Tras 61 días desde el fraude en Venezuela, su presidente electo se encuentra refugiado en España; por protección, o por traición.
Panorama general. El pasado domingo 8 de septiembre, Edmundo González aterrizó en España. El opositor llegaba a la Península Ibérica tras emitirse una orden de captura –en su contra– seis días antes. El régimen de Maduro le acusa de usurpación de funciones, forjamiento de documentos públicos, instigación a la desobediencia de leyes, conspiración, sabotaje y asociación para delinquir.
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González Urrutia buscó refugio en la embajada de España en Caracas, por motivos que luego se conocerían.
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El 7 de septiembre se supo que el excandidato —legítimamente electo— abandonaría Venezuela y se refugiaría en el país que le acogió en su sede diplomática.
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El domingo 8 de septiembre, Edmundo González aterrizó en España y fue recibido en La Moncloa por el presidente Pedro Sánchez cuatro días después.
Por qué importa. Un opositor, que derrotó a Maduro en las urnas y que denuncia abiertamente un fraude electoral, abandonó el país sin mayor problema. Esa fue la noticia. Días después se sabría que su exilio tuvo un costo: reconocer, firmando un documento, la legitimidad de la victoria de Maduro. González Urrutia obtuvo un salvoconducto para él y su familia, al precio de abandonar la lucha en Venezuela.
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El gobierno de España fue clave en este proceso. Mientras que, para muchos, ofreció una mano para proteger la vida del opositor, para otros fue un actor primordial para ayudar a la dictadura a callar una voz disidente.
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Edmundo admitió que firmó el documento bajo coacción del régimen. González recibió la visita de Jorge Rodríguez, presidente del Congreso chavista, y de su hermana Delcy Rodríguez, vicepresidente ejecutiva, el 7 de septiembre en la sede diplomática.
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Ahí admitió su derrota a cambio de la posibilidad de abandonar Venezuela, con la ayuda del embajador español Ramón Santos. La lucha por los verdaderos resultados electorales terminó ese día.
Entre líneas. La postura de Pedro Sánchez ha sido escéptica con los resultados presentados por el oficialismo desde el principio. El 31 de julio declaró que, “Para poder reconocer los resultados en Venezuela hay que verificar las actas de todas las mesas”. España nunca reconoció los resultados. Empero, el propio Sánchez reconoció la labor de mediación del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien cabildeó para evitar que el Grupo de Puebla se uniera al clamor por transparencia en el proceso de conteo de votos.
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Zapatero ha sido denunciado en el pasado por ser un agente de los intereses de Maduro en el extranjero. Así pasó en 2018, cuando se encargó de debilitar las exigencias de la oposición por elecciones libres en los diálogos en República Dominicana.
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Así lo denuncia el ex presidente del legislativo venezolano Julio Borges, quien acusa que nadie pidió la mediación de Zapatero. Más bien, le llama una estrategia de “policía bueno y policía malo” entre él y Maduro, para avanzar los intereses del dictador a nivel internacional.
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José Luis Rodríguez Zapatero lleva desde 2015 “mediando por frenar la deriva autoritaria” de Venezuela. Una misión diplomática que solamente ha favorecido a los intereses de Nicolás Maduro.
En el radar. A la fecha, Zapatero rechaza calificativos peyorativos contra Maduro, con el fin de mantener la confianza en la relación. Una relación que no ha dado frutos para nadie más que para el dictador. Su postura le ha ganado abucheos de venezolanos que residen en España. De acuerdo con González Urrutia, el expresidente fue “el artífice de promover ese encuentro –con los hermanos Rodríguez–”.
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Adicionalmente, la eurodiputada podemita y ex ministra de Igualdad de Pedro Sánchez, Irene Montero, afirmó desde el primer día que “el pueblo venezolano ha elegido a Nicolás Maduro como presidente [...] la derecha debe entender que la democracia se respeta también cuando pierde”.
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Si bien la izquierda española fue fundamental para proteger la vida de Edmundo González, también ha sido el principal garante de que Maduro no tenga que preocuparse por la presencia del presidente electo en Venezuela.
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Más que un refugio, España es una celda más grande para González y una mordaza para la oposición. La lucha por derrocar la dictadura en Venezuela queda, nuevamente, en manos de María Corina Machado y pocos más.
Tras 61 días desde el fraude en Venezuela, su presidente electo se encuentra refugiado en España; por protección, o por traición.
Panorama general. El pasado domingo 8 de septiembre, Edmundo González aterrizó en España. El opositor llegaba a la Península Ibérica tras emitirse una orden de captura –en su contra– seis días antes. El régimen de Maduro le acusa de usurpación de funciones, forjamiento de documentos públicos, instigación a la desobediencia de leyes, conspiración, sabotaje y asociación para delinquir.
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González Urrutia buscó refugio en la embajada de España en Caracas, por motivos que luego se conocerían.
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El 7 de septiembre se supo que el excandidato —legítimamente electo— abandonaría Venezuela y se refugiaría en el país que le acogió en su sede diplomática.
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El domingo 8 de septiembre, Edmundo González aterrizó en España y fue recibido en La Moncloa por el presidente Pedro Sánchez cuatro días después.
Por qué importa. Un opositor, que derrotó a Maduro en las urnas y que denuncia abiertamente un fraude electoral, abandonó el país sin mayor problema. Esa fue la noticia. Días después se sabría que su exilio tuvo un costo: reconocer, firmando un documento, la legitimidad de la victoria de Maduro. González Urrutia obtuvo un salvoconducto para él y su familia, al precio de abandonar la lucha en Venezuela.
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El gobierno de España fue clave en este proceso. Mientras que, para muchos, ofreció una mano para proteger la vida del opositor, para otros fue un actor primordial para ayudar a la dictadura a callar una voz disidente.
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Edmundo admitió que firmó el documento bajo coacción del régimen. González recibió la visita de Jorge Rodríguez, presidente del Congreso chavista, y de su hermana Delcy Rodríguez, vicepresidente ejecutiva, el 7 de septiembre en la sede diplomática.
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Ahí admitió su derrota a cambio de la posibilidad de abandonar Venezuela, con la ayuda del embajador español Ramón Santos. La lucha por los verdaderos resultados electorales terminó ese día.
Entre líneas. La postura de Pedro Sánchez ha sido escéptica con los resultados presentados por el oficialismo desde el principio. El 31 de julio declaró que, “Para poder reconocer los resultados en Venezuela hay que verificar las actas de todas las mesas”. España nunca reconoció los resultados. Empero, el propio Sánchez reconoció la labor de mediación del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien cabildeó para evitar que el Grupo de Puebla se uniera al clamor por transparencia en el proceso de conteo de votos.
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Zapatero ha sido denunciado en el pasado por ser un agente de los intereses de Maduro en el extranjero. Así pasó en 2018, cuando se encargó de debilitar las exigencias de la oposición por elecciones libres en los diálogos en República Dominicana.
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Así lo denuncia el ex presidente del legislativo venezolano Julio Borges, quien acusa que nadie pidió la mediación de Zapatero. Más bien, le llama una estrategia de “policía bueno y policía malo” entre él y Maduro, para avanzar los intereses del dictador a nivel internacional.
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José Luis Rodríguez Zapatero lleva desde 2015 “mediando por frenar la deriva autoritaria” de Venezuela. Una misión diplomática que solamente ha favorecido a los intereses de Nicolás Maduro.
En el radar. A la fecha, Zapatero rechaza calificativos peyorativos contra Maduro, con el fin de mantener la confianza en la relación. Una relación que no ha dado frutos para nadie más que para el dictador. Su postura le ha ganado abucheos de venezolanos que residen en España. De acuerdo con González Urrutia, el expresidente fue “el artífice de promover ese encuentro –con los hermanos Rodríguez–”.
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Adicionalmente, la eurodiputada podemita y ex ministra de Igualdad de Pedro Sánchez, Irene Montero, afirmó desde el primer día que “el pueblo venezolano ha elegido a Nicolás Maduro como presidente [...] la derecha debe entender que la democracia se respeta también cuando pierde”.
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Si bien la izquierda española fue fundamental para proteger la vida de Edmundo González, también ha sido el principal garante de que Maduro no tenga que preocuparse por la presencia del presidente electo en Venezuela.
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Más que un refugio, España es una celda más grande para González y una mordaza para la oposición. La lucha por derrocar la dictadura en Venezuela queda, nuevamente, en manos de María Corina Machado y pocos más.