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Petro da patadas de ahogado

.
Rafael P. Palomo
01 de julio, 2025

Con reformas estancadas y la “Paz Total” desmoronándose, Petro ahora propone una jugada radical para intentar salvar su legado: reescribir la constitución.

En perspectiva. Petro prometió transformar Colombia: reducir la desigualdad, reformas de pensiones, salud y leyes laborales y negociar la paz con grupos armados. Tres años después, poco ha avanzado en su agenda y la violencia se ha desbordado. Con un 33 % de aprobación, su herencia política peligra, pero más para Colombia: quiere una asamblea constituyente para reformar la constitución de 1991. 

  • El discurso agresivo de Petro, amordazando a sus críticos al compararlos con nazis, y los cuatro cambios de gabinete con más de 50 ministros, han marcado la pauta de un gobierno inestable, como él.

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  • Su propuesta constituyente es vaga, lo que genera temor de que busque, a través de ella, alcanzar su agenda fracasada.

Por qué importa. El plan de Petro de nacionalizar el sistema de salud fue archivado por el Congreso, lo que llevó a reguladores a tomar control de dos aseguradoras privadas. Una reforma de pensiones, que obligaba a trabajadores de bajos ingresos a cotizar en el sistema estatal, fue devuelta por la Corte Constitucional por aprobarse sin debate suficiente. Solo una —diluida— reforma laboral pasó el 20 de junio, aumentando el pago de horas extras y protecciones a trabajadores de plataformas, pero elevando costos de contratación hasta en un 15 %, según Fedesarrollo. 

  • Pequeñas empresas, especialmente en comercio y seguridad, podrían despedir trabajadores, empujándolos al sector informal, que ya representa un 60 % de la fuerza laboral.

  • Por otro lado, la presión fiscal crece. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, congeló límites de gasto, proyectando un déficit superior al 7 % del PIB en 2025.

  • La “Paz Total” también está en crisis. La violencia persiste: un senador fue baleado en Bogotá y siete personas murieron cerca de Cali en junio de 2025. La constitución es la última bala para Petro.

Entre líneas. La pretendida constituyente es una apuesta arriesgada; la constitución de 1991 ha sido modificada antes, pero una reescritura total es inaudita. Críticos ven un intento de Petro por sortear al Congreso para impulsar su agenda, donde carece de apoyo. Su baja popularidad y la imposibilidad de reelección aumentan la urgencia de su movida. 

  • El liderazgo errático de Petro —con mensajes incendiarios en X y pletóricas acusaciones de consumo de drogas— mina la confianza en el presidente.

  • La votación para la asamblea, planteada para las elecciones de 2026, depende de un público que Petro no logra movilizar.

  • Tras las sombras, atemoriza el precedente de la asamblea de 1999 en Venezuela, con la cual Chávez consolidó su poder; un modelo que Petro añora.

Lo que sigue. Si Petro insiste en la asamblea, podría profundizar la polarización en un país ya dividido por la corrupción y la violencia. No lograr sus reformas o la paz terminaría de hundir su credibilidad, a un año de las elecciones. Además, el costo económico de sus políticas amenaza con alienar a pequeñas empresas y trabajadores. 

  • Sin apoyo del Congreso ni margen fiscal, la visión de Petro para Colombia podría colapsar por su propio peso.

  • Colombia está en una encrucijada, sin saber si la apuesta constitucional de Petro salvará su legado para la izquierda o sumirá al país en un caos mayor. 

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Petro da patadas de ahogado

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Rafael P. Palomo
01 de julio, 2025

Con reformas estancadas y la “Paz Total” desmoronándose, Petro ahora propone una jugada radical para intentar salvar su legado: reescribir la constitución.

En perspectiva. Petro prometió transformar Colombia: reducir la desigualdad, reformas de pensiones, salud y leyes laborales y negociar la paz con grupos armados. Tres años después, poco ha avanzado en su agenda y la violencia se ha desbordado. Con un 33 % de aprobación, su herencia política peligra, pero más para Colombia: quiere una asamblea constituyente para reformar la constitución de 1991. 

  • El discurso agresivo de Petro, amordazando a sus críticos al compararlos con nazis, y los cuatro cambios de gabinete con más de 50 ministros, han marcado la pauta de un gobierno inestable, como él.

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  • Su propuesta constituyente es vaga, lo que genera temor de que busque, a través de ella, alcanzar su agenda fracasada.

Por qué importa. El plan de Petro de nacionalizar el sistema de salud fue archivado por el Congreso, lo que llevó a reguladores a tomar control de dos aseguradoras privadas. Una reforma de pensiones, que obligaba a trabajadores de bajos ingresos a cotizar en el sistema estatal, fue devuelta por la Corte Constitucional por aprobarse sin debate suficiente. Solo una —diluida— reforma laboral pasó el 20 de junio, aumentando el pago de horas extras y protecciones a trabajadores de plataformas, pero elevando costos de contratación hasta en un 15 %, según Fedesarrollo. 

  • Pequeñas empresas, especialmente en comercio y seguridad, podrían despedir trabajadores, empujándolos al sector informal, que ya representa un 60 % de la fuerza laboral.

  • Por otro lado, la presión fiscal crece. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, congeló límites de gasto, proyectando un déficit superior al 7 % del PIB en 2025.

  • La “Paz Total” también está en crisis. La violencia persiste: un senador fue baleado en Bogotá y siete personas murieron cerca de Cali en junio de 2025. La constitución es la última bala para Petro.

Entre líneas. La pretendida constituyente es una apuesta arriesgada; la constitución de 1991 ha sido modificada antes, pero una reescritura total es inaudita. Críticos ven un intento de Petro por sortear al Congreso para impulsar su agenda, donde carece de apoyo. Su baja popularidad y la imposibilidad de reelección aumentan la urgencia de su movida. 

  • El liderazgo errático de Petro —con mensajes incendiarios en X y pletóricas acusaciones de consumo de drogas— mina la confianza en el presidente.

  • La votación para la asamblea, planteada para las elecciones de 2026, depende de un público que Petro no logra movilizar.

  • Tras las sombras, atemoriza el precedente de la asamblea de 1999 en Venezuela, con la cual Chávez consolidó su poder; un modelo que Petro añora.

Lo que sigue. Si Petro insiste en la asamblea, podría profundizar la polarización en un país ya dividido por la corrupción y la violencia. No lograr sus reformas o la paz terminaría de hundir su credibilidad, a un año de las elecciones. Además, el costo económico de sus políticas amenaza con alienar a pequeñas empresas y trabajadores. 

  • Sin apoyo del Congreso ni margen fiscal, la visión de Petro para Colombia podría colapsar por su propio peso.

  • Colombia está en una encrucijada, sin saber si la apuesta constitucional de Petro salvará su legado para la izquierda o sumirá al país en un caos mayor. 

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