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Arévalo y Herrera: la comunicación rota

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Gérman Gómez
17 de diciembre, 2025

En 2023, previo a las elecciones, Bernardo Arévalo y Karin Herrera mantenían una buena relación como el binomio que aspiraba a la presidencia por el partido Movimiento Semilla. Tras ganar las elecciones, se posicionaron como un equipo de Estado. En varias entrevistas afirmaron que trabajarían de la mano para cumplir su plan de Gobierno.

  • A casi dos años de administración, ambos funcionarios se distanciaron. El trabajo en conjunto es mínimo y en apariciones públicas raras veces se ven.

Por qué importa. Los desacuerdos entre Arévalo y Herrera afectan la gobernabilidad del país. El punto de quiebre de la desgastada relación presidencial fue la reducción “obligada” del salario de la vicepresidenta. El escándalo se dio en junio pasado y expuso la falta de comunicación entre “el binomio”.

  • La crisis le restó credibilidad al gobierno, pues una de las principales promesas de campaña no se cumplió. La vicepresidencia esquivó el compromiso adquirido.
  • El tema del salario no se trató en privado. Escaló a la esfera pública; ambos compartieron sus versiones a través de comunicados —separados— y declaraciones a la prensa.
  • En su momento, Herrera habló del asunto y expuso el estado de la relación con Arévalo. Ella indicó: “No somos amigos con el presidente, pero tratamos de tener comunicación”.

Punto de fricción. Las diferencias entre un presidente y su vicepresidente no son nuevas. En otros gobiernos se han vivido. Alejandro Giammattei y Guillermo Castillo rompieron relaciones a partir de la creación del Centro de Gobierno. La comunicación de los dos fue escasa. Hoy se repite con Arévalo y Herrera. Son lo mismo.

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  • Según analistas, la vicepresidenta se alejó de las decisiones importantes del Gobierno. Algunos la consideran con fuerte inclinación ideológica y partidista.
  • Su participación está invisibilizada. No trasciende en proyectos de Estado, mientras que Arévalo acapara toda la atención mediática. Incluso, algunos diputados y ministros figuran más.
  • Por su parte, Arévalo indicó en abril pasado que no existía “divorcio con la vicepresidencia”.  A más de ocho meses de esas declaraciones, los encuentros comunes han sido escasos.

Sí, pero. Fuentes a lo interno del Gobierno afirmaron que las reuniones de trabajo no son frecuentes. Tienen meses de no hacerlo. Pareciera que cada uno tiene una agenda propia por cumplir. Los encuentros se dan, en la mayoría de los casos, cuando hay Consejo de Ministros y participan más funcionarios.

  • Los círculos de influencia de Arévalo están conformados por otros asesores, diputados y funcionarios del Gobierno. La vicepresidenta no figura en la toma de decisiones.
  • Los asesores que más resaltan son Mario Taracena y Oliverio García, ambos exdiputados del Congreso. También figura Miguel Ángel Sandoval, activista político y exguerrillero.
  • Del binomio, Arévalo mantiene la narrativa política antisistema, mientras que Herrera se ha dedicado a impulsar programas educativos y de ciencia.

En conclusión. La relación entre Bernardo Arévalo y Karin Herrera refleja una fractura política que el Gobierno no ha logrado administrar con madurez. La falta de coordinación y comunicación convirtió desacuerdos internos en crisis públicas que afectan la gobernabilidad y la credibilidad del proyecto que ambos ofrecieron.

  • El manejo público del conflicto salarial evidenció improvisación y ausencia de canales internos eficaces. Debilitó la imagen de unidad del Ejecutivo y expuso tensiones innecesarias ante la ciudadanía.
  • La marginación de la vicepresidencia de los espacios de decisión redujo el peso político de Herrera y proyectó un Ejecutivo concentrado en círculos cerrados de asesoría.
  • Mientras Arévalo monopoliza la narrativa política y Herrera opera en una agenda paralela, el binomio pierde cohesión. Envía una señal de desorden institucional que limita la ejecución de políticas de Estado.
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Arévalo y Herrera: la comunicación rota

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Gérman Gómez
17 de diciembre, 2025

En 2023, previo a las elecciones, Bernardo Arévalo y Karin Herrera mantenían una buena relación como el binomio que aspiraba a la presidencia por el partido Movimiento Semilla. Tras ganar las elecciones, se posicionaron como un equipo de Estado. En varias entrevistas afirmaron que trabajarían de la mano para cumplir su plan de Gobierno.

  • A casi dos años de administración, ambos funcionarios se distanciaron. El trabajo en conjunto es mínimo y en apariciones públicas raras veces se ven.

Por qué importa. Los desacuerdos entre Arévalo y Herrera afectan la gobernabilidad del país. El punto de quiebre de la desgastada relación presidencial fue la reducción “obligada” del salario de la vicepresidenta. El escándalo se dio en junio pasado y expuso la falta de comunicación entre “el binomio”.

  • La crisis le restó credibilidad al gobierno, pues una de las principales promesas de campaña no se cumplió. La vicepresidencia esquivó el compromiso adquirido.
  • El tema del salario no se trató en privado. Escaló a la esfera pública; ambos compartieron sus versiones a través de comunicados —separados— y declaraciones a la prensa.
  • En su momento, Herrera habló del asunto y expuso el estado de la relación con Arévalo. Ella indicó: “No somos amigos con el presidente, pero tratamos de tener comunicación”.

Punto de fricción. Las diferencias entre un presidente y su vicepresidente no son nuevas. En otros gobiernos se han vivido. Alejandro Giammattei y Guillermo Castillo rompieron relaciones a partir de la creación del Centro de Gobierno. La comunicación de los dos fue escasa. Hoy se repite con Arévalo y Herrera. Son lo mismo.

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  • Según analistas, la vicepresidenta se alejó de las decisiones importantes del Gobierno. Algunos la consideran con fuerte inclinación ideológica y partidista.
  • Su participación está invisibilizada. No trasciende en proyectos de Estado, mientras que Arévalo acapara toda la atención mediática. Incluso, algunos diputados y ministros figuran más.
  • Por su parte, Arévalo indicó en abril pasado que no existía “divorcio con la vicepresidencia”.  A más de ocho meses de esas declaraciones, los encuentros comunes han sido escasos.

Sí, pero. Fuentes a lo interno del Gobierno afirmaron que las reuniones de trabajo no son frecuentes. Tienen meses de no hacerlo. Pareciera que cada uno tiene una agenda propia por cumplir. Los encuentros se dan, en la mayoría de los casos, cuando hay Consejo de Ministros y participan más funcionarios.

  • Los círculos de influencia de Arévalo están conformados por otros asesores, diputados y funcionarios del Gobierno. La vicepresidenta no figura en la toma de decisiones.
  • Los asesores que más resaltan son Mario Taracena y Oliverio García, ambos exdiputados del Congreso. También figura Miguel Ángel Sandoval, activista político y exguerrillero.
  • Del binomio, Arévalo mantiene la narrativa política antisistema, mientras que Herrera se ha dedicado a impulsar programas educativos y de ciencia.

En conclusión. La relación entre Bernardo Arévalo y Karin Herrