El comercio de Guatemala cerró con dobles números rojos el último año. Exportaciones e importaciones cayeron -9,3% y -5,6%, respectivamente. Son resultado de la merma en el intercambio con nuestro primer socio comercial.
Es noticia. En 2023 se ralentizaron los negocios con EE. UU, que recibió el 33,6% de nuestras ventas. La balanza comercial fue negativa (- USD 5 812M), según el “Informe Anual de Comercio Exterior”, elaborado por el MINECO.
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Solo el año pasado, cayeron las exportaciones -9,8%, alcanzando USD 4 377M. El principal aporte lo hizo el sector agropecuario (50,1). La partida arancelaria con mayor participación (22,6): bananos frescos o secos.
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En la otra cara de la moneda, las importaciones estuvieron lideradas por los aceites de petróleo (36,2%). La variación interanual fue de -9,3 (USD 10 190M).
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“Este resultado fue uno de los primordiales factores que afectó en la baja general”, según Katteryn Martínez, directora de Política y Análisis Económico del MINECO.
En perspectiva. EE. UU. juega un papel insustituible para la economía nacional. Representa un tercio de las exportaciones (30%) e importaciones (33%). Pero los papeles siguen “desbalanceados”; lo confirman los números.
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Guatemala apenas aporta un 0,2%, ubicándose en la posición 53 de proveedores. Muy por debajo de México (15,1%), China (14,1) o Canadá (13,6).
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Le compramos principalmente combustibles y manufactura: aceites de petróleo (36,2%), automóviles de turismo y demás (4,4) y aparatos de telefonía (3,5). Guatemala se aferra a las materias primas. EE. UU. opta por productos con valor agregado.
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“Seguimos siendo una economía de commodities. Nuestro reto es industrializarnos. Debemos atraer empresas manufactureras en dimensiones grandes”, explica Paul Boteo, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Desarrollo.
En el radar. Otro factor de la radiografía es la industria textil. Después de dos años récord, la cifra alcanzó los USD 1 527.7M en 2023. Aunque aún ocupa el primer lugar en el comercio exterior, sufrió un déficit.
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En el desglose de partidas exportadas, —en su mayoría— los productos textiles tuvieron bajas en más del 10%. Destacan suéteres de punto (USD 403.5M), t-shirts y camisetas de punto (339.9M) y camisas para hombre (240.4).
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Para Boteo este es el resultado de dos efectos. “En la medida en que la economía estadounidense se fue desacelerando y cambiaron sus patrones de consumo, los bienes se vieron afectados. Entre ellos la compra de vestuario”.
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Menores ventas de vestuario y textiles —principal canasta de exportación— redujeron las exportaciones. Desde el MINECO lo confirman: “Es uno de los productos que más afectó la caída”, reconoce Martínez.
Hemeroteca. El TLC entre Guatemala y EE. UU. —más conocido como DR-CAFTA— cumplirá 18 años en julio. El acuerdo consolidó a nuestro socio comercial primario.
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El tratado facilitó negocios e inversión entre ambas naciones. Se eliminaron aranceles y otras barreras. En la primera década de vigencia las exportaciones nacionales crecieron con un promedio anual de 3,6%. Las importaciones, 5.
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Para Botero, este convenio significó mayor certeza al vender a grandes bloques económicos. Con todo, no ha significado un cambio en el modelo económico. “No somos una potencia de exportación hacia esos países”.
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El tratado diversificó la oferta doméstica. Antes de 2006, frutas, café y combustibles minerales representaban el 69%. Ahora se amplió a una gama de frutas, hortalizas y vegetales. Las prendas de vestir son la “estrella”.
Balance. BANGUAT espera un crecimiento en las relaciones comerciales para 2024. Las exportaciones crecerían hasta un 7% (USD 14 966M). Las importaciones un 9 (USD 32 584M).
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Botero asegura que no existe una política con efecto en meses. Para no seguir a la baja, sería ideal agilizar aduanas y logística en el último semestre del año. Eso ayudaría a los exportadores, asegura.
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“Tenemos que convertirnos en el corazón manufacturero de Centroamérica. Se requiere un esfuerzo público y privado en problemas estructurales: infraestructura, seguridad, transporte, logística. De lo contrario, nada cambiará”, subraya.
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En los inicios del DR-CAFTA había un superávit comercial. En 2014, la balanza se inclinó al norte: se compra más de lo que se vende. La situación es un recordatorio del habitual déficit: exportamos USD 14 194M e importamos USD 30 318M (2023), por ejemplo. Si el norte fuera el sur, quizás la situación sería diferente.
El comercio de Guatemala cerró con dobles números rojos el último año. Exportaciones e importaciones cayeron -9,3% y -5,6%, respectivamente. Son resultado de la merma en el intercambio con nuestro primer socio comercial.
Es noticia. En 2023 se ralentizaron los negocios con EE. UU, que recibió el 33,6% de nuestras ventas. La balanza comercial fue negativa (- USD 5 812M), según el “Informe Anual de Comercio Exterior”, elaborado por el MINECO.
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Solo el año pasado, cayeron las exportaciones -9,8%, alcanzando USD 4 377M. El principal aporte lo hizo el sector agropecuario (50,1). La partida arancelaria con mayor participación (22,6): bananos frescos o secos.
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En la otra cara de la moneda, las importaciones estuvieron lideradas por los aceites de petróleo (36,2%). La variación interanual fue de -9,3 (USD 10 190M).
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“Este resultado fue uno de los primordiales factores que afectó en la baja general”, según Katteryn Martínez, directora de Política y Análisis Económico del MINECO.
En perspectiva. EE. UU. juega un papel insustituible para la economía nacional. Representa un tercio de las exportaciones (30%) e importaciones (33%). Pero los papeles siguen “desbalanceados”; lo confirman los números.
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Guatemala apenas aporta un 0,2%, ubicándose en la posición 53 de proveedores. Muy por debajo de México (15,1%), China (14,1) o Canadá (13,6).
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Le compramos principalmente combustibles y manufactura: aceites de petróleo (36,2%), automóviles de turismo y demás (4,4) y aparatos de telefonía (3,5). Guatemala se aferra a las materias primas. EE. UU. opta por productos con valor agregado.
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“Seguimos siendo una economía de commodities. Nuestro reto es industrializarnos. Debemos atraer empresas manufactureras en dimensiones grandes”, explica Paul Boteo, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Desarrollo.
En el radar. Otro factor de la radiografía es la industria textil. Después de dos años récord, la cifra alcanzó los USD 1 527.7M en 2023. Aunque aún ocupa el primer lugar en el comercio exterior, sufrió un déficit.
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En el desglose de partidas exportadas, —en su mayoría— los productos textiles tuvieron bajas en más del 10%. Destacan suéteres de punto (USD 403.5M), t-shirts y camisetas de punto (339.9M) y camisas para hombre (240.4).
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Para Boteo este es el resultado de dos efectos. “En la medida en que la economía estadounidense se fue desacelerando y cambiaron sus patrones de consumo, los bienes se vieron afectados. Entre ellos la compra de vestuario”.
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Menores ventas de vestuario y textiles —principal canasta de exportación— redujeron las exportaciones. Desde el MINECO lo confirman: “Es uno de los productos que más afectó la caída”, reconoce Martínez.
Hemeroteca. El TLC entre Guatemala y EE. UU. —más conocido como DR-CAFTA— cumplirá 18 años en julio. El acuerdo consolidó a nuestro socio comercial primario.
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El tratado facilitó negocios e inversión entre ambas naciones. Se eliminaron aranceles y otras barreras. En la primera década de vigencia las exportaciones nacionales crecieron con un promedio anual de 3,6%. Las importaciones, 5.
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Para Botero, este convenio significó mayor certeza al vender a grandes bloques económicos. Con todo, no ha significado un cambio en el modelo económico. “No somos una potencia de exportación hacia esos países”.
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El tratado diversificó la oferta doméstica. Antes de 2006, frutas, café y combustibles minerales representaban el 69%. Ahora se amplió a una gama de frutas, hortalizas y vegetales. Las prendas de vestir son la “estrella”.
Balance. BANGUAT espera un crecimiento en las relaciones comerciales para 2024. Las exportaciones crecerían hasta un 7% (USD 14 966M). Las importaciones un 9 (USD 32 584M).
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Botero asegura que no existe una política con efecto en meses. Para no seguir a la baja, sería ideal agilizar aduanas y logística en el último semestre del año. Eso ayudaría a los exportadores, asegura.
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“Tenemos que convertirnos en el corazón manufacturero de Centroamérica. Se requiere un esfuerzo público y privado en problemas estructurales: infraestructura, seguridad, transporte, logística. De lo contrario, nada cambiará”, subraya.
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En los inicios del DR-CAFTA había un superávit comercial. En 2014, la balanza se inclinó al norte: se compra más de lo que se vende. La situación es un recordatorio del habitual déficit: exportamos USD 14 194M e importamos USD 30 318M (2023), por ejemplo. Si el norte fuera el sur, quizás la situación sería diferente.