EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: El cambio de fuerzas políticas en la Unión Europea (UE) la aleja del Pacto Verde que ha comprometido el desarrollo y la seguridad energética del viejo continente.
Panorama general. Las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 reconfiguraron el mapa político de la UE, inclinando la balanza a favor de la derecha. El Partido Popular Europeo (PPE, centroderecha) es ahora la mayor fuerza política en Bruselas y, en su agenda, el Pacto Verde Europeo no es una prioridad. Si bien se espera que la agenda de sostenibilidad siga siendo importante, la mayor bancada del Parlamento entiende que el continente tiene mayores necesidades que atender.
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Tras las elecciones, se esperaba que el Pacto Verde encontrara resistencia desde las facciones más radicales de la derecha, como los Conservadores y Reformistas Europeos o el Grupo Europa de las Naciones Soberanas, más no por parte de la centroderecha.
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No obstante, diputados del PPE, un partido moderado y más inclinado al centro, indicaron a República que el Pacto no es el punto más importante en su agenda legislativa.
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Europa podría encontrar en su corazón político el inicio de un proceso de avance industrial, con la soberanía energética como un asunto de seguridad continental.
Por qué importa. El Pacto Verde Europeo busca convertir a Europa en el primer continente con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para el 2050. Alcanzar dicho objetivo ha llevado a un proceso de desaceleración en la contribución de la actividad industrial al PIB per cápita. Mientras que Europa decide dejar de emitir gases de efecto invernadero, Asia sigue creciendo con entre un 30 y un 40 % de aporte industrial al PIB.
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Bajo la obsesión con el Pacto Verde, Europa ha decidido absorber las emisiones de China, que lejos de mitigar las propias las intensifica cada año y, como resultado, crece cada vez más como potencia industrial global.
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La matriz energética europea, por su parte, está compuesta en casi un 64 % por energías limpias —incluyendo energía nuclear y gas natural—. China, por su parte, consume casi un 90 % de energía generada por carbón y petróleo crudo.
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Como resultado, Europa sacrifica su desarrollo y neutraliza en cierto modo la contaminación china, mientras el gigante asiático utiliza sus emisiones para seguir creciendo de manera más eficiente y rápida.
Entre líneas. La guerra entre Rusia y Ucrania cambió el paradigma de la centroderecha europea. Ese continente es altamente dependiente del gas natural ruso para su matriz energética, especialmente los países del oriente de la zona Schengen. La guerra cerró el suministro de gas de Rusia a Europa, lo que ha ocasionado un incremento sustancial de los costos de la energía en muchas partes de la UE. Alemania, la mayor potencia de la UE, ha sufrido fuertemente los efectos.
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Los altos costos de la energía en Alemania han llevado a que, desde el inicio de la guerra, su producción industrial de alta intensidad energética se desplome. En 2023, la producción alemana cayó por debajo de los números de la pandemia.
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Para ese año, los precios minoristas de electricidad industrial en la UE se dispararon a un 158 % más de lo que cuestan en EE. UU. y China; el precio del gas industrial es ahora hasta un 345 % mayor como resultado de la guerra.
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En el invierno de del 2023, los precios de la energía subieron hasta en un 145 % con respecto al 2021; 149 000 europeos fallecieron por condiciones asociadas a la incapacidad de calentar sus hogares. Con un precio energético similar al de 2020, la mortalidad podría haber sido de unos 68 000 fallecidos menos.
En perspectiva. Desde 1990, Europa ha reducido sus emisiones en un 27 %, mientras que el mundo las ha incrementado en un 62 %. Aunque EE. UU. también las ha reducido en un 2 % y el Reino Unido en un 46 %, China ha emitido un 285 % más de gases de efecto invernadero e India un 174 %. Occidente está pagando los platos rotos de la industrialización asiática, a costa de su propio crecimiento económico. Europa, la región más sacrificada, ha decidido cambiar.
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Cumplir con las metas fijadas por el Pacto Verde implica un gasto anual de EUR 710 000M anuales hasta el 2030. Alcanzar el déficit con respecto a sus propias metas climáticas implica gastar más de tres veces el presupuesto anual de la UE.
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La sostenibilidad seguirá siendo un tema importante para la actual UE, pero no lo será a costa de su competitividad global y su desarrollo interno. Tanto la derecha más radical, como la más moderada, están alineadas. La prioridad no es reducir sus emisiones, sino incrementar su producción industrial y afianzar su soberanía energética.
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Esto impactará positivamente a los productos importados desde Latinoamérica, que estaban teniendo dificultades con cumplir con los requisitos medioambientales de Europa, siendo países en vías de industrialización.
