“Paren de abusar del pueblo salvadoreño o no se quejen después, porque todos están fichados y ustedes lo saben”. Así amenazó el presidente Bukele a los comerciantes para bajar los precios de los alimentos.
Es noticia. El pasado 5 de julio, Nayib Bukele llevó a cabo una reunión de gabinete donde abordó los tres temas que él considera urgentes de resolver para El Salvador: la epidemia del dengue, las lluvias y los precios de los alimentos. Como es habitual, la reunión fue televisada en cadena nacional, donde Bukele exige a sus ministros rendir cuentas ante las cámaras y comparar sus logros con los de gobiernos anteriores.
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Destacó su amenaza a los importadores, distribuidores, comercializadores y mayoristas de alimentos: “paren de abusar [...] yo espero precios más bajos mañana o van a tener problemas”.
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Por qué importa. Desde que Bukele asumió la presidencia en 2019, El Salvador ha experimentado síntomas de una crisis económica, llegando a atravesar –incluso– facetas de estanflación en 2022, con contracciones en la economía, aumentos en el desempleo y, a su vez, en el precio de los productos.
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Desde la pandemia, más de 170 mil salvadoreños han caído en pobreza extrema y el costo de vida es cada vez mayor.
Los datos. Una encuesta de la Universidad Francisco Gavidia reflejó que un 90 % de la población considera que sus salarios no alanzan para cubrir sus gastos. De los encuestados, aproximadamente un 70 % indicó que los alimentos son el rubro más costoso dentro de su presupuesto mensual.
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Los resultados mostraron que un 50 % de los salvadoreños tienen un salario inferior a USD 350. Solamente un 3.6 % afirmó tener un salario superior a los USD 1000 al mes.
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La misma encuesta evidenció que la mayor frustración de los salvadoreños son sus “problemas económicos”.
Visto y no visto. Bukele es consciente de que el despegue económico es la única manera de sostener su popularidad y gobierno a largo plazo. No obstante, en cinco años, al gobierno de Bukele nunca le importó el desempeño de su economía. El Salvador no es un país soberano alimentariamente y a la Administración Bukele nunca le había preocupado. El país produce muy poco de los productos alimenticios que consume.
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Las hortalizas consumidas en El Salvador, por ejemplo, provienen en un 80 % de Guatemala.
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Problemas políticos, sequías, inundaciones y problemas de infraestructura en países proveedores impactan fuertemente los precios en los mercados salvadoreños, incluso más que en sus países de origen.
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Entre 2022 y 2023, El Salvador produjo solamente 11.19 libras de yuca por habitante; 8.22 de tomate; 6.84 de güisquil; 4.74 de pepino; 4.45 de chile verde; 2.68 de papa, y apenas 1.29 de ejote. El resto del mercado se abastece por importaciones.
En el radar. El abandono de la agroindustria salvadoreña ha llevado a Bukele a intentar mitigar los efectos de la inflación a base de amenazas. En su cadena, amedrentó a los comerciantes de alimentos, diciéndoles que si no bajaban los precios les perseguiría. El presidente afirmó que el gobierno ha ignorado casos de evasión fiscal, sobornos, contrabando y falsificación de declaraciones aduaneras y que usará la persecución penal en caso de no acatar sus órdenes.
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No obstante, el lunes los mercados amanecieron con precios igual de altos y en algunos productos —como el pollo— incluso más altos. Los comerciantes afirmaron que no podían bajar los precios, por el costó que supone importarlos.
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De acuerdo con Juan Ramón Rallo, economista español, las declaraciones de Bukele son el “comportamiento propio de un estado mafioso y no de un estado de derecho”, lo que afectará la atracción de inversión al país con menor inversión extranjera directa en toda Centroamérica.
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A pesar de ello, Bukele está determinado a que la política mande por encima de las leyes de la economía y advirtió que su guerra contra los comerciantes y sus precios será tan dura como la lucha contra las pandillas.
“Paren de abusar del pueblo salvadoreño o no se quejen después, porque todos están fichados y ustedes lo saben”. Así amenazó el presidente Bukele a los comerciantes para bajar los precios de los alimentos.
Es noticia. El pasado 5 de julio, Nayib Bukele llevó a cabo una reunión de gabinete donde abordó los tres temas que él considera urgentes de resolver para El Salvador: la epidemia del dengue, las lluvias y los precios de los alimentos. Como es habitual, la reunión fue televisada en cadena nacional, donde Bukele exige a sus ministros rendir cuentas ante las cámaras y comparar sus logros con los de gobiernos anteriores.
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Destacó su amenaza a los importadores, distribuidores, comercializadores y mayoristas de alimentos: “paren de abusar [...] yo espero precios más bajos mañana o van a tener problemas”.
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Por qué importa. Desde que Bukele asumió la presidencia en 2019, El Salvador ha experimentado síntomas de una crisis económica, llegando a atravesar –incluso– facetas de estanflación en 2022, con contracciones en la economía, aumentos en el desempleo y, a su vez, en el precio de los productos.
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Desde la pandemia, más de 170 mil salvadoreños han caído en pobreza extrema y el costo de vida es cada vez mayor.
Los datos. Una encuesta de la Universidad Francisco Gavidia reflejó que un 90 % de la población considera que sus salarios no alanzan para cubrir sus gastos. De los encuestados, aproximadamente un 70 % indicó que los alimentos son el rubro más costoso dentro de su presupuesto mensual.
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Los resultados mostraron que un 50 % de los salvadoreños tienen un salario inferior a USD 350. Solamente un 3.6 % afirmó tener un salario superior a los USD 1000 al mes.
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La misma encuesta evidenció que la mayor frustración de los salvadoreños son sus “problemas económicos”.
Visto y no visto. Bukele es consciente de que el despegue económico es la única manera de sostener su popularidad y gobierno a largo plazo. No obstante, en cinco años, al gobierno de Bukele nunca le importó el desempeño de su economía. El Salvador no es un país soberano alimentariamente y a la Administración Bukele nunca le había preocupado. El país produce muy poco de los productos alimenticios que consume.
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Las hortalizas consumidas en El Salvador, por ejemplo, provienen en un 80 % de Guatemala.
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Problemas políticos, sequías, inundaciones y problemas de infraestructura en países proveedores impactan fuertemente los precios en los mercados salvadoreños, incluso más que en sus países de origen.
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Entre 2022 y 2023, El Salvador produjo solamente 11.19 libras de yuca por habitante; 8.22 de tomate; 6.84 de güisquil; 4.74 de pepino; 4.45 de chile verde; 2.68 de papa, y apenas 1.29 de ejote. El resto del mercado se abastece por importaciones.
En el radar. El abandono de la agroindustria salvadoreña ha llevado a Bukele a intentar mitigar los efectos de la inflación a base de amenazas. En su cadena, amedrentó a los comerciantes de alimentos, diciéndoles que si no bajaban los precios les perseguiría. El presidente afirmó que el gobierno ha ignorado casos de evasión fiscal, sobornos, contrabando y falsificación de declaraciones aduaneras y que usará la persecución penal en caso de no acatar sus órdenes.
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No obstante, el lunes los mercados amanecieron con precios igual de altos y en algunos productos —como el pollo— incluso más altos. Los comerciantes afirmaron que no podían bajar los precios, por el costó que supone importarlos.
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De acuerdo con Juan Ramón Rallo, economista español, las declaraciones de Bukele son el “comportamiento propio de un estado mafioso y no de un estado de derecho”, lo que afectará la atracción de inversión al país con menor inversión extranjera directa en toda Centroamérica.
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A pesar de ello, Bukele está determinado a que la política mande por encima de las leyes de la economía y advirtió que su guerra contra los comerciantes y sus precios será tan dura como la lucha contra las pandillas.