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Venezuela, ocho días después del fraude. ¿Ahora qué?

Ilustración por Gabo®
Rafael P. Palomo
05 de agosto, 2024

El régimen de Maduro ha reprimido y asesinado; la oposición reclama el fraude, ante un sistema internacional con las manos atadas. 

Panorama general. Tras ocho días desde las elecciones presidenciales en Venezuela, el mundo entero observa mientras el régimen de Nicolás Maduro viola la voluntad de la mayoría de los votantes. Sin presentar las actas electorales, el Consejo Nacional Electoral (CNE) decretó ganador a Maduro en la madrugada del 29 de julio, con un 51.2 %, ante un 44.2 % para Edmundo González.  

  • La Plataforma Unitaria Democrática (PUD) denunció el fraude, publicando en un portal las actas oficiales, que muestran una victoria contundente de la oposición.

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  • En la plataforma, con un 81 % de actas procesadas, se constata que González obtuvo aproximadamente un 67 % de los votos, contra un 30 % a favor de Maduro.

  • La diferencia, a falta de casi un 19 % de mesas por contabilizar, es de más de 4 M de votos. Una tendencia irreversible. El CNE sigue sin publicar una sola acta para justificar la victoria proclamada para Nicolás Maduro.  

Qué destacar. Desde el 29 de julio, más de 200 protestas se han realizado en todo el territorio nacional —a excepción de los estados de Apure, Amazonas y Delta Amacuro—. Cientos de miles de venezolanos han expresado su rechazo hacia el régimen y el pasado que representa. Hasta cinco estatuas de Hugo Chávez han sido destruidas, incluso en estados históricamente chavistas como La Guaira y Falcón. 

  • El gobierno ha respondido con represión. Más de 17 personas han sido asesinadas por la dictadura. El propio Maduro se ha jactado de tener a más de 1200 capturados, a los cuales tilda de golpistas.  

Ecos regionales. La comunidad internacional se ha hecho escuchar, aunque de manera impotente e insuficiente. Hasta ocho países del continente han denunciado el fraude y oficialmente reconocido a Edmundo González como presidente electo —Chile, EE. UU., Perú, Ecuador, Costa Rica, Argentina, Uruguay y Panamá—. No obstante, la OEA ha sido incapaz de lograr un consenso para que las autoridades publiquen los resultados respaldados por actas. 

  • A pesar de instar públicamente por transparencia en la transmisión de resultados, Brasil y Colombia se abstuvieron de apoyar la moción en el organismo internacional. México estuvo ausente para la votación.

  • Solamente gobiernos autocráticos y la izquierda radical han apoyado a Venezuela. En el caso de Brasil, Colombia y México, su compromiso queda cuestionado ante su tibieza en los mecanismos internacionales.  

Entre líneas. Maduro no cederá. El CNE, las instancias judiciales y, especialmente, el Ejército, están alineados bajo su mando. La lealtad se sostiene con los dividendos el petróleo estatal y la narcoactividad del Cártel de los Soles. Las esperanzas por un compromiso democrático del régimen disminuyen cada día que pasa.  

  • Por otro lado, la presión internacional topa con el realismo de un sistema internacional anárquico, sin autoridad mundial que pueda obligar a Maduro a ceder. 

¿Ahora qué? Una intervención militar de EE. UU. estaría condicionada a apoyo bipartidista legislativo. Con elecciones a la vuelta de la esquina, es muy poco probable, especialmente con los republicanos fiscalizando cada centavo invertido en conflictos ajenos, como los de Ucrania e Israel. Los días de las invasiones estadounidenses son cosa del pasado. De parte de la ONU puede esperarse lo mismo. Una intervención como la de 1991 contra Saddam Hussein en Kuwait requeriría de una resolución del Consejo de Seguridad.  

  • Tanto China como Rusia han reconocido a Maduro como ganador, por lo que su poder de veto como miembros permanentes hace inviable la ruta supranacional.

  • Cualquier levantamiento contra Maduro necesitará del apoyo de sus propias fuerzas armadas, cuya adicción clientelar hace imposible un alzamiento de sus altos mandos.

  • Solamente cuando el nivel de represión y violencia exceda la lealtad de los mandos medios del ejército podría darse un posible acto de rebeldía. El escenario es poco probable pero deseable, humanitariamente. 

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Venezuela, ocho días después del fraude. ¿Ahora qué?

Ilustración por Gabo®
Rafael P. Palomo
05 de agosto, 2024

El régimen de Maduro ha reprimido y asesinado; la oposición reclama el fraude, ante un sistema internacional con las manos atadas. 

Panorama general. Tras ocho días desde las elecciones presidenciales en Venezuela, el mundo entero observa mientras el régimen de Nicolás Maduro viola la voluntad de la mayoría de los votantes. Sin presentar las actas electorales, el Consejo Nacional Electoral (CNE) decretó ganador a Maduro en la madrugada del 29 de julio, con un 51.2 %, ante un 44.2 % para Edmundo González.  

  • La Plataforma Unitaria Democrática (PUD) denunció el fraude, publicando en un portal las actas oficiales, que muestran una victoria contundente de la oposición.

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  • En la plataforma, con un 81 % de actas procesadas, se constata que González obtuvo aproximadamente un 67 % de los votos, contra un 30 % a favor de Maduro.

  • La diferencia, a falta de casi un 19 % de mesas por contabilizar, es de más de 4 M de votos. Una tendencia irreversible. El CNE sigue sin publicar una sola acta para justificar la victoria proclamada para Nicolás Maduro.  

Qué destacar. Desde el 29 de julio, más de 200 protestas se han realizado en todo el territorio nacional —a excepción de los estados de Apure, Amazonas y Delta Amacuro—. Cientos de miles de venezolanos han expresado su rechazo hacia el régimen y el pasado que representa. Hasta cinco estatuas de Hugo Chávez han sido destruidas, incluso en estados históricamente chavistas como La Guaira y Falcón. 

  • El gobierno ha respondido con represión. Más de 17 personas han sido asesinadas por la dictadura. El propio Maduro se ha jactado de tener a más de 1200 capturados, a los cuales tilda de golpistas.  

Ecos regionales. La comunidad internacional se ha hecho escuchar, aunque de manera impotente e insuficiente. Hasta ocho países del continente han denunciado el fraude y oficialmente reconocido a Edmundo González como presidente electo —Chile, EE. UU., Perú, Ecuador, Costa Rica, Argentina, Uruguay y Panamá—. No obstante, la OEA ha sido incapaz de lograr un consenso para que las autoridades publiquen los resultados respaldados por actas. 

  • A pesar de instar públicamente por transparencia en la transmisión de resultados, Brasil y Colombia se abstuvieron de apoyar la moción en el organismo internacional. México estuvo ausente para la votación.

  • Solamente gobiernos autocráticos y la izquierda radical han apoyado a Venezuela. En el caso de Brasil, Colombia y México, su compromiso queda cuestionado ante su tibieza en los mecanismos internacionales.  

Entre líneas. Maduro no cederá. El CNE, las instancias judiciales y, especialmente, el Ejército, están alineados bajo su mando. La lealtad se sostiene con los dividendos el petróleo estatal y la narcoactividad del Cártel de los Soles. Las esperanzas por un compromiso democrático del régimen disminuyen cada día que pasa.  

  • Por otro lado, la presión internacional topa con el realismo de un sistema internacional anárquico, sin autoridad mundial que pueda obligar a Maduro a ceder. 

¿Ahora qué? Una intervención militar de EE. UU. estaría condicionada a apoyo bipartidista legislativo. Con elecciones a la vuelta de la esquina, es muy poco probable, especialmente con los republicanos fiscalizando cada centavo invertido en conflictos ajenos, como los de Ucrania e Israel. Los días de las invasiones estadounidenses son cosa del pasado. De parte de la ONU puede esperarse lo mismo. Una intervención como la de 1991 contra Saddam Hussein en Kuwait requeriría de una resolución del Consejo de Seguridad.  

  • Tanto China como Rusia han reconocido a Maduro como ganador, por lo que su poder de veto como miembros permanentes hace inviable la ruta supranacional.

  • Cualquier levantamiento contra Maduro necesitará del apoyo de sus propias fuerzas armadas, cuya adicción clientelar hace imposible un alzamiento de sus altos mandos.

  • Solamente cuando el nivel de represión y violencia exceda la lealtad de los mandos medios del ejército podría darse un posible acto de rebeldía. El escenario es poco probable pero deseable, humanitariamente. 

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