Rodrigo Chaves encamina a Costa Rica por la ruta de la deriva autocrática de Centroamérica, bajo la sombra de Bukele.
Panorama general. A finales del mes de junio, el presidente costarricense, Rodrigo Chaves, escandalizó al país tras llamarlo una “dictadura perfecta”. Los ocho expresidentes de Costa Rica desde 1986 condenaron sus declaraciones, donde equiparó al país centroamericano con tiranías como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Costa Rica es considerada la democracia más estable de Centroamérica y una de las más sólidas de América Latina.
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Chaves no está de acuerdo; ve en la fortaleza de las instituciones costarricenses un obstáculo para sus planes de gobierno.
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Entre líneas. De acuerdo con el presidente, Costa Rica ha sido una dictadura perfecta por más de siete décadas, forjada por políticos que crearon un marco jurídico para limitar el “poder real del pueblo”. Chaves indicó que los autores de la Constitución tica eran “vivazos”, indicando que redactaron la carta magna para defender sus intereses particulares.
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Las siete décadas a las que se refiere el presidente son la época democrática costarricense, que inició luego de la guerra civil de marzo de 1948.
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Tras los enfrentamientos entre marzo y abril de ese año –donde hubo 4000 fallecidos– se inició el proceso de democratización del país.
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La Costa Rica moderna se comprende a partir de 1949 —hace 75 años— a partir la promulgación de la vigente Constitución y la abolición del ejército costarricense.
Visto y no visto. No es la primera vez que Chaves denuncia la democracia de Costa Rica como un obstáculo. El país experimentó un incremento de un 50.57 % de homicidios entre 2021 y 2023, pero el salto más importante fue entre 2022 y 2023, donde aumentó en un 40 %. La creciente presencia del narco y la migración proveniente de Sudamérica ha convertido a Costa Rica en un país cada vez más peligroso.
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Chaves ha elogiado en el pasado al presidente Bukele por sus logros en materia de seguridad, pero señaló que replicar el modelo en su país es imposible debido a su marco institucional.
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De acuerdo con el presidente, el éxito de Bukele se debe a que “el Congreso tomó decisiones de despedir y reemplazar fiscales, a la Sala Constitucional y otras estructuras de poder. Ellos tienen ejército y declaró, el mismo Congreso, un estado de excepción”.
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Añadió que el pueblo costarricense tiene la oportunidad de hacer eso posible en 2026, dependiendo de “[…] qué tipo de mayoría quiere darle al próximo presidente para que tome acciones que en nuestro régimen jurídico hoy son simplemente imposibles".
Por qué importa. El “modelo” Bukele ha evidenciado ciertas limitaciones de gobernabilidad en los sistemas democráticos. El salvadoreño ha logrado hacer seguro a El Salvador en corto plazo, utilizando su mayoría legislativa para saltarse cualquier tipo de freno y fiscalización a su gestión. Chaves quiere lo mismo para Costa Rica. El problema del presidente costarricense no es la democracia en sí, sino el sistema de frenos y contrapesos.
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Chaves tildó a Costa Rica como una dictadura poco antes de que la Asamblea Legislativa suspendiera la votación de su propuesto referéndum para aprobar su proyecto de reforma institucional.
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Frustrado por la oposición, el Jefe de Estado ha entendido que la ruta Bukele —aplastar a la oposición y evitar los frenos y contrapesos del sistema— es su mejor opción para cambiar la situación de Costa Rica.
Rodrigo Chaves encamina a Costa Rica por la ruta de la deriva autocrática de Centroamérica, bajo la sombra de Bukele.
Panorama general. A finales del mes de junio, el presidente costarricense, Rodrigo Chaves, escandalizó al país tras llamarlo una “dictadura perfecta”. Los ocho expresidentes de Costa Rica desde 1986 condenaron sus declaraciones, donde equiparó al país centroamericano con tiranías como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Costa Rica es considerada la democracia más estable de Centroamérica y una de las más sólidas de América Latina.
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Entre líneas. De acuerdo con el presidente, Costa Rica ha sido una dictadura perfecta por más de siete décadas, forjada por políticos que crearon un marco jurídico para limitar el “poder real del pueblo”. Chaves indicó que los autores de la Constitución tica eran “vivazos”, indicando que redactaron la carta magna para defender sus intereses particulares.
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Las siete décadas a las que se refiere el presidente son la época democrática costarricense, que inició luego de la guerra civil de marzo de 1948.
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Tras los enfrentamientos entre marzo y abril de ese año –donde hubo 4000 fallecidos– se inició el proceso de democratización del país.
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La Costa Rica moderna se comprende a partir de 1949 —hace 75 años— a partir la promulgación de la vigente Constitución y la abolición del ejército costarricense.
Visto y no visto. No es la primera vez que Chaves denuncia la democracia de Costa Rica como un obstáculo. El país experimentó un incremento de un 50.57 % de homicidios entre 2021 y 2023, pero el salto más importante fue entre 2022 y 2023, donde aumentó en un 40 %. La creciente presencia del narco y la migración proveniente de Sudamérica ha convertido a Costa Rica en un país cada vez más peligroso.
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Chaves ha elogiado en el pasado al presidente Bukele por sus logros en materia de seguridad, pero señaló que replicar el modelo en su país es imposible debido a su marco institucional.
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De acuerdo con el presidente, el éxito de Bukele se debe a que “el Congreso tomó decisiones de despedir y reemplazar fiscales, a la Sala Constitucional y otras estructuras de poder. Ellos tienen ejército y declaró, el mismo Congreso, un estado de excepción”.
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Añadió que el pueblo costarricense tiene la oportunidad de hacer eso posible en 2026, dependiendo de “[…] qué tipo de mayoría quiere darle al próximo presidente para que tome acciones que en nuestro régimen jurídico hoy son simplemente imposibles".
Por qué importa. El “modelo” Bukele ha evidenciado ciertas limitaciones de gobernabilidad en los sistemas democráticos. El salvadoreño ha logrado hacer seguro a El Salvador en corto plazo, utilizando su mayoría legislativa para saltarse cualquier tipo de freno y fiscalización a su gestión. Chaves quiere lo mismo para Costa Rica. El problema del presidente costarricense no es la democracia en sí, sino el sistema de frenos y contrapesos.
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Chaves tildó a Costa Rica como una dictadura poco antes de que la Asamblea Legislativa suspendiera la votación de su propuesto referéndum para aprobar su proyecto de reforma institucional.
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Frustrado por la oposición, el Jefe de Estado ha entendido que la ruta Bukele —aplastar a la oposición y evitar los frenos y contrapesos del sistema— es su mejor opción para cambiar la situación de Costa Rica.