El régimen del terror de Ortega expande sus fronteras, con una persecución política de la que sus disidentes no pueden escapar ni en el exilio.
En perspectiva. El pasado 19 de junio fue asesinado el mayor (retirado) del ejército nicaragüense, Roberto Samcam. El otrora oficial formó parte del Ejército Popular Sandinista e integró las filas castrenses de Nicaragua hasta 1991.
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Samcam vivía exiliado en Costa Rica desde 2018 debido a su fuerte oposición al régimen sandinista, desde el regreso al poder de Daniel Ortega en 2007.
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Dos sicarios ingresaron al condominio donde residía, haciéndose pasar por inquilinos, y uno de ellos acribilló al exmilitar en la puerta de su casa.
Por qué importa. Samcam es el cuarto disidente nicaragüense que es asesinado durante su exilio en Costa Rica. En 2022, Rodolfo Rojas fue secuestrado en Costa Rica. Su cadáver se encontró posteriormente cerca de la frontera entre Honduras y Nicaragua. En 2023, en La Cruz, Guanacaste, fue asesinado el excarcelado político Erick Antonio Castillo y en 2024, el líder campesino Jaime Luis Ortega, refugiado en Costa Rica desde 2018, fue asesinado en Upala.
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Joao Maldonado, ex simpatizante de Ortega y trabajador de Alba en Nicaragua, se exilió en Costa Rica tras el arresto de su padre durante las protestas del Indio Maíz en 2018.
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Desde entonces, ha sufrido dos atentados por sicarios motorizados en Costa Rica, recibiendo al menos 12 disparos.
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Maldonado ha sobrevivido a ambos, y ha acusado al ejército nicaragüense y al FSLN por los atentados.
Entre líneas. Los crímenes siguen el mismo patrón de seguimiento y vigilancia en los días previos al atentado, pero, principalmente, que todos los asesinados participaron de las protestas de 2018 o fueron críticos de la represión estatal contra los manifestantes. Costa Rica se ha vuelto un refugio para cientos de miles de nicaragüenses que han buscado escapar del totalitarismo sandinista.
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No obstante, entre aquellos que han huido de la miseria del orteguismo también ha llegado al país una red de sicarios presuntamente al servicio del régimen Ortega-Murillo.
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La multiplicidad de homicidios y los atentados con patrones comunes indican una operatividad sistémica y organizada: un modelo de terror y represión extraterritorial contra sus opositores.
En conclusión. Samcam era uno de los muchos excombatientes sandinistas que pasaron de apoyar al régimen a denunciar los abusos de poder y, sobre todo, la intención de Daniel Ortega de prolongarse en el poder y establecer una línea de sucesión dinástica. Incluso su hermano, Humberto Ortega, cayó en desgracia con el tirano y terminó muriendo en arresto domiciliario, bajo dudosas circunstancias.
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De acuerdo con un estudio de la Fundación Sin Límites para el Desarrollo Humano, un 59 % de los refugiados nicaragüenses han sido víctimas de amenazas tras su exilio, siendo Costa Rica el país con más casos.
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Costa Rica, que otrora presumía de su envidiable seguridad, se ha convertido en territorio de operaciones para una red de represión trasnacional de Ortega que no conoce fronteras.
El régimen del terror de Ortega expande sus fronteras, con una persecución política de la que sus disidentes no pueden escapar ni en el exilio.
En perspectiva. El pasado 19 de junio fue asesinado el mayor (retirado) del ejército nicaragüense, Roberto Samcam. El otrora oficial formó parte del Ejército Popular Sandinista e integró las filas castrenses de Nicaragua hasta 1991.
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Samcam vivía exiliado en Costa Rica desde 2018 debido a su fuerte oposición al régimen sandinista, desde el regreso al poder de Daniel Ortega en 2007.
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Dos sicarios ingresaron al condominio donde residía, haciéndose pasar por inquilinos, y uno de ellos acribilló al exmilitar en la puerta de su casa.
Por qué importa. Samcam es el cuarto disidente nicaragüense que es asesinado durante su exilio en Costa Rica. En 2022, Rodolfo Rojas fue secuestrado en Costa Rica. Su cadáver se encontró posteriormente cerca de la frontera entre Honduras y Nicaragua. En 2023, en La Cruz, Guanacaste, fue asesinado el excarcelado político Erick Antonio Castillo y en 2024, el líder campesino Jaime Luis Ortega, refugiado en Costa Rica desde 2018, fue asesinado en Upala.
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Joao Maldonado, ex simpatizante de Ortega y trabajador de Alba en Nicaragua, se exilió en Costa Rica tras el arresto de su padre durante las protestas del Indio Maíz en 2018.
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Desde entonces, ha sufrido dos atentados por sicarios motorizados en Costa Rica, recibiendo al menos 12 disparos.
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Maldonado ha sobrevivido a ambos, y ha acusado al ejército nicaragüense y al FSLN por los atentados.
Entre líneas. Los crímenes siguen el mismo patrón de seguimiento y vigilancia en los días previos al atentado, pero, principalmente, que todos los asesinados participaron de las protestas de 2018 o fueron críticos de la represión estatal contra los manifestantes. Costa Rica se ha vuelto un refugio para cientos de miles de nicaragüenses que han buscado escapar del totalitarismo sandinista.
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No obstante, entre aquellos que han huido de la miseria del orteguismo también ha llegado al país una red de sicarios presuntamente al servicio del régimen Ortega-Murillo.
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La multiplicidad de homicidios y los atentados con patrones comunes indican una operatividad sistémica y organizada: un modelo de terror y represión extraterritorial contra sus opositores.
En conclusión. Samcam era uno de los muchos excombatientes sandinistas que pasaron de apoyar al régimen a denunciar los abusos de poder y, sobre todo, la intención de Daniel Ortega de prolongarse en el poder y establecer una línea de sucesión dinástica. Incluso su hermano, Humberto Ortega, cayó en desgracia con el tirano y terminó muriendo en arresto domiciliario, bajo dudosas circunstancias.
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De acuerdo con un estudio de la Fundación Sin Límites para el Desarrollo Humano, un 59 % de los refugiados nicaragüenses han sido víctimas de amenazas tras su exilio, siendo Costa Rica el país con más casos.
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Costa Rica, que otrora presumía de su envidiable seguridad, se ha convertido en territorio de operaciones para una red de represión trasnacional de Ortega que no conoce fronteras.