EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: Petro fracasó, nuevamente, al tratar de impulsar otro de sus megaproyectos ideológicos en Colombia.
En perspectiva. La decisión del Senado colombiano de rechazar la consulta popular propuesta por Gustavo Petro marca un nuevo capítulo en la serie de derrotas legislativas que lo han caracterizado. Con una votación de 49 contra 47, la oposición logró imponerse, hundiendo la iniciativa que buscaba revivir la reforma laboral y preparar el terreno para las elecciones de 2026.
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Este revés se suma a otros fracasos en el Congreso, como el archivo de la reforma a la salud, el estancamiento de la reforma pensional y el rechazo de varios proyectos de corte ideológico, evidenciando la incapacidad de Petro para construir mayorías.
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La oposición, liderada por sectores de centro y derecha, ha capitalizado la desorganización del oficialismo, consolidando un bloque que frena las ambiciones de un gobierno cada vez más aislado.
Por qué importa. El desplome de la consulta popular no es un síntoma más de la erosión del proyecto político de Petro. Su administración, que llegó al poder con promesas de cambio radical, ha visto cómo su capital político se desvanece ante la falta de resultados y una gestión caótica. Las encuestas reflejan una caída sostenida en su popularidad, con índices de aprobación que apenas superan el 30 %.
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A esto se suman los señalamientos de corrupción que han golpeado su gobierno, desde la presunta financiación del narco y la cercanía de su gobierno con los contrabandistas.
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Estos casos han alimentado la percepción de un gobierno que repite y amplifica los vicios del establecimiento que tanto criticó.
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Cada derrota refuerza la realidad de una administración que pierde credibilidad y gobernabilidad a pasos agigantados.
Visto y no visto. El fracaso de Petro no es solo consecuencia de una oposición fortalecida. Su liderazgo, caracterizado por la confrontación y el radicalismo ideológico, ha alienado a sectores moderados que inicialmente vieron en él una opción razonable. Petro ha demostrado incapacidad para tender puentes con el Congreso, prefiriendo discursos polarizadores que lo aíslan aún más.
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Su obsesión con proyectos maximalistas, como la consulta popular, evidencia su desconexión con las prioridades de los colombianos, que demandan soluciones pragmáticas a la inseguridad y la inflación.
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Además, su falta de experiencia ha quedado en evidencia en la improvisación de sus políticas y en la selección de un gabinete —en permanente rotación— que carece de peso político y técnico.
En el radar. De cara a las elecciones de 2026, el panorama para el Pacto Histórico y la izquierda colombiana es sombrío. Haber logrado el primer gobierno de izquierda en la historia del país fue un hito para él, pero su gestión fallida amenaza con revertir el terreno ganado por el progresismo en 2022.
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La derecha se perfila como la gran beneficiada, con figuras de centroderecha y conservadoras ganando terreno en las encuestas.
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El desencanto con Petro podría traducirse en un voto de castigo que margine a la izquierda y que fortalezca un proyecto político opuesto al suyo.
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Su legado será el de una oportunidad desperdiciada para la izquierda, dejándola en una posición incluso más débil que antes de su ascenso al poder.
Petro fracasó, nuevamente, al tratar de impulsar otro de sus megaproyectos ideológicos en Colombia.
En perspectiva. La decisión del Senado colombiano de rechazar la consulta popular propuesta por Gustavo Petro marca un nuevo capítulo en la serie de derrotas legislativas que lo han caracterizado. Con una votación de 49 contra 47, la oposición logró imponerse, hundiendo la iniciativa que buscaba revivir la reforma laboral y preparar el terreno para las elecciones de 2026.
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Este revés se suma a otros fracasos en el Congreso, como el archivo de la reforma a la salud, el estancamiento de la reforma pensional y el rechazo de varios proyectos de corte ideológico, evidenciando la incapacidad de Petro para construir mayorías.
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La oposición, liderada por sectores de centro y derecha, ha capitalizado la desorganización del oficialismo, consolidando un bloque que frena las ambiciones de un gobierno cada vez más aislado.
Por qué importa. El desplome de la consulta popular no es un síntoma más de la erosión del proyecto político de Petro. Su administración, que llegó al poder con promesas de cambio radical, ha visto cómo su capital político se desvanece ante la falta de resultados y una gestión caótica. Las encuestas reflejan una caída sostenida en su popularidad, con índices de aprobación que apenas superan el 30 %.
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A esto se suman los señalamientos de corrupción que han golpeado su gobierno, desde la presunta financiación del narco y la cercanía de su gobierno con los contrabandistas.
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Estos casos han alimentado la percepción de un gobierno que repite y amplifica los vicios del establecimiento que tanto criticó.
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Cada derrota refuerza la realidad de una administración que pierde credibilidad y gobernabilidad a pasos agigantados.
Visto y no visto. El fracaso de Petro no es solo consecuencia de una oposición fortalecida. Su liderazgo, caracterizado por la confrontación y el radicalismo ideológico, ha alienado a sectores moderados que inicialmente vieron en él una opción razonable. Petro ha demostrado incapacidad para tender puentes con el Congreso, prefiriendo discursos polarizadores que lo aíslan aún más.
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Su obsesión con proyectos maximalistas, como la consulta popular, evidencia su desconexión con las prioridades de los colombianos, que demandan soluciones pragmáticas a la inseguridad y la inflación.
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Además, su falta de experiencia ha quedado en evidencia en la improvisación de sus políticas y en la selección de un gabinete —en permanente rotación— que carece de peso político y técnico.
En el radar. De cara a las elecciones de 2026, el panorama para el Pacto Histórico y la izquierda colombiana es sombrío. Haber logrado el primer gobierno de izquierda en la historia del país fue un hito para él, pero su gestión fallida amenaza con revertir el terreno ganado por el progresismo en 2022.
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La derecha se perfila como la gran beneficiada, con figuras de centroderecha y conservadoras ganando terreno en las encuestas.
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El desencanto con Petro podría traducirse en un voto de castigo que margine a la izquierda y que fortalezca un proyecto político opuesto al suyo.
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Su legado será el de una oportunidad desperdiciada para la izquierda, dejándola en una posición incluso más débil que antes de su ascenso al poder.
