Kamala Harris anunció a Tim Walz como su compañero de fórmula para las elecciones de noviembre. La decantación de Harris por el gobernador de Minnesota sorprendió a la mayoría de los analistas, que esperaban que eligiera a Josh Shapiro, el gobernador de Pensilvania.
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Es una apuesta arriesgada –que buscaría dar balance al binomio con un perfil progresista– pero con rasgos compatibles con los votantes moderados.
Entre líneas. Walz es un exdocente, veterano de la Guardia Nacional, conocido por su afición a la cacería y, hasta 2018, abierto defensor de la segunda enmienda. Antes del tiroteo de Parkland, Walz tenía el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés). No obstante, el gobernador es considerado como progresista dentro de su partido, defendiendo durante su gubernatura el derecho al aborto, el consumo recreativo de marihuana y la alimentación universal gratuita escolar.
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Su perfil mixto le hace capaz de simpatizar con los votantes de cuello azul, fundamentales en los tres estados bisagra del Medio Oeste.
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Para los demócratas, el atractivo de Walz es extrapolable —debido a su similitud demográfica— a Wisconsin, Michigan y Pensilvania, tres estados cruciales para una hipotética victoria para Harris.
Sí, pero. Minnesota es considerado el más rojo de los estados azules. Aunque Trump estuvo cerca de ganarlo en 2016, Richard Nixon fue el último republicano en lograr una victoria en el estado de la estrella del norte. Aunque el margen es corto, se espera que Harris consiga los 10 votos electorales de Minnesota.
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Para muchos, es un error haber nombrado a un vicepresidente no proveniente de un estado bisagra.
Por qué importa. La elección será una carrera cerrada, especialmente en cinco estados, donde no se perfila todavía ningún ganador: Nevada, Arizona, Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Entre ellos, suman 61 votos electorales. Actualmente, se proyectan 226 votos para Harris y 251 para Trump. Los demócratas necesitarían ganar en todos los estados bisagra para permanecer en la Casa Blanca. Por su parte, los republicanos necesitan solamente un estado y sus 19 votos: Pensilvania.
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Como gobernador, Josh Shapiro le hubiese dado una importante ventaja a Harris sobre Trump en una circunscripción vital para los demócratas.
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La religión ha jugado un rol fundamental en la decisión de la vicepresidente.
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Shapiro, al ser judío, perjudicaba a Kamala Harris a nivel nacional con su base, predominantemente joven y molesta con las acciones de Israel en su guerra contra Hamás en la Franja de Gaza.
Visto y no visto. Walz llegó a la casa del gobernador en 2018 y fue reelecto en 2022. Una de sus mayores manchas ha sido el manejo de la crisis tras la muerte de George Floyd, en Mineápolis. Si bien se utilizó a la Guardia Estatal por primera vez en la historia de Minnesota, Walz permitió protestas, saqueos e incendios antes de tomar la decisión de intervenir.
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Para los conservadores, se vio como falta de carácter y negligencia; para los liberales, fue una movida represiva y autoritaria.
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Más allá de ello, el gobernador es poco conocido a nivel nacional. Su nombre en la papeleta es un esfuerzo focalizado en retener ese estado y atraer el voto suburbano y rural de Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
El balance. Los estados del Medio Oeste son preponderantemente blancos y con una población menos joven que los estados de las costas, donde los demócratas son más fuertes. Tim Walz busca nivelar la balanza de una candidatura acusada de ser exageradamente liberal. El partido demócrata aspira a neutralizar el perfil de la “elegía rural” de J.D. Vance, el candidato vicepresidencial de Donald Trump.
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El minesotano fue la segunda mejor opción para Harris, empero, renunciando a un actor de peso en uno de los estados más difíciles de predecir.
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Walz podrá ayudar a retener un estado históricamente azul, pero no es garantía en ninguno de los campos de batalla más complicados de estos comicios.
Kamala Harris anunció a Tim Walz como su compañero de fórmula para las elecciones de noviembre. La decantación de Harris por el gobernador de Minnesota sorprendió a la mayoría de los analistas, que esperaban que eligiera a Josh Shapiro, el gobernador de Pensilvania.
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Es una apuesta arriesgada –que buscaría dar balance al binomio con un perfil progresista– pero con rasgos compatibles con los votantes moderados.
Entre líneas. Walz es un exdocente, veterano de la Guardia Nacional, conocido por su afición a la cacería y, hasta 2018, abierto defensor de la segunda enmienda. Antes del tiroteo de Parkland, Walz tenía el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés). No obstante, el gobernador es considerado como progresista dentro de su partido, defendiendo durante su gubernatura el derecho al aborto, el consumo recreativo de marihuana y la alimentación universal gratuita escolar.
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Su perfil mixto le hace capaz de simpatizar con los votantes de cuello azul, fundamentales en los tres estados bisagra del Medio Oeste.
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Para los demócratas, el atractivo de Walz es extrapolable —debido a su similitud demográfica— a Wisconsin, Michigan y Pensilvania, tres estados cruciales para una hipotética victoria para Harris.
Sí, pero. Minnesota es considerado el más rojo de los estados azules. Aunque Trump estuvo cerca de ganarlo en 2016, Richard Nixon fue el último republicano en lograr una victoria en el estado de la estrella del norte. Aunque el margen es corto, se espera que Harris consiga los 10 votos electorales de Minnesota.
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Para muchos, es un error haber nombrado a un vicepresidente no proveniente de un estado bisagra.
Por qué importa. La elección será una carrera cerrada, especialmente en cinco estados, donde no se perfila todavía ningún ganador: Nevada, Arizona, Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Entre ellos, suman 61 votos electorales. Actualmente, se proyectan 226 votos para Harris y 251 para Trump. Los demócratas necesitarían ganar en todos los estados bisagra para permanecer en la Casa Blanca. Por su parte, los republicanos necesitan solamente un estado y sus 19 votos: Pensilvania.
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Como gobernador, Josh Shapiro le hubiese dado una importante ventaja a Harris sobre Trump en una circunscripción vital para los demócratas.
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La religión ha jugado un rol fundamental en la decisión de la vicepresidente.
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Shapiro, al ser judío, perjudicaba a Kamala Harris a nivel nacional con su base, predominantemente joven y molesta con las acciones de Israel en su guerra contra Hamás en la Franja de Gaza.
Visto y no visto. Walz llegó a la casa del gobernador en 2018 y fue reelecto en 2022. Una de sus mayores manchas ha sido el manejo de la crisis tras la muerte de George Floyd, en Mineápolis. Si bien se utilizó a la Guardia Estatal por primera vez en la historia de Minnesota, Walz permitió protestas, saqueos e incendios antes de tomar la decisión de intervenir.
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Para los conservadores, se vio como falta de carácter y negligencia; para los liberales, fue una movida represiva y autoritaria.
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Más allá de ello, el gobernador es poco conocido a nivel nacional. Su nombre en la papeleta es un esfuerzo focalizado en retener ese estado y atraer el voto suburbano y rural de Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
El balance. Los estados del Medio Oeste son preponderantemente blancos y con una población menos joven que los estados de las costas, donde los demócratas son más fuertes. Tim Walz busca nivelar la balanza de una candidatura acusada de ser exageradamente liberal. El partido demócrata aspira a neutralizar el perfil de la “elegía rural” de J.D. Vance, el candidato vicepresidencial de Donald Trump.
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El minesotano fue la segunda mejor opción para Harris, empero, renunciando a un actor de peso en uno de los estados más difíciles de predecir.
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Walz podrá ayudar a retener un estado históricamente azul, pero no es garantía en ninguno de los campos de batalla más complicados de estos comicios.