El cambio de fuerzas políticas en la Unión Europea (UE) la aleja del Pacto Verde que ha comprometido el desarrollo y la seguridad energética del viejo continente.
Panorama general. Las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 reconfiguraron el mapa político de la UE, inclinando la balanza a favor de la derecha. El Partido Popular Europeo (PPE, centroderecha) es ahora la mayor fuerza política en Bruselas y, en su agenda, el Pacto Verde Europeo no es una prioridad. Si bien se espera que la agenda de sostenibilidad siga siendo importante, la mayor bancada del Parlamento entiende que el continente tiene mayores necesidades que atender.
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Tras las elecciones, se esperaba que el Pacto Verde encontrara resistencia desde las facciones más radicales de la derecha, como los Conservadores y Reformistas Europeos o el Grupo Europa de las Naciones Soberanas, más no por parte de la centroderecha.
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No obstante, diputados del PPE, un partido moderado y más inclinado al centro, indicaron a República que el Pacto no es el punto más importante en su agenda legislativa.
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Europa podría encontrar en su corazón político el inicio de un proceso de avance industrial, con la soberanía energética como un asunto de seguridad continental.
Por qué importa. El Pacto Verde Europeo busca convertir a Europa en el primer continente con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para el 2050. Alcanzar dicho objetivo ha llevado a un proceso de desaceleración en la contribución de la actividad industrial al PIB per cápita. Mientras que Europa decide dejar de emitir gases de efecto invernadero, Asia sigue creciendo con entre un 30 y un 40 % de aporte industrial al PIB.
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Bajo la obsesión con el Pacto Verde, Europa ha decidido absorber las emisiones de China, que lejos de mitigar las propias las intensifica cada año y, como resultado, crece cada vez más como potencia industrial global.
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La matriz energética europea, por su parte, está compuesta en casi un 64 % por energías limpias —incluyendo energía nuclear y gas natural—. China, por su parte, consume casi un 90 % de energía generada por carbón y petróleo crudo.
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Como resultado, Europa sacrifica su desarrollo y neutraliza en cierto modo la contaminación china, mientras el gigante asiático utiliza sus emisiones para seguir creciendo de manera más eficiente y rápida.
Entre líneas. La guerra entre Rusia y Ucrania cambió el paradigma de la centroderecha europea. Ese continente es altamente dependiente del gas natural ruso para su matriz energética, especialmente los países del oriente de la zona Schengen. La guerra cerró el suministro de gas de Rusia a Europa, lo que ha ocasionado un incremento sustancial de los costos de la energía en muchas partes de la UE. Alemania, la mayor potencia de la UE, ha sufrido fuertemente los efectos.
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Los altos costos de la energía en Alemania han llevado a que, desde el inicio de la guerra, su producción industrial de alta intensidad energética se desplome. En 2023, la producción alemana cayó por debajo de los números de la pandemia.
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Para ese año, los precios minoristas de electricidad industrial en la UE se dispararon a un 158 % más de lo que cuestan en EE. UU. y China; el precio del gas industrial es ahora hasta un 345 % mayor como resultado de la guerra.
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En el invierno de del 2023, los precios de la energía subieron hasta en un 145 % con respecto al 2021; 149 000 europeos fallecieron por condiciones asociadas a la incapacidad de calentar sus hogares. Con un precio energético similar al de 2020, la mortalidad podría haber sido de unos 68 000 fallecidos menos.
En perspectiva. Desde 1990, Europa ha reducido sus emisiones en un 27 %, mientras que el mundo las ha incrementado en un 62 %. Aunque EE. UU. también las ha reducido en un 2 % y el Reino Unido en un 46 %, China ha emitido un 285 % más de gases de efecto invernadero e India un 174 %. Occidente está pagando los platos rotos de la industrialización asiática, a costa de su propio crecimiento económico. Europa, la región más sacrificada, ha decidido cambiar.
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Cumplir con las metas fijadas por el Pacto Verde implica un gasto anual de EUR 710 000M anuales hasta el 2030. Alcanzar el déficit con respecto a sus propias metas climáticas implica gastar más de tres veces el presupuesto anual de la UE.
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La sostenibilidad seguirá siendo un tema importante para la actual UE, pero no lo será a costa de su competitividad global y su desarrollo interno. Tanto la derecha más radical, como la más moderada, están alineadas. La prioridad no es reducir sus emisiones, sino incrementar su producción industrial y afianzar su soberanía energética.
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Esto impactará positivamente a los productos importados desde Latinoamérica, que estaban teniendo dificultades con cumplir con los requisitos medioambientales de Europa, siendo países en vías de industrialización.
