalto. La relación con Maduro se ha fortalecido con los años, a pesar de las sanciones de 2019.  

  • En enero de 2024, el empresario alcanzó un acuerdo para comprar 570 000 barriles de asfalto de PDVSA para proyectos de infraestructura en EE. UU.

  • Para el magnate, la prioridad es la explotación comercial de la relación con el régimen venezolano.

  • La violación sistemática de derechos humanos en Venezuela, por otro lado, parece ser un “inconveniente” por ignorar.  

En el radar. EE. UU. ha sido un apoyo importante para el fortalecimiento de la oposición venezolana. A pesar del respaldo ciudadano, los esfuerzos de la oposición por la vía democrática seguirán siendo completamente estériles sin una mayor presión diplomática de EE. UU. Trump ha dado los primeros pasos para abandonarlos, comunicando a través del Departamento de Seguridad Nacional que Maduro ha alcanzado mejoras importantes en economía, salud pública y seguridad.  

  • La realidad venezolana se aleja de esa fantasía, pero Trump entiende que conviene tener a Maduro como amigo, a pesar del costo humanitario que supone.

  • Tanto con Ucrania como con la oposición venezolana, la administración Trump está dando pasos similares a los de Kennedy en la Bahía de Cochinos, abandonando a aliados que dependen de EE. UU. y adoptando una postura más aislacionista.

  • Aunque la solución es coherente con priorizar recursos y alcanzar sus metas en materia migratoria, ceder espacio para fortalecer a autócratas es una postura históricamente errática, que podría costarle caro a la hegemonía de EE. UU. en el futuro. 

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Maduro, el enemigo que Trump no quiere derrotar

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Rafael P. Palomo
16 de febrero, 2025

Dos aviones de Conviasa —aerolínea estatal venezolana— partieron de El Paso, Texas, con rumbo a Caracas el pasado lunes.

En perspectiva. El vuelo transportó a los primeros deportados a Venezuela bajo la administración Trump. Las deportaciones se dieron menos de dos semanas después del encuentro diplomático entre EE. UU. y Maduro.  

  • El diplomático Richard Grenell y el —ilegítimo— presidente venezolano, dio como resultado que [Maduro] aceptara los vuelos de deportados, a cambio de levantar algunas sanciones petroleras.

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  • Aunque EE. UU. niegue que haya negociado un quid pro quo, el Departamento del Tesoro extendió al día siguiente la licencia petrolera de Chevron en Venezuela, que se preveía que Trump suspendiera.

  • Maduro espera que aceptar deportados le permita levantar parcial o totalmente las sanciones impuestas en 2019 a PDVSA —empresa petrolera estatal de Venezuela—. 

Por qué importa. Desde el 2015, más de 8M de venezolanos han abandonado el país. Hiperinflación, escasez de alimentos, represión política e inseguridad son algunos de los efectos de la autocracia de Maduro que ha propiciado dicho éxodo. Con la llegada de Trump, alrededor de 500 000 venezolanos han perdido su estatus de protección temporal (TPS), vigente desde 2023.  

  • Otros casi 300 000 siguen bajo el TPS de 2021, que perderá vigencia a partir de septiembre.

  • Con casi 1M de venezolanos esperando deportación, las negociaciones con el régimen son fundamentales para los objetivos del estadounidense.

  • Aunque, antes de tomar posesión, Trump reconoció a Edmundo González como presidente legítimo, su política hacia Venezuela está cambiando.  

Entre líneas. El giro en la postura diplomática tiene un principal responsable: el magnate floridano Harry Sargeant III. Importante donante del Partido Republicano y cercano a Trump, el empresario ha sido vital para convencer al mandatario de flexibilizar la postura contra Maduro.  

  • La ecuación es simple: menos sanciones, más colaboración del régimen para recibir a deportados y frenar el paso de migrantes a través de Venezuela.

  • A pesar del endurecimiento de sanciones, en 2024 EE. UU. abarcó el 24 % del total de exportaciones venezolanas de barriles de crudo.

  • Una relajación de sanciones mejoraría la situación económica del país y, por ende, reduciría algunos de los incentivos que impulsan a los venezolanos a migrar a EE. UU.  

Visto y no visto. Sargeant III ha sostenido reuniones continuas con Maduro y ejecutivos de PDVSA para sus negocios desde 2017. Su empresa, Global Oil Management, depende sustancialmente del crudo venezolano para la producción de asfalto. La relación con Maduro se ha fortalecido con los años, a pesar de las sanciones de 2019.  

  • En enero de 2024, el empresario alcanzó un acuerdo para comprar 570 000 barriles de asfalto de PDVSA para proyectos de infraestructura en EE. UU.

  • Para el magnate, la prioridad es la explotación comercial de la relación con el régimen venezolano.

  • La violación sistemática de derechos humanos en Venezuela, por otro lado, parece ser un “inconveniente” por ignorar.  

En el radar. EE. UU. ha sido un apoyo importante para el fortalecimiento de la oposición venezolana. A pesar del respaldo ciudadano, los esfuerzos de la oposición por la vía democrática seguirán siendo completamente estériles sin una mayor presión diplomática de EE. UU. Trump ha dado los primeros pasos para abandonarlos, comunicando a través del Departamento de Seguridad Nacional que Maduro ha alcanzado mejoras importantes en economía, salud pública y seguridad.  

  • La realidad venezolana se aleja de esa fantasía, pero Trump entiende que conviene tener a Maduro como amigo, a pesar del costo humanitario que supone.

  • Tanto con Ucrania como con la oposición venezolana, la administración Trump está dando pasos similares a los de Kennedy en la Bahía de Cochinos, abandonando a aliados que dependen de EE. UU. y adoptando una postura más aislacionista.

  • Aunque la solución es coherente con priorizar recursos y alcanzar sus metas en materia migratoria, ceder espacio para fortalecer a autócratas es una postura históricamente errática, que podría costarle caro a la hegemonía de EE. UU. en el futuro. 

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