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Una región, tres rutas energéticas

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María José Aresti
20 de diciembre, 2025

La transición energética en Latinoamérica y el Caribe avanza, pero no al mismo ritmo ni desde las mismas bases. Mientras algunos países limpian su generación eléctrica, otros siguen atados a consumos tradicionales y combustibles importados. El contraste revela que la brecha no es tecnológica, sino estructural.

Por qué importa. El cambio paulatino del sistema energético no se mide solo por cuánta energía renovable se genera, sino por cómo se organiza todo el sistema. El informe Panorama Energético de América Latina y el Caribe 2025 de la OLACDE muestra que Guatemala, Centroamérica y el Caribe enfrentan el mismo desafío climático desde estructuras energéticas profundamente distintas.

  • Guatemala combina una matriz eléctrica mayoritariamente renovable con un consumo final dominado por biomasa y derivados del petróleo importados, generando una transición fragmentada entre generación y uso final.

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  • Centroamérica avanza hacia una transición basada en electrificación y eficiencia, con capacidad de desacoplar crecimiento económico y mayor consumo energético.

  • El Caribe prioriza seguridad energética, avanzando desde una alta dependencia fósil hacia un cambio gradual y pragmático.

Ecos regionales. Más que una diferencia de ambición, el informe expone una diferencia de punto de partida. Cada subregión enfrenta restricciones estructurales que condicionan la velocidad y la forma de su transición energética.

  • Guatemala arrastra una herencia de consumo energético tradicional, especialmente en hogares. Esto limita el impacto inmediato de una matriz eléctrica más limpia.

  • La región muestra una transición más sistémica, donde la electrificación del consumo final redefine el rol de la electricidad en la economía.

  • Mientras que el Caribe enfrenta el desafío de transformar su matriz sin comprometer la estabilidad del suministro, lo que explica una transición más dependiente de combustibles puente.

Datos clave. Las cifras aterrizan estas diferencias y explican por qué la transición no avanza de forma sincronizada en la región.

  • En el país, la biomasa representa cerca del 85 % de la oferta de energía primaria, mientras el 53 % del consumo energético total proviene de leña y el 57 % del consumo final corresponde al sector residencial.

  • “El principal desafío está en transformar los patrones de consumo final”, detalla el escrito referente al caso guatemalteco.

  • El consumo final de energía crecería 75 % al 2050 para Centroamérica en un escenario tendencial. Mientras que el 86 % de la generación eléctrica caribeña actual es fósil. Aun en escenarios de transición, los combustibles fósiles conservan un 55 % de participación en 2050.

Balance. El informe no plantea una transición homogénea ni inmediata. Describe rutas diferenciadas, condicionadas por patrones de consumo, dependencia de importaciones y capacidad de electrificación.

  • Guatemala enfrenta el reto de alinear su generación limpia con un consumo final todavía dominado por fuentes tradicionales e importadas.

  • Centroamérica evidencia que es posible reducir consumo energético sin frenar crecimiento, cuando la transición se apoya en eficiencia y electrificación.

  • El Caribe opta por una transición gradual, donde el gas natural funciona como respaldo mientras crecen la solar y la eólica.

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20 de diciembre, 2025

La transición energética en Latinoamérica y el Caribe avanza, pero no al mismo ritmo ni desde las mismas bases. Mientras algunos países limpian su generación eléctrica, otros siguen atados a consumos tradicionales y combustibles importados. El contraste revela que la brecha no es tecnológica, sino estructural.

Por qué importa. El cambio paulatino del sistema energético no se mide solo por cuánta energía renovable se genera, sino por cómo se organiza todo el sistema. El informe Panorama Energético de América Latina y el Caribe 2025 de la OLACDE muestra que Guatemala, Centroamérica y el Caribe enfrentan el mismo desafío climático desde estructuras energéticas profundamente distintas.

  • Guatemala combina una matriz eléctrica mayoritariamente renovable con un consumo final dominado por biomasa y derivados del petróleo importados, generando una transición fragmentada entre generación y uso final.

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  • Centroamérica avanza hacia una transición basada en electrificación y eficiencia, con capacidad de desacoplar crecimiento económico y mayor consumo energético.

  • El Caribe prioriza seguridad energética, avanzando desde una alta dependencia fósil hacia un cambio gradual y pragmático.

Ecos regionales. Más que una diferencia de ambición, el informe expone una diferencia de punto de partida. Cada subregión enfrenta restricciones estructurales que condicionan la velocidad y la forma de su transición energética.

  • Guatemala arrastra una herencia de consumo energético tradicional, especialmente en hogares. Esto limita el impacto inmediato de una matriz eléctrica más limpia.

  • La región muestra una transición más sistémica, donde la electrificación del consumo final redefine el rol de la electricidad en la economía.

  • Mientras que el Caribe enfrenta el desafío de transformar su matriz sin comprometer la estabilidad del suministro, lo que explica una transición más dependiente de combustibles puente.

Datos clave. Las cifras aterrizan estas diferencias y explican por qué la transición no avanza de forma sincronizada en la región.

  • En el país, la biomasa representa cerca del 85 % de la oferta de energía primaria, mientras el 53 % del consumo energético total proviene de leña y el 57 % del consumo final corresponde al sector residencial.

  • “El principal desafío está en transformar los patrones de consumo final”, detalla el escrito referente al caso guatemalteco.

  • El consumo final de energía crecería 75 % al 2050 para Centroamérica en un escenario tendencial. Mientras que el 86 % de la generación eléctrica caribeña actual es fósil. Aun en escenarios de transición, los combustibles fósiles conservan un 55 % de participación en 2050.

Balance. El informe no plantea una transición homogénea ni inmediata. Describe rutas diferenciadas, condicionadas por patrones de consumo, dependencia de importaciones y capacidad de electrificación.

  • Guatemala enfrenta el reto de alinear su generación limpia con un consumo final todavía dominado por fuentes tradicionales e importadas.

  • Centroamérica evidencia que es posible reducir consumo energético sin frenar crecimiento, cuando la transición se apoya en eficiencia y electrificación.

  • El Caribe opta por una transición gradual, donde el gas natural funciona como respaldo mientras crecen la solar y la eólica.

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