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En el Trump vs. Harvard, el único que pierde es EE. UU.

.
Rafael P. Palomo
30 de mayo, 2025

La cruzada de Trump contra las grandes universidades le costará a EE. UU. la carrera por la investigación y el desarrollo (I+D).

En perspectiva. En su más reciente ataque, la Administración Trump le revocó a la Universidad de Harvard la certificación para estudiantes extranjeros para el ciclo 2025-2026. La campaña contra Harvard empezó en 2024, cuando el Congreso interpeló a los decanos de universidades como Harvard, y MIT por manifestaciones antisemitas en sus campus.  

  • Trump tomó la bandera de la ofensiva y, en abril de 2025, congeló USD 2200M en subvenciones y hasta USD 60M en contratos de investigación del gobierno federal para Harvard.

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  • Posteriormente, en mayo, ordenó cancelar otros USD 100M en contratos, buscando cortar todo lazo financiero entre el gobierno y la universidad.

  • Según el presidente, Harvard fomenta ideologías antiestadounidenses; carece de “diversidad de puntos de vista”, sub representando a los conservadores, y no ha abordado el problema del antisemitismo.

Por qué importa. Medidas como la revocatoria de la certificación para estudiantes extranjeros se han detenido mediante apelaciones en tribunales. No obstante, los recortes han puesto en riesgo el funcionamiento de sus programas de investigación, de los cuales el gobierno EE. UU. se beneficia desde hace más de 80 años.  

  • Desde el proyecto Manhattan, el gobierno de EE. UU. —inicialmente, a través del Ejército— ha tercerizado su investigación a través de sus universidades privadas.

  • El gobierno financia a dichas instituciones y reduce costos para que las mentes más brillantes del mundo mantengan los mayores avances en tecnología y salud dentro de las fronteras de EE. UU.

  • Aunque Harvard es la cabeza de lanza, a Columbia, Cornell, Princeton, U-Penn y Northwest también se les ha recortado fondos. Otras 60 instituciones han recibido notificación de que están bajo investigación por antisemitismo.

Entre líneas. La Administración se ha escudado detrás del Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964 —que prohíbe la discriminación en instituciones que reciben fondos federales—, pero la presión a las universidades responde a la negativa por parte de sus autoridades a cambiar su sesgo ideológico.  

  • Trump ha presionado a las instituciones para eliminar sus programas DEI, imponer supervisión federal de currículos y contrataciones e implementar auditorías de “diversidad de puntos de vista”.

  • El Gobierno ha llegado, incluso, a denunciar vínculos en Harvard con el Partido Comunista Chino. Estas acusaciones han sido tajantemente rechazadas por su presidente, Alan Garber.

Sí, pero. La guerra cultural es una de las mayores luchas para Trump, y para su electorado también. Fue uno de los puntos que, especialmente entre los más jóvenes, le entregó la victoria en 2024. Incluso, Garber reconoció que la falta de conservadores y la represión de su libertad de expresión en Harvard es un problema que se debe resolver.  

  • De momento, EE. UU. todavía es el líder mundial en educación superior e I+D, con universidades que dominan los rankings y generan innovación de la que se benefician tanto la empresa privada como el gobierno, pero China se acerca rápidamente.

  • El ataque a la autonomía de cátedra universitaria y el financiamiento de I+D le restan a EE. UU. una ventaja competitiva para atraer talento e impulsar su economía; un vacío que, sin duda, China buscará llenar. 

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Rafael P. Palomo
30 de mayo, 2025

La cruzada de Trump contra las grandes universidades le costará a EE. UU. la carrera por la investigación y el desarrollo (I+D).

En perspectiva. En su más reciente ataque, la Administración Trump le revocó a la Universidad de Harvard la certificación para estudiantes extranjeros para el ciclo 2025-2026. La campaña contra Harvard empezó en 2024, cuando el Congreso interpeló a los decanos de universidades como Harvard, y MIT por manifestaciones antisemitas en sus campus.  

  • Trump tomó la bandera de la ofensiva y, en abril de 2025, congeló USD 2200M en subvenciones y hasta USD 60M en contratos de investigación del gobierno federal para Harvard.

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  • Posteriormente, en mayo, ordenó cancelar otros USD 100M en contratos, buscando cortar todo lazo financiero entre el gobierno y la universidad.

  • Según el presidente, Harvard fomenta ideologías antiestadounidenses; carece de “diversidad de puntos de vista”, sub representando a los conservadores, y no ha abordado el problema del antisemitismo.

Por qué importa. Medidas como la revocatoria de la certificación para estudiantes extranjeros se han detenido mediante apelaciones en tribunales. No obstante, los recortes han puesto en riesgo el funcionamiento de sus programas de investigación, de los cuales el gobierno EE. UU. se beneficia desde hace más de 80 años.  

  • Desde el proyecto Manhattan, el gobierno de EE. UU. —inicialmente, a través del Ejército— ha tercerizado su investigación a través de sus universidades privadas.

  • El gobierno financia a dichas instituciones y reduce costos para que las mentes más brillantes del mundo mantengan los mayores avances en tecnología y salud dentro de las fronteras de EE. UU.

  • Aunque Harvard es la cabeza de lanza, a Columbia, Cornell, Princeton, U-Penn y Northwest también se les ha recortado fondos. Otras 60 instituciones han recibido notificación de que están bajo investigación por antisemitismo.

Entre líneas. La Administración se ha escudado detrás del Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964 —que prohíbe la discriminación en instituciones que reciben fondos federales—, pero la presión a las universidades responde a la negativa por parte de sus autoridades a cambiar su sesgo ideológico.  

  • Trump ha presionado a las instituciones para eliminar sus programas DEI, imponer supervisión federal de currículos y contrataciones e implementar auditorías de “diversidad de puntos de vista”.

  • El Gobierno ha llegado, incluso, a denunciar vínculos en Harvard con el Partido Comunista Chino. Estas acusaciones han sido tajantemente rechazadas por su presidente, Alan Garber.

Sí, pero. La guerra cultural es una de las mayores luchas para Trump, y para su electorado también. Fue uno de los puntos que, especialmente entre los más jóvenes, le entregó la victoria en 2024. Incluso, Garber reconoció que la falta de conservadores y la represión de su libertad de expresión en Harvard es un problema que se debe resolver.  

  • De momento, EE. UU. todavía es el líder mundial en educación superior e I+D, con universidades que dominan los rankings y generan innovación de la que se benefician tanto la empresa privada como el gobierno, pero China se acerca rápidamente.

  • El ataque a la autonomía de cátedra universitaria y el financiamiento de I+D le restan a EE. UU. una ventaja competitiva para atraer talento e impulsar su economía; un vacío que, sin duda, China buscará llenar. 

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