Las declaraciones del exjefe de inteligencia venezolana, Hugo “El Pollo” Carvajal, han reavivado el debate sobre el financiamiento político transnacional y la injerencia ideológica de Venezuela en Latinoamérica y el mundo.
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Los testimonios de Carvajal apuntan a que Venezuela operó como un centro financiero y logístico de apoyo hegemónico regional, canalizando recursos hacia proyectos políticos afines al socialismo del siglo XXI.
En perspectiva. El chavismo/madurismo habría sostenido durante las dos últimas décadas una red de financiamiento político ilícito destinada a fortalecer a líderes y movimientos de izquierda en el continente.
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Según Carvajal, las operaciones en el Cono Sur beneficiaron beneficiado a Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, a Lula da Silva en Brasil y a Fernando Lugo en Paraguay, en un intento por consolidar un bloque regional de izquierda radical
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En la región andina, los apoyos se dirigieron al ascenso de Evo Morales en Bolivia, a la estructura política de Gustavo Petro en Colombia y a las campañas de Ollanta Humala en Perú —cuyo caso es el único con una condena judicial oficial vinculada a fondos venezolanos—.
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En Centroamérica y Europa, las declaraciones de Carvajal incluyen al expresidente hondureño Manuel Zelaya y al partido español Podemos, evidenciando el alcance transoceánico de la dictadura venezolana.
Cómo funciona. Venezuela convirtió su aparato petrolero y sus redes paralelas en un instrumento geoeconómico de poder, donde el petróleo se convirtió en la herramienta de influencia política preferida de Chávez.
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A través del Petrocaribe, Venezuela llegó a suministrar un 32 % de la demanda de petróleo de los países miembros. Los ingresos del auge del crudo fueron transformados en créditos blandos y suministros preferenciales para gobiernos aliados.
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Según Carvajal, PDVSA actuó como vehículo logístico para financiar movimientos y partidos de izquierda mediante contratos opacos, donaciones disfrazadas y transferencias a proyectos políticos.
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Esta estructura está integrada con otros flujos ilícitos de Venezuela. Las políticas geoeconómicas de Venezuela incluyen financiamiento a grupos ideológicos no solo a través del petróleo, sino también del narcotráfico y el crimen organizado, cuyo destino ha sido el Medio Oriente.
Entre líneas. El proyecto venezolano de expansión política debe entenderse, también, como una estrategia geoeconómica de poder blando, en la que el petróleo y sus rentas se utilizaron para moldear afinidades políticas hostiles a Estados Unidos.
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El financiamiento a gobiernos como los de Kirchner, Lula y Morales buscó cimentar una coalición económica y política opuesta a la hegemonía estadounidense y garantizara una base comercial y energética común para el socialismo del siglo XXI.
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El financiamiento y la colaboración con redes criminales —y grupos armados—, evidencian cómo Venezuela operó fuera de los marcos legales internacionales, utilizando los ingresos petroleros y los provenientes del narcotráfico para sostener para financiar partidos y movimientos de izquierda radical.
En conclusión. Las declaraciones de “El Pollo” Carvajal, además de información e inteligencia estadounidenses, encuadran a la dictadura venezolana como un financista de la izquierda hispanoamericana.
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Los fondos utilizados fueron desviados ilegalmente de las arcas nacionales que, juntos con el del narco, erigieron regímenes marioneta del chavismo/madurismo.
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Todos esos regímenes, dicho sea de paso, siempre se victimizaron de conjuras extranjeras “de derecha”, cuando lo opuesto fue siempre cierto: alcanzaron el poder solo gracias al dinero ilícito, proveniente de la dictadura venezolana.
Las declaraciones del exjefe de inteligencia venezolana, Hugo “El Pollo” Carvajal, han reavivado el debate sobre el financiamiento político transnacional y la injerencia ideológica de Venezuela en Latinoamérica y el mundo.
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Los testimonios de Carvajal apuntan a que Venezuela operó como un centro financiero y logístico de apoyo hegemónico regional, canalizando recursos hacia proyectos políticos afines al socialismo del siglo XXI.
En perspectiva. El chavismo/madurismo habría sostenido durante las dos últimas décadas una red de financiamiento político ilícito destinada a fortalecer a líderes y movimientos de izquierda en el continente.
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Según Carvajal, las operaciones en el Cono Sur beneficiaron beneficiado a Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, a Lula da Silva en Brasil y a Fernando Lugo en Paraguay, en un intento por consolidar un bloque regional de izquierda radical
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En la región andina, los apoyos se dirigieron al ascenso de Evo Morales en Bolivia, a la estructura política de Gustavo Petro en Colombia y a las campañas de Ollanta Humala en Perú —cuyo caso es el único con una condena judicial oficial vinculada a fondos venezolanos—.
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En Centroamérica y Europa, las declaraciones de Carvajal incluyen al expresidente hondureño Manuel Zelaya y al partido español Podemos, evidenciando el alcance transoceánico de la dictadura venezolana.
Cómo funciona. Venezuela convirtió su aparato petrolero y sus redes paralelas en un instrumento geoeconómico de poder, donde el petróleo se convirtió en la herramienta de influencia política preferida de Chávez.
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A través del Petrocaribe, Venezuela llegó a suministrar un 32 % de la demanda de petróleo de los países miembros. Los ingresos del auge del crudo fueron transformados en créditos blandos y suministros preferenciales para gobiernos aliados.
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Según Carvajal, PDVSA actuó como vehículo logístico para financiar movimientos y partidos de izquierda mediante contratos opacos, donaciones disfrazadas y transferencias a proyectos políticos.
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Esta estructura está integrada con otros flujos ilícitos de Venezuela. Las políticas geoeconómicas de Venezuela incluyen financiamiento a grupos ideológicos no solo a través del petróleo, sino también del narcotráfico y el crimen organizado, cuyo destino ha sido el Medio Oriente.
Entre líneas. El proyecto venezolano de expansión política debe entenderse, también, como una estrategia geoeconómica de poder blando, en la que el petróleo y sus rentas se utilizaron para moldear afinidades políticas hostiles a Estados Unidos.
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El financiamiento a gobiernos como los de Kirchner, Lula y Morales buscó cimentar una coalición económica y política opuesta a la hegemonía estadounidense y garantizara una base comercial y energética común para el socialismo del siglo XXI.
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El financiamiento y la colaboración con redes criminales —y grupos armados—, evidencian cómo Venezuela operó fuera de los marcos legales internacionales, utilizando los ingresos petroleros y los provenientes del narcotráfico para sostener para financiar partidos y movimientos de izquierda radical.
En conclusión. Las declaraciones de “El Pollo” Carvajal, además de información e inteligencia estadounidenses, encuadran a la dictadura venezolana como un financista de la izquierda hispanoamericana.
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Los fondos utilizados fueron desviados ilegalmente de las arcas nacionales que, juntos con el del narco, erigieron regímenes marioneta del chavismo/madurismo.
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Todos esos regímenes, dicho sea de paso, siempre se victimizaron de conjuras extranjeras “de derecha”, cuando lo opuesto fue siempre cierto: alcanzaron el poder solo gracias al dinero ilícito, proveniente de la dictadura venezolana.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: