Seis cárteles mexicanos han sido designados como terroristas, aumentando la especulación sobre una posible intervención militar de EE. UU. en México.
En perspectiva. El Departamento de Estado cumplió una de las órdenes ejecutivas del presidente Trump, designando a ocho organizaciones criminales como Organizaciones Terroristas Extranjeras y Terroristas Globales Especialmente Designados (FTO y SDGT, por sus siglas en inglés, respectivamente).
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Entre ellas se encuentran el Cártel de Sinaloa; Cártel de Jalisco Nueva Generación; Cártel del Noreste; La Nueva Familia Michoacana; Cártel del Golfo, y Cárteles Unidos.
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Adicionalmente, a estos seis cárteles mexicanos, se agregó al Tren de Aragua (Venezuela) y a la MS-13 (El Salvador).
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De acuerdo con el secretario de Defensa Pete Hegseth, “todas las opciones están sobre la mesa”, para una potencial intervención militar contra estas FTO en territorio mexicano.
Por qué importa. Aunque la designación no implica automáticamente una intervención militar, facilita el marco legal para proceder. Tras los atentados del 9/11, la resolución conjunta del Congreso de EE. UU. sobre la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF, por sus siglas en inglés) se convirtió en ley.
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La AUMF permite a las fuerzas militares de EE. UU. atacar a grupos terroristas en cualquier parte del mundo.
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Bajo ella, podrían justificarse —legalmente— ataques con drones o incursiones de fuerzas especiales en México.
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Desde 2001, EE. UU. ha utilizado dicho marco legal en hasta 22 países, a pesar de la oposición de países, como Pakistán, Siria y Libia.
Punto de fricción. Trump está dispuesto a tomar medidas drásticas contra los cárteles mexicanos. El control del narco sobre la frontera norte de México les ha abierto las puertas al negocio del tráfico humano. Aunque Trump le ha declarado la guerra a la epidemia del fentanilo, la medida está orientada a solucionar la crisis fronteriza.
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Los cárteles mexicanos juegan un papel importante para ingresar a migrantes ilegalmente a EE. UU. a través de túneles por los cuales también contrabandean droga.
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Claudia Sheinbaum, a cuyo gobierno Trump ha señalado por estar controlado por el narco, ha sido tajante sobre que no tolerará una intervención militar en territorio mexicano.
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Lejos de buscar la cooperación de EE. UU. para combatir al narco, Sheinbaum ha declarado que acciones de ese tipo serían una violación directa de la soberanía de México.
Sí, pero. Aunque las FTO de Oriente Medio y África han sido las que más impacto visible han tenido sobre EE. UU., los cárteles de la droga son responsables por más muertes estadounidenses que lo que han sido organizaciones como ISIS y Al Qaeda. La cercanía geográfica obliga a EE. UU. a tomar medidas drásticas, especialmente por la aparente incapacidad del gobierno mexicano para combatirlos.
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La CIA y el Pentágono ya han utilizado drones MQ-9 Reaper para la vigilancia de los cárteles dentro de México, que podrían equiparse con armas para ataques dirigidos.
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Desde 2020, Trump ha sugerido la posibilidad de bombardeos a laboratorios de drogas en México.
En el radar. Aunque EE. UU. contemplará todas las opciones, es muy poco probable ver una invasión militar a gran escala de EE. UU. en México. Por el contrario, se puede esperar que las fuerzas especiales y la CIA empiecen a tener un rol más proactivo en términos de misiones encubiertas y acciones militares limitadas, justificadas bajo el umbral del “antiterrorismo”, similares a cómo operan en el Medio Oriente.
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Sheinbaum deberá enfrentar el hecho de que la cooperación de inteligencia y el fortalecimiento de las fuerzas del orden mexicanas son un capítulo pasado, —ante ojos de Trump— fracasado e insuficiente.
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La presidenta deberá contemplar el ofrecer apoyo a EE. UU. para operativos conjuntos o tolerar las acciones del presidente Trump o, por lo contrario, afrontar otra posible crisis con su poderoso vecino.
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En plena encrucijada diplomática para evitar una guerra comercial, Trump sigue aumentando la presión en una relación bilateral —históricamente cordial— que se torna cada vez más tensa.
Seis cárteles mexicanos han sido designados como terroristas, aumentando la especulación sobre una posible intervención militar de EE. UU. en México.
En perspectiva. El Departamento de Estado cumplió una de las órdenes ejecutivas del presidente Trump, designando a ocho organizaciones criminales como Organizaciones Terroristas Extranjeras y Terroristas Globales Especialmente Designados (FTO y SDGT, por sus siglas en inglés, respectivamente).
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Entre ellas se encuentran el Cártel de Sinaloa; Cártel de Jalisco Nueva Generación; Cártel del Noreste; La Nueva Familia Michoacana; Cártel del Golfo, y Cárteles Unidos.
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Adicionalmente, a estos seis cárteles mexicanos, se agregó al Tren de Aragua (Venezuela) y a la MS-13 (El Salvador).
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De acuerdo con el secretario de Defensa Pete Hegseth, “todas las opciones están sobre la mesa”, para una potencial intervención militar contra estas FTO en territorio mexicano.
Por qué importa. Aunque la designación no implica automáticamente una intervención militar, facilita el marco legal para proceder. Tras los atentados del 9/11, la resolución conjunta del Congreso de EE. UU. sobre la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF, por sus siglas en inglés) se convirtió en ley.
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La AUMF permite a las fuerzas militares de EE. UU. atacar a grupos terroristas en cualquier parte del mundo.
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Bajo ella, podrían justificarse —legalmente— ataques con drones o incursiones de fuerzas especiales en México.
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Desde 2001, EE. UU. ha utilizado dicho marco legal en hasta 22 países, a pesar de la oposición de países, como Pakistán, Siria y Libia.
Punto de fricción. Trump está dispuesto a tomar medidas drásticas contra los cárteles mexicanos. El control del narco sobre la frontera norte de México les ha abierto las puertas al negocio del tráfico humano. Aunque Trump le ha declarado la guerra a la epidemia del fentanilo, la medida está orientada a solucionar la crisis fronteriza.
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Los cárteles mexicanos juegan un papel importante para ingresar a migrantes ilegalmente a EE. UU. a través de túneles por los cuales también contrabandean droga.
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Claudia Sheinbaum, a cuyo gobierno Trump ha señalado por estar controlado por el narco, ha sido tajante sobre que no tolerará una intervención militar en territorio mexicano.
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Lejos de buscar la cooperación de EE. UU. para combatir al narco, Sheinbaum ha declarado que acciones de ese tipo serían una violación directa de la soberanía de México.
Sí, pero. Aunque las FTO de Oriente Medio y África han sido las que más impacto visible han tenido sobre EE. UU., los cárteles de la droga son responsables por más muertes estadounidenses que lo que han sido organizaciones como ISIS y Al Qaeda. La cercanía geográfica obliga a EE. UU. a tomar medidas drásticas, especialmente por la aparente incapacidad del gobierno mexicano para combatirlos.
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La CIA y el Pentágono ya han utilizado drones MQ-9 Reaper para la vigilancia de los cárteles dentro de México, que podrían equiparse con armas para ataques dirigidos.
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Desde 2020, Trump ha sugerido la posibilidad de bombardeos a laboratorios de drogas en México.
En el radar. Aunque EE. UU. contemplará todas las opciones, es muy poco probable ver una invasión militar a gran escala de EE. UU. en México. Por el contrario, se puede esperar que las fuerzas especiales y la CIA empiecen a tener un rol más proactivo en términos de misiones encubiertas y acciones militares limitadas, justificadas bajo el umbral del “antiterrorismo”, similares a cómo operan en el Medio Oriente.
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Sheinbaum deberá enfrentar el hecho de que la cooperación de inteligencia y el fortalecimiento de las fuerzas del orden mexicanas son un capítulo pasado, —ante ojos de Trump— fracasado e insuficiente.
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La presidenta deberá contemplar el ofrecer apoyo a EE. UU. para operativos conjuntos o tolerar las acciones del presidente Trump o, por lo contrario, afrontar otra posible crisis con su poderoso vecino.
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En plena encrucijada diplomática para evitar una guerra comercial, Trump sigue aumentando la presión en una relación bilateral —históricamente cordial— que se torna cada vez más tensa.