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Kamala Harris es ungida —no electa— como la candidata a presidente demócrata

Ilustración por Gabo®
Rafael P. Palomo
23 de agosto, 2024

La Convención Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) culminó con la controversia de una candidata a la que no eligió un solo votante en las primarias.

Es noticia. Kamala Harris y Tim Walz fueron nominados como candidatos a presidenta y vicepresidente del partido demócrata. No obstante, el ambiente fue más parecido al de una coronación partidaria, que al de una elección democrática.

  • La actual vicepresidente pasó de ser una de las mayores debilidades del partido a ser su principal cara, apuesta y esperanza.

Hemeroteca. Han pasado 12 años entre el discurso de aceptación de la nominación de Harris y su primera aparición en una DNC. En aquella ocasión, la entonces fiscal general de California se dirigió a los delegados en apoyo a la nominación para la segunda candidatura del presidente Barack Obama. Su discurso se centró en presentar al presidente como el candidato de la clase media, en contraste con el perfil elitista de Mitt Romney, su contrincante republicano.

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  • Destacó que los demócratas eran los representantes del sueño americano, en un momento dónde la tasa de tasa de propiedad de vivienda en EE. UU. era de un 65.4 %.
  • Tras finalizar el mandato de Obama, esta había caído a un 63.7 %, la tasa más baja desde 1990. La cifra disminuyó en un 3.8 % durante su segunda presidencia.
  • Tres períodos presidenciales después, la candidatura demócrata es todo lo contrario. Harris, lejos de luchar contra los bancos y Wall Street, es la candidata de la élite progresista estadounidense.

Entre líneas. Luego de 16 años, la estrategia de campaña parece ser la misma que en 2008. El eslogan sencillo de Obama de “esperanza” se ha cambiado por “alegría”. El expresidente llegaba a la contienda bajo la promesa de ser el primer presidente negro, en un ambiente que requería cambio tras la crisis subprime.

  • Ahora, Harris promete a sus electores ser la primera mujer presidente de EE. UU., en un contexto inflacionario y plagado de desempleo.

Sí, pero. La diferencia es que, en 2008, el presidente era George W. Bush, un republicano. Hoy no solo hay un demócrata en la Casa Blanca, sino que la candidata que promete un cambio es la vicepresidente. Su campaña, y la convención en general, se ha centrado en la alegría de un EE. UU. mejor, con más oportunidades para la clase media y un costo de vida más bajo. Es una réplica no solo del “Hope” de Obama, pero de las “High Hopes” de John F. Kennedy.

  • Harris ha logrado recortar la ventaja que Donald Trump tenía sobre Joe Biden, colocándose incluso por delante del expresidente en algunas encuestas.
  • No obstante, sigue sin aventajarlo lo suficiente en los estados que decidirán la elección y sigue por detrás en Nevada, Georgia y Pensilvania.
  • A diferencia de Kennedy y Obama, Harris no puede alzar la bandera del cambio, ya que corre bajo el vehículo oficialista y no el opositor.

Qué destacar. La presidencia de Biden es altamente impopular. Su aprobación ronda el 38 %. Harris, como vicepresidente, llegó a la Casa Blanca con una aprobación de alrededor del 48 %. Actualmente, la cifra es de apenas un 41 %. Su gestión se ve con malos ojos, especialmente por la gente que trabaja con ella.

  • Gran parte de su equipo renunció durante su vicepresidencia, incluyendo a los más cercanos, como la ex asesora de política doméstica Rohini Kosoglu y jefa de gabinete Tina Flournoy, que no toleraron trabajar a su lado.

El balance. Harris y Walz nunca figuraron como una opción para los demócratas. No obstante, el deplorable estado cognitivo del presidente obligó a la cúpula del partido a ejecutar un golpe de estado interno para evitar perder la presidencia, el Senado y el Congreso en noviembre. Hoy en día, Joe Biden, como líder del mundo libre, ha pasado a ser una figura de segundo o tercer rango, incluso perdiendo la oportunidad de dar su discurso en la DNC en horario estelar. Aunque sigue al mando, el peso del actual presidente de EE. UU. es irrelevante, como nunca.

  • Los demócratas tienen el impulso, pero tendrán una dura tarea para conservarlo en los 74 días que faltan para las elecciones.
  • Una vez pasado el ímpetu de una nueva candidatura, la alegría que busca transmitir Harris tendrá que enfrentarse a la confrontación de su promesa de cambio, pero al resultado de su propio trabajo en la Casa Blanca. 
  • Con el esperado apoyo de Robert F. Kennedy Jr. a Donald Trump en las próximas horas, las elecciones de 2024 son cada vez más similares a las de 2016. 
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23 de agosto, 2024

La Convención Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) culminó con la controversia de una candidata a la que no eligió un solo votante en las primarias.

Es noticia. Kamala Harris y Tim Walz fueron nominados como candidatos a presidenta y vicepresidente del partido demócrata. No obstante, el ambiente fue más parecido al de una coronación partidaria, que al de una elección democrática.

  • La actual vicepresidente pasó de ser una de las mayores debilidades del partido a ser su principal cara, apuesta y esperanza.

Hemeroteca. Han pasado 12 años entre el discurso de aceptación de la nominación de Harris y su primera aparición en una DNC. En aquella ocasión, la entonces fiscal general de California se dirigió a los delegados en apoyo a la nominación para la segunda candidatura del presidente Barack Obama. Su discurso se centró en presentar al presidente como el candidato de la clase media, en contraste con el perfil elitista de Mitt Romney, su contrincante republicano.

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  • Destacó que los demócratas eran los representantes del sueño americano, en un momento dónde la tasa de tasa de propiedad de vivienda en EE. UU. era de un 65.4 %.
  • Tras finalizar el mandato de Obama, esta había caído a un 63.7 %, la tasa más baja desde 1990. La cifra disminuyó en un 3.8 % durante su segunda presidencia.
  • Tres períodos presidenciales después, la candidatura demócrata es todo lo contrario. Harris, lejos de luchar contra los bancos y Wall Street, es la candidata de la élite progresista estadounidense.

Entre líneas. Luego de 16 años, la estrategia de campaña parece ser la misma que en 2008. El eslogan sencillo de Obama de “esperanza” se ha cambiado por “alegría”. El expresidente llegaba a la contienda bajo la promesa de ser el primer presidente negro, en un ambiente que requería cambio tras la crisis subprime.

  • Ahora, Harris promete a sus electores ser la primera mujer presidente de EE. UU., en un contexto inflacionario y plagado de desempleo.

Sí, pero. La diferencia es que, en 2008, el presidente era George W. Bush, un republicano. Hoy no solo hay un demócrata en la Casa Blanca, sino que la candidata que promete un cambio es la vicepresidente. Su campaña, y la convención en general, se ha centrado en la alegría de un EE. UU. mejor, con más oportunidades para la clase media y un costo de vida más bajo. Es una réplica no solo del “Hope” de Obama, pero de las “High Hopes” de John F. Kennedy.

  • Harris ha logrado recortar la ventaja que Donald Trump tenía sobre Joe Biden, colocándose incluso por delante del expresidente en algunas encuestas.
  • No obstante, sigue sin aventajarlo lo suficiente en los estados que decidirán la elección y sigue por detrás en Nevada, Georgia y Pensilvania.
  • A diferencia de Kennedy y Obama, Harris no puede alzar la bandera del cambio, ya que corre bajo el vehículo oficialista y no el opositor.

Qué destacar. La presidencia de Biden es altamente impopular. Su aprobación ronda el 38 %. Harris, como vicepresidente, llegó a la Casa Blanca con una aprobación de alrededor del 48 %. Actualmente, la cifra es de apenas un 41 %. Su gestión se ve con malos ojos, especialmente por la gente que trabaja con ella.

  • Gran parte de su equipo renunció durante su vicepresidencia, incluyendo a los más cercanos, como la ex asesora de política doméstica Rohini Kosoglu y jefa de gabinete Tina Flournoy, que no toleraron trabajar a su lado.

El balance. Harris y Walz nunca figuraron como una opción para los demócratas. No obstante, el deplorable estado cognitivo del presidente obligó a la cúpula del partido a ejecutar un golpe de estado interno para evitar perder la presidencia, el Senado y el Congreso en noviembre. Hoy en día, Joe Biden, como líder del mundo libre, ha pasado a ser una figura de segundo o tercer rango, incluso perdiendo la oportunidad de dar su discurso en la DNC en horario estelar. Aunque sigue al mando, el peso del actual presidente de EE. UU. es irrelevante, como nunca.

  • Los demócratas tienen el impulso, pero tendrán una dura tarea para conservarlo en los 74 días que faltan para las elecciones.
  • Una vez pasado el ímpetu de una nueva candidatura, la alegría que busca transmitir Harris tendrá que enfrentarse a la confrontación de su promesa de cambio, pero al resultado de su propio trabajo en la Casa Blanca. 
  • Con el esperado apoyo de Robert F. Kennedy Jr. a Donald Trump en las próximas horas, las elecciones de 2024 son cada vez más similares a las de 2016. 

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