Tras cuatro días de convención, el Partido Republicano culminó el evento con las palabras de su candidato, Donald Trump. Su mensaje fue moderado —al igual que el de J.D. Vance, su vice presidenciable—, así como el lenguaje general de la convención.
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La Convención Nacional Republicana (RNC, por sus siglas en inglés) fue la paradoja de un partido que se acerca al centro para las elecciones, pero se mueve hacia los extremos de cara al futuro.
Voces. Trump dio su primer gran discurso después del atentado. Al lado del uniforme del bombero asesinado en el evento, el presidente envió un mensaje de unidad al país, en un tono poco usual, para él. Mientras alardeó de los logros de su administración –mermados tras cuatro años de la administración de Biden– afirmó que “como estadounidenses, estamos unidos por un único destino y un futuro compartido”.
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“Nos levantamos juntos o nos desmoronamos. Me postulo para ser presidente de toda América, no de la mitad de América, porque no hay victoria en ganar solo para la mitad de América”.
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Por su parte, J. D. Vance afirmó que aceptaba el “llamado de unidad del presidente Trump […] amamos a este país y estamos unidos para ganar”.
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“Ese es el Partido Republicano de los próximos cuatro años: unidos en nuestro amor por este país y comprometidos con la libertad de expresión y el intercambio abierto de ideas”, agregó.
Entre líneas. Según se informa, el expresidente dejó claro a los delegados de la RNC que, a diferencia de la campaña de 2020, en esta ocasión, la plataforma será dictada por su equipo. Se evadió temas como el aborto y tratarlo con un lenguaje vago, y que no demostrara un rechazo rotundo. Se dictó, además, que se hablaría de respetar la “santidad del matrimonio”, evitando posicionarse en contra del matrimonio homosexual.
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De acuerdo con datos recolectados con Pew Research Center, actualmente, un 63 % de estadounidenses considera que el aborto debe ser legal en todos –o en la mayoría de– los casos.
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Un 64 % de protestantes (no evangélicos) blancos, 71 % de protestantes negros, 59 % de católicos, 86 % de ciudadanos sin afiliación religiosa e incluso un 41 % de republicanos apoya esta postura.
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En cuanto a la unión homosexual, un 69 % de la población considera que debería tener el mismo reconocimiento legal que el matrimonio tradicional.
Sí, pero. Trump quiere evitar temas sensibles que puedan restarle apoyo a nivel nacional. La realidad del partido, empero, parece estar yendo por otro lado. Fuentes cercanas al partido se han mostrado consternadas por la selección de J.D. Vance como candidato a vicepresidente. Afirman que es un perfil que no atrae votos nuevos. Quienes no pensaban votar por Trump, no lo harán gracias a la figura del vicepresidente.
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Vance representa una facción alternativa del partido. Un cuadro ideológico e intelectual; parece ser el heredero del movimiento MAGA. La idea detrás del binomio aparenta ser promover su figura para tiempos posteriores a Trump.
Visto y no visto. El senador, cuya selección fue apoyada por Donald Trump Jr., está influenciado por pensadores controversiales dentro del conservadurismo, que rechazan el liberalismo económico e incluso la democracia. Entre los más controversiales se encuentra Curtis Yarvin, abanderado del movimiento neo-reaccionario y partidario de un monarca —o incluso un dictador— como líder de EE. UU. Vance ha citado ideas de Yarvin para sus políticas de gobierno.
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El vice presidenciable ha afirmado estar “conectado con muchas subculturas raras de la derecha”.
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Tanto Vance, como los filósofos que lo influencian, coinciden en la idea de que la élite progresista de EE. UU. ha fracasado y apartado al país de sus valores fundacionales y tradiciones familiares.
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La nueva tendencia de los conservadores es una respuesta natural al radicalismo del progresismo estadounidense: el llamado wokeismo.
Por qué importa. Lo que inició como un eslogan pragmático de una campaña nacionalista —hacer a EE. UU. grande otra vez—, parece haber devenido en un movimiento conservador alternativo, con tendencias proteccionistas y la idea de una suplantación radical de élites. Los días del conservadurismo social y liberalismo económico podrían terminar, de imponerse el movimiento MAGA una vez Trump se aleje del partido.
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La postura en la convención fue la normal en la política estadounidense: hacia los extremos en las primarias y tendiendo al centro de cara a la elección general.
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Es poco probable que la ideológica de sus acólitos influencie demasiado el rumbo de un posible segundo mandato de Trump. El expresidente no es ningún ideólogo, sino un pragmático, cuya visión económica es más liberal que la de su compañero de binomio.
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La batalla entre el reaganismo –conservador, pero fiscalmente liberal– y el nuevo trumpismo –postliberal y proteccionista– empezará el propio cinco de noviembre, gane quien gane.
Tras cuatro días de convención, el Partido Republicano culminó el evento con las palabras de su candidato, Donald Trump. Su mensaje fue moderado —al igual que el de J.D. Vance, su vice presidenciable—, así como el lenguaje general de la convención.
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La Convención Nacional Republicana (RNC, por sus siglas en inglés) fue la paradoja de un partido que se acerca al centro para las elecciones, pero se mueve hacia los extremos de cara al futuro.
Voces. Trump dio su primer gran discurso después del atentado. Al lado del uniforme del bombero asesinado en el evento, el presidente envió un mensaje de unidad al país, en un tono poco usual, para él. Mientras alardeó de los logros de su administración –mermados tras cuatro años de la administración de Biden– afirmó que “como estadounidenses, estamos unidos por un único destino y un futuro compartido”.
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“Nos levantamos juntos o nos desmoronamos. Me postulo para ser presidente de toda América, no de la mitad de América, porque no hay victoria en ganar solo para la mitad de América”.
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Por su parte, J. D. Vance afirmó que aceptaba el “llamado de unidad del presidente Trump […] amamos a este país y estamos unidos para ganar”.
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“Ese es el Partido Republicano de los próximos cuatro años: unidos en nuestro amor por este país y comprometidos con la libertad de expresión y el intercambio abierto de ideas”, agregó.
Entre líneas. Según se informa, el expresidente dejó claro a los delegados de la RNC que, a diferencia de la campaña de 2020, en esta ocasión, la plataforma será dictada por su equipo. Se evadió temas como el aborto y tratarlo con un lenguaje vago, y que no demostrara un rechazo rotundo. Se dictó, además, que se hablaría de respetar la “santidad del matrimonio”, evitando posicionarse en contra del matrimonio homosexual.
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De acuerdo con datos recolectados con Pew Research Center, actualmente, un 63 % de estadounidenses considera que el aborto debe ser legal en todos –o en la mayoría de– los casos.
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Un 64 % de protestantes (no evangélicos) blancos, 71 % de protestantes negros, 59 % de católicos, 86 % de ciudadanos sin afiliación religiosa e incluso un 41 % de republicanos apoya esta postura.
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En cuanto a la unión homosexual, un 69 % de la población considera que debería tener el mismo reconocimiento legal que el matrimonio tradicional.
Sí, pero. Trump quiere evitar temas sensibles que puedan restarle apoyo a nivel nacional. La realidad del partido, empero, parece estar yendo por otro lado. Fuentes cercanas al partido se han mostrado consternadas por la selección de J.D. Vance como candidato a vicepresidente. Afirman que es un perfil que no atrae votos nuevos. Quienes no pensaban votar por Trump, no lo harán gracias a la figura del vicepresidente.
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Vance representa una facción alternativa del partido. Un cuadro ideológico e intelectual; parece ser el heredero del movimiento MAGA. La idea detrás del binomio aparenta ser promover su figura para tiempos posteriores a Trump.
Visto y no visto. El senador, cuya selección fue apoyada por Donald Trump Jr., está influenciado por pensadores controversiales dentro del conservadurismo, que rechazan el liberalismo económico e incluso la democracia. Entre los más controversiales se encuentra Curtis Yarvin, abanderado del movimiento neo-reaccionario y partidario de un monarca —o incluso un dictador— como líder de EE. UU. Vance ha citado ideas de Yarvin para sus políticas de gobierno.
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El vice presidenciable ha afirmado estar “conectado con muchas subculturas raras de la derecha”.
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Tanto Vance, como los filósofos que lo influencian, coinciden en la idea de que la élite progresista de EE. UU. ha fracasado y apartado al país de sus valores fundacionales y tradiciones familiares.
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La nueva tendencia de los conservadores es una respuesta natural al radicalismo del progresismo estadounidense: el llamado wokeismo.
Por qué importa. Lo que inició como un eslogan pragmático de una campaña nacionalista —hacer a EE. UU. grande otra vez—, parece haber devenido en un movimiento conservador alternativo, con tendencias proteccionistas y la idea de una suplantación radical de élites. Los días del conservadurismo social y liberalismo económico podrían terminar, de imponerse el movimiento MAGA una vez Trump se aleje del partido.
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La postura en la convención fue la normal en la política estadounidense: hacia los extremos en las primarias y tendiendo al centro de cara a la elección general.
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Es poco probable que la ideológica de sus acólitos influencie demasiado el rumbo de un posible segundo mandato de Trump. El expresidente no es ningún ideólogo, sino un pragmático, cuya visión económica es más liberal que la de su compañero de binomio.
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La batalla entre el reaganismo –conservador, pero fiscalmente liberal– y el nuevo trumpismo –postliberal y proteccionista– empezará el propio cinco de noviembre, gane quien gane.