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Donald Trump, a su manera o nada

.
Rafael P. Palomo
28 de enero, 2025

La primera trifulca diplomática de Trump como presidente fue con uno de sus mayores aliados en Latinoamérica, dejando claro que Washington D.C. no paga a traidores. 

En perspectiva. El pasado 26 de enero, Gustavo Petro negó el aterrizaje de dos vuelos estadounidenses de deportados colombianos, dado que eran aviones militares y no comerciales. EE. UU. reaccionó amenazando con incrementar en un 25 % los aranceles a los productos colombianos, posibles limitantes de acceso al sistema financiero estadounidense, retiro de visas a funcionarios, y restricciones migratorias para colombianos. 

  • Petro amenazó con imponer medidas similares, pero pocas horas después anunció el fin del impasse, cediendo a las demandas de Trump y enviando un avión —irónicamente, militar— a recibir a los deportados en EE. UU.

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  • A pesar de que Petro reculó ante el estadounidense, sus seguidores aducen que se anotó una victoria por haber conseguido que sus ciudadanos fueran deportados de forma “digna”.

  • No hay pruebas de que el gobierno de EE. UU. haya concedido un milímetro. 

Entre líneas. Colombia es, desde 2018, uno de los tres Aliados Mayores No Pertenecientes a la OTAN (MNNA, por sus siglas en inglés) de EE. UU. en el continente. Fue el propio Trump quien le concedió el estatus al país sudamericano. Colombia es un país clave en la lucha contra el tráfico de drogas, el crimen transnacional e insurgencias.

  • Más importante aún —para Trump— es su rol para combatir el tráfico de migrantes.

  • Tras su intercambio de declaraciones con José Mulino por el Canal de Panamá, Trump ha puesto en riesgo las relaciones de cooperación con los dos países a cada extremo del tapón del Darién.

  • Las medidas, empero, han sido premeditadas. Para el presidente es más importante enviar el mensaje de que los países de Latinoamérica tienen que besar el anillo, que mantener una relación cooperativa.  

Visto y no visto. Días antes, la presidenta Claudia Sheinbaum también se negó a permitir el ingreso de vuelos de repatriación a México. El avión, sin embargo, nunca despegó. En el caso de Colombia, el ingreso de las aeronaves se prohibió con los aviones ya en ruta, lo que, de acuerdo con el presidente, puso en riesgo la seguridad nacional de EE. UU.

  • Sheinbaum ha afirmado que está trabajando con el gobierno de EE. UU. para encontrar una solución a las deportaciones con “respeto a los DD. HH.”.

  • México también enfrenta posibles medidas arancelarias hasta del 25 % a partir del 1 de febrero. Sheinbaum parece haber entendido el mensaje de Trump y está dispuesta a cooperar para satisfacer sus demandas.

  • Petro solicitó una reunión urgente con los países miembros de la CELAC para abordar el reto de la Administración Trump y buscar una estrategia regional para hacerle frente.  

Lo que sigue. EE. UU. pretende volver a poner atención a su patio trasero con el fin de contener su emergencia migratoria y reducir la creciente presencia china en la región. Las acciones en sus primeros días de gobierno indican que el beneplácito de EE. UU. dependerá de la voluntad que tenga cada país —y sus gobernantes— de cumplir con las demandas del republicano. La rebeldía no será tolerada, sin importar qué tan bien estratégica sea la relación con su país. 

  • La agresividad de Trump se respalda por la fuerza comercial y militar de EE. UU., sin embargo, estirar mucho la cuerda le abre más las puertas a China como aliado alternativo en la región.

  • Trump deberá compensar los palos con algunas zanahorias que, de acuerdo con la visión de su secretario de Estado, podrían llegar en forma de proyectos de infraestructura y telecomunicaciones.

  • Sin importar que se sea un MNNA o no, de momento, Trump deja claro que la cooperación con Latinoamérica es a su manera o nada. 

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Donald Trump, a su manera o nada

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Rafael P. Palomo
28 de enero, 2025

La primera trifulca diplomática de Trump como presidente fue con uno de sus mayores aliados en Latinoamérica, dejando claro que Washington D.C. no paga a traidores. 

En perspectiva. El pasado 26 de enero, Gustavo Petro negó el aterrizaje de dos vuelos estadounidenses de deportados colombianos, dado que eran aviones militares y no comerciales. EE. UU. reaccionó amenazando con incrementar en un 25 % los aranceles a los productos colombianos, posibles limitantes de acceso al sistema financiero estadounidense, retiro de visas a funcionarios, y restricciones migratorias para colombianos. 

  • Petro amenazó con imponer medidas similares, pero pocas horas después anunció el fin del impasse, cediendo a las demandas de Trump y enviando un avión —irónicamente, militar— a recibir a los deportados en EE. UU.

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  • A pesar de que Petro reculó ante el estadounidense, sus seguidores aducen que se anotó una victoria por haber conseguido que sus ciudadanos fueran deportados de forma “digna”.

  • No hay pruebas de que el gobierno de EE. UU. haya concedido un milímetro. 

Entre líneas. Colombia es, desde 2018, uno de los tres Aliados Mayores No Pertenecientes a la OTAN (MNNA, por sus siglas en inglés) de EE. UU. en el continente. Fue el propio Trump quien le concedió el estatus al país sudamericano. Colombia es un país clave en la lucha contra el tráfico de drogas, el crimen transnacional e insurgencias.

  • Más importante aún —para Trump— es su rol para combatir el tráfico de migrantes.

  • Tras su intercambio de declaraciones con José Mulino por el Canal de Panamá, Trump ha puesto en riesgo las relaciones de cooperación con los dos países a cada extremo del tapón del Darién.

  • Las medidas, empero, han sido premeditadas. Para el presidente es más importante enviar el mensaje de que los países de Latinoamérica tienen que besar el anillo, que mantener una relación cooperativa.  

Visto y no visto. Días antes, la presidenta Claudia Sheinbaum también se negó a permitir el ingreso de vuelos de repatriación a México. El avión, sin embargo, nunca despegó. En el caso de Colombia, el ingreso de las aeronaves se prohibió con los aviones ya en ruta, lo que, de acuerdo con el presidente, puso en riesgo la seguridad nacional de EE. UU.

  • Sheinbaum ha afirmado que está trabajando con el gobierno de EE. UU. para encontrar una solución a las deportaciones con “respeto a los DD. HH.”.

  • México también enfrenta posibles medidas arancelarias hasta del 25 % a partir del 1 de febrero. Sheinbaum parece haber entendido el mensaje de Trump y está dispuesta a cooperar para satisfacer sus demandas.

  • Petro solicitó una reunión urgente con los países miembros de la CELAC para abordar el reto de la Administración Trump y buscar una estrategia regional para hacerle frente.  

Lo que sigue. EE. UU. pretende volver a poner atención a su patio trasero con el fin de contener su emergencia migratoria y reducir la creciente presencia china en la región. Las acciones en sus primeros días de gobierno indican que el beneplácito de EE. UU. dependerá de la voluntad que tenga cada país —y sus gobernantes— de cumplir con las demandas del republicano. La rebeldía no será tolerada, sin importar qué tan bien estratégica sea la relación con su país. 

  • La agresividad de Trump se respalda por la fuerza comercial y militar de EE. UU., sin embargo, estirar mucho la cuerda le abre más las puertas a China como aliado alternativo en la región.

  • Trump deberá compensar los palos con algunas zanahorias que, de acuerdo con la visión de su secretario de Estado, podrían llegar en forma de proyectos de infraestructura y telecomunicaciones.

  • Sin importar que se sea un MNNA o no, de momento, Trump deja claro que la cooperación con Latinoamérica es a su manera o nada. 

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