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Más que megavatios: las instituciones sostienen la estabilidad eléctrica

.
Jose Fernando Orellana
31 de mayo, 2025

Guatemala pasó de racionamientos diarios y subsidios insostenibles a convertirse en referente regional por su estabilidad eléctrica. ¿Cómo se logró? La respuesta no está solo en los megavatios, sino en la institucionalidad: independencia técnica, competencia regulada y visión de largo plazo. Hoy, esa arquitectura enfrenta nuevas presiones.

Por qué importa. La estabilidad eléctrica no fue producto del azar, ni únicamente de inversión. Fue resultado de una reforma que rediseñó el marco institucional, separó funciones y blindó decisiones técnicas frente a intereses políticos.

  • En 1996, la Ley General de Electricidad desmontó el modelo centralizado y otorgó libertad operativa a generación, transmisión y distribución bajo vigilancia técnica.
  • Se crearon organismos clave: la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE) como regulador independiente y el Administrador del Mercado Mayorista (AMM) como administrador del mercado.
  • Ambos siguen siendo pilares de confianza. La institucionalidad permitió atraer capital, reducir tarifas y garantizar suministro continuo. Hoy, ese modelo enfrenta el reto de renovarse sin perder su esencia.

Fisgón histórico. Antes de 1996, el INDE era regulador, operador y financiador en simultáneo. Esa concentración generó crisis financiera y operativa. La reforma separó la política de operación, una decisión que redefinió el rumbo del país.

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  • El sistema sufría apagones programados, contratos de emergencia con costos elevados y una cobertura inferior al 60 % de la población.
  • Con el nuevo marco legal, se profesionalizó la distribución y se descentralizó la inversión en generación, incluyendo fuentes renovables.
  • El impacto fue inmediato: en 1998 ya no se necesitaban racionamientos. A partir de entonces, Guatemala no ha vuelto a vivir una crisis energética estructural.

Datos clave. Más allá de los logros físicos, la gran transformación fue invisible: una red de instituciones técnicas que mantuvo reglas estables, atrajo inversión y protegió al sistema de vaivenes políticos.

  • Hoy, Guatemala genera más de 5000 MW, frente a los 828 MW que tenía antes de la reforma. El país incluso exporta excedentes a la región.
  • La cobertura supera el 89 % y las pérdidas bajaron de más de 30 % a ~14 %, gracias a modernización y regulación efectiva.
  • La CNEE sigue operando con independencia normativa. Su permanencia ha sido crucial para garantizar transparencia en tarifas y licitaciones.

Ahora qué. La arquitectura institucional ha dado resultados, pero no es inmune. El reto ahora es sostenerla, actualizarla y blindarla frente a presiones fiscales, populismo energético y captura política.

  • Alcanzar el 99 % de cobertura requerirá nuevos esquemas de financiamiento y planificación territorial con base técnica, no clientelar.
  • La transición a redes inteligentes y energías distribuidas exigirá adaptar el marco regulatorio sin sacrificar independencia ni previsibilidad.
  • El República Summit Sostenibilidad 2025: Energía para todos será un espacio decisivo para revisar la trayectoria institucional y trazar una hoja de ruta compartida. La institucionalidad no se celebra, se defiende. Será una plataforma estratégica para alinear actores públicos, privados y multilaterales.
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Más que megavatios: las instituciones sostienen la estabilidad eléctrica

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Jose Fernando Orellana
31 de mayo, 2025

Guatemala pasó de racionamientos diarios y subsidios insostenibles a convertirse en referente regional por su estabilidad eléctrica. ¿Cómo se logró? La respuesta no está solo en los megavatios, sino en la institucionalidad: independencia técnica, competencia regulada y visión de largo plazo. Hoy, esa arquitectura enfrenta nuevas presiones.

Por qué importa. La estabilidad eléctrica no fue producto del azar, ni únicamente de inversión. Fue resultado de una reforma que rediseñó el marco institucional, separó funciones y blindó decisiones técnicas frente a intereses políticos.

  • En 1996, la Ley General de Electricidad desmontó el modelo centralizado y otorgó libertad operativa a generación, transmisión y distribución bajo vigilancia técnica.
  • Se crearon organismos clave: la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE) como regulador independiente y el Administrador del Mercado Mayorista (AMM) como administrador del mercado.
  • Ambos siguen siendo pilares de confianza. La institucionalidad permitió atraer capital, reducir tarifas y garantizar suministro continuo. Hoy, ese modelo enfrenta el reto de renovarse sin perder su esencia.

Fisgón histórico. Antes de 1996, el INDE era regulador, operador y financiador en simultáneo. Esa concentración generó crisis financiera y operativa. La reforma separó la política de operación, una decisión que redefinió el rumbo del país.

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  • El sistema sufría apagones programados, contratos de emergencia con costos elevados y una cobertura inferior al 60 % de la población.
  • Con el nuevo marco legal, se profesionalizó la distribución y se descentralizó la inversión en generación, incluyendo fuentes renovables.
  • El impacto fue inmediato: en 1998 ya no se necesitaban racionamientos. A partir de entonces, Guatemala no ha vuelto a vivir una crisis energética estructural.

Datos clave. Más allá de los logros físicos, la gran transformación fue invisible: una red de instituciones técnicas que mantuvo reglas estables, atrajo inversión y protegió al sistema de vaivenes políticos.

  • Hoy, Guatemala genera más de 5000 MW, frente a los 828 MW que tenía antes de la reforma. El país incluso exporta excedentes a la región.
  • La cobertura supera el 89 % y las pérdidas bajaron de más de 30 % a ~14 %, gracias a modernización y regulación efectiva.
  • La CNEE sigue operando con independencia normativa. Su permanencia ha sido crucial para garantizar transparencia en tarifas y licitaciones.

Ahora qué. La arquitectura institucional ha dado resultados, pero no es inmune. El reto ahora es sostenerla, actualizarla y blindarla frente a presiones fiscales, populismo energético y captura política.

  • Alcanzar el 99 % de cobertura requerirá nuevos esquemas de financiamiento y planificación territorial con base técnica, no clientelar.
  • La transición a redes inteligentes y energías distribuidas exigirá adaptar el marco regulatorio sin sacrificar independencia ni previsibilidad.
  • El República Summit Sostenibilidad 2025: Energía para todos será un espacio decisivo para revisar la trayectoria institucional y trazar una hoja de ruta compartida. La institucionalidad no se celebra, se defiende. Será una plataforma estratégica para alinear actores públicos, privados y multilaterales.

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