EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: Claudia Sheinbaum es oficialmente la primera mujer presidenta de México. La historia, sin embargo, no la recordará solo por ello, sino por el regreso de la política priista, pero a la izquierda.
Panorama general. Tras una cómoda victoria el 2 de junio, Morena inauguró el día de ayer un segundo sexenio, esta vez con Claudia Sheinbaum —ungida por Andrés Manuel López Obrador (AMLO)— a la cabeza. Tomó posesión bajo circunstancias extraordinarias, a sabiendas de que su presidencia gozará de total gobernabilidad y casi nula oposición.
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Entre el ruido por la recientemente aprobada reforma judicial, a Sheinbaum le atañe aclarar si su gobierno será meramente una extensión del sexenio de AMLO o si tomará las riendas a su propia manera.
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La llegada de Morena al poder representó el primer gobierno de izquierda en México desde la presidencia del Lázaro Cárdenas del Río, de 1934 a 1940.
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El gobierno de AMLO, a través de su singular populismo pragmático, se caracterizó por una buena relación con el empresariado mexicano. Sheinbaum, por su parte, es considerada una izquierdista más ideológica.
Entre líneas. Sus promesas presagian, como se denuncia, una continuación de la economía híbrida de AMLO. Por una parte, Sheinbaum augura un compromiso con la “austeridad republicana” y la disciplina fiscal; la autonomía del Banco de México; el equilibrio entre el PIB y la deuda pública; explotar los puertos mexicanos para el nearshoring con EE. UU., y el fortalecimiento y multiplicación de los parques industriales y polos de desarrollo económico.
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Por otro lado, su programa está cargado de políticas clientelares que incluyen el incremento del salario mínimo; apoyar la política de “pensiones justas” de AMLO, y la rigidez con la empresa privada en materia tributaria.
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El expresidente López Obrador le entrega el país a su sucesora con una tendencia a la baja del crecimiento económico, desde la recuperación postpandemia y un déficit del 6 %.
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Sheinbaum alcanzó la presidencia en el rebufo de AMLO, pero su popularidad en el cargo dependerá de su capacidad de mantener el balance entre sus políticas populistas y la buena relación con el sector productivo.
Sí, pero. Más allá de la economía, el mayor defecto del sexenio de Morena ha sido su laxa política de seguridad. Durante los primeros cinco años de AMLO se registraron más homicidios que durante los sexenios completos de sus antecesores en la década de los 90, cuando inició la guerra contra el narcotráfico.
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Aunque el expresidente señala que se ha reducido la tendencia violenta, los seis años de López Obrador registraron la tasa de homicidios más alta de la historia mexicana.
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Sheinbaum afirma ser capaz de manejar la crisis, ya que durante su tiempo como jefa de Gobierno logró reducir en un 50 % los homicidios en la Ciudad de México.
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La presidenta ha indicado que mantendrá la estrategia de seguridad de su predecesor, basándose principalmente en el combate a las causas sociales de la violencia; estrategia cuyo único resultado fue la expansión de los homicidios y del control territorial del narco.
En el radar. La ecuación para la hegemonía de Morena depende de las dos variables mencionadas: la expansión de políticas sociales clientelares y mantener una buena relación con el empresariado, a través de una economía estable. Un desequilibrio entre el delicado híbrido conseguido por el expresidente puede encaminar a Morena en el mismo camino que el PRI: un partido que pasó de controlar todo aspecto de la política mexicana —durante 70 años— a desaparecer, a efectos prácticos.
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Sheinbaum cuenta con una supermayoría legislativa, lo que le permitirá implementar sus políticas con una facilidad con la que AMLO no contó hasta su último mes.
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No obstante, la politización de la justicia que provocará la reforma judicial del expresidente —aupada por Sheinbaum— ya empezó a generar fracturas entre el motor económico y Morena, debido a la incertidumbre que genera para la inversión.
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La rigidez ideológica de la nueva presidenta, junto con los abusos que puede facilitarles el control legislativo y judicial, podrían ser la piedra de tropiezo para la maquinaria electoral de Morena dentro de seis años.
Claudia Sheinbaum es oficialmente la primera mujer presidenta de México. La historia, sin embargo, no la recordará solo por ello, sino por el regreso de la política priista, pero a la izquierda.
Panorama general. Tras una cómoda victoria el 2 de junio, Morena inauguró el día de ayer un segundo sexenio, esta vez con Claudia Sheinbaum —ungida por Andrés Manuel López Obrador (AMLO)— a la cabeza. Tomó posesión bajo circunstancias extraordinarias, a sabiendas de que su presidencia gozará de total gobernabilidad y casi nula oposición.
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Entre el ruido por la recientemente aprobada reforma judicial, a Sheinbaum le atañe aclarar si su gobierno será meramente una extensión del sexenio de AMLO o si tomará las riendas a su propia manera.
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El gobierno de AMLO, a través de su singular populismo pragmático, se caracterizó por una buena relación con el empresariado mexicano. Sheinbaum, por su parte, es considerada una izquierdista más ideológica.
Entre líneas. Sus promesas presagian, como se denuncia, una continuación de la economía híbrida de AMLO. Por una parte, Sheinbaum augura un compromiso con la “austeridad republicana” y la disciplina fiscal; la autonomía del Banco de México; el equilibrio entre el PIB y la deuda pública; explotar los puertos mexicanos para el nearshoring con EE. UU., y el fortalecimiento y multiplicación de los parques industriales y polos de desarrollo económico.
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Por otro lado, su programa está cargado de políticas clientelares que incluyen el incremento del salario mínimo; apoyar la política de “pensiones justas” de AMLO, y la rigidez con la empresa privada en materia tributaria.
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El expresidente López Obrador le entrega el país a su sucesora con una tendencia a la baja del crecimiento económico, desde la recuperación postpandemia y un déficit del 6 %.
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Sheinbaum alcanzó la presidencia en el rebufo de AMLO, pero su popularidad en el cargo dependerá de su capacidad de mantener el balance entre sus políticas populistas y la buena relación con el sector productivo.
Sí, pero. Más allá de la economía, el mayor defecto del sexenio de Morena ha sido su laxa política de seguridad. Durante los primeros cinco años de AMLO se registraron más homicidios que durante los sexenios completos de sus antecesores en la década de los 90, cuando inició la guerra contra el narcotráfico.
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Aunque el expresidente señala que se ha reducido la tendencia violenta, los seis años de López Obrador registraron la tasa de homicidios más alta de la historia mexicana.
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Sheinbaum afirma ser capaz de manejar la crisis, ya que durante su tiempo como jefa de Gobierno logró reducir en un 50 % los homicidios en la Ciudad de México.
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La presidenta ha indicado que mantendrá la estrategia de seguridad de su predecesor, basándose principalmente en el combate a las causas sociales de la violencia; estrategia cuyo único resultado fue la expansión de los homicidios y del control territorial del narco.
En el radar. La ecuación para la hegemonía de Morena depende de las dos variables mencionadas: la expansión de políticas sociales clientelares y mantener una buena relación con el empresariado, a través de una economía estable. Un desequilibrio entre el delicado híbrido conseguido por el expresidente puede encaminar a Morena en el mismo camino que el PRI: un partido que pasó de controlar todo aspecto de la política mexicana —durante 70 años— a desaparecer, a efectos prácticos.
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Sheinbaum cuenta con una supermayoría legislativa, lo que le permitirá implementar sus políticas con una facilidad con la que AMLO no contó hasta su último mes.
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No obstante, la politización de la justicia que provocará la reforma judicial del expresidente —aupada por Sheinbaum— ya empezó a generar fracturas entre el motor económico y Morena, debido a la incertidumbre que genera para la inversión.
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La rigidez ideológica de la nueva presidenta, junto con los abusos que puede facilitarles el control legislativo y judicial, podrían ser la piedra de tropiezo para la maquinaria electoral de Morena dentro de seis años.
