La Cancillería guatemalteca emitió un comunicado a raíz del ataque con misiles que sufrió Israel por parte de la república islámica de Irán. Esto, luego de que Israel eliminara a líderes terroristas responsables de la masacre del 7 de octubre de 2023, donde fueron asesinados 815 civiles, además del secuestro de 251 personas, entre ellos, mujeres y niños. El comunicado es, cuando menos, insulso.
Aunque en el Medio Oriente y el norte de África hay unos cuantos países –no más de 8– que nominalmente son democracias, para efectos prácticos, la única real es la de Israel. Si a ello se agrega que en ninguno de los países vecinos se respetan los derechos humanos –basta ver el irrespeto a los derechos de la mujer, por ejemplo–, el caso para que Guatemala, que se precia de ser democrático y aspira a respetar los dd. hh. a cabalidad apoye decididamente a Israel, y no a las dictaduras o regímenes autocráticos de aquella región, está más que claro.
Diferencias entre pueblos y países siempre habrá, pero cuando el principal punto de disputa es que un grupo de países –algunos ni siquiera autocráticos, sino abiertamente teocráticos– niegan siquiera el derecho de existir a otro, no se puede hablar de diferencias, sino de aniquilación.
Todo ello alcanza niveles barbáricos cuando grupos terroristas como Hamás y Hezbolá –auspiciados por aquellos Estados– atacan a la población civil, particularmente a mujeres y niños. No como producto de bajas colaterales, sino directamente.
Cuando el gobierno emite comunicados como el aludido de la Cancillería, o mediante de fotografías del Presidente junto a dictadores como Miguel Díaz Canel, el país –no solo el gobierno– manda un mensaje al mundo de que su compromiso con la democracia y el respeto a los derechos humanos termina donde su ideología comienza. No es casualidad que la izquierda global –particularmente la latinoamericana– de identifique y se pronuncie a favor de los grupos terroristas y de autocracias.
Al leer el comunicado de la Cancillería, se recuerdan los consejos de Nicolás Maquiavelo respecto de cómo debían de posicionarse los príncipes –ahora jefes de Estado– en un conflicto ente otros Estados. La neutralidad –buscando evitar tomar partido– siempre llevará a la enemistad con ambos; con el perdedor por no haberlo apoyado, y con el ganador, por lo mismo.
La Cancillería guatemalteca emitió un comunicado a raíz del ataque con misiles que sufrió Israel por parte de la república islámica de Irán. Esto, luego de que Israel eliminara a líderes terroristas responsables de la masacre del 7 de octubre de 2023, donde fueron asesinados 815 civiles, además del secuestro de 251 personas, entre ellos, mujeres y niños. El comunicado es, cuando menos, insulso.
Aunque en el Medio Oriente y el norte de África hay unos cuantos países –no más de 8– que nominalmente son democracias, para efectos prácticos, la única real es la de Israel. Si a ello se agrega que en ninguno de los países vecinos se respetan los derechos humanos –basta ver el irrespeto a los derechos de la mujer, por ejemplo–, el caso para que Guatemala, que se precia de ser democrático y aspira a respetar los dd. hh. a cabalidad apoye decididamente a Israel, y no a las dictaduras o regímenes autocráticos de aquella región, está más que claro.
Diferencias entre pueblos y países siempre habrá, pero cuando el principal punto de disputa es que un grupo de países –algunos ni siquiera autocráticos, sino abiertamente teocráticos– niegan siquiera el derecho de existir a otro, no se puede hablar de diferencias, sino de aniquilación.
Todo ello alcanza niveles barbáricos cuando grupos terroristas como Hamás y Hezbolá –auspiciados por aquellos Estados– atacan a la población civil, particularmente a mujeres y niños. No como producto de bajas colaterales, sino directamente.
Cuando el gobierno emite comunicados como el aludido de la Cancillería, o mediante de fotografías del Presidente junto a dictadores como Miguel Díaz Canel, el país –no solo el gobierno– manda un mensaje al mundo de que su compromiso con la democracia y el respeto a los derechos humanos termina donde su ideología comienza. No es casualidad que la izquierda global –particularmente la latinoamericana– de identifique y se pronuncie a favor de los grupos terroristas y de autocracias.
Al leer el comunicado de la Cancillería, se recuerdan los consejos de Nicolás Maquiavelo respecto de cómo debían de posicionarse los príncipes –ahora jefes de Estado– en un conflicto ente otros Estados. La neutralidad –buscando evitar tomar partido– siempre llevará a la enemistad con ambos; con el perdedor por no haberlo apoyado, y con el ganador, por lo mismo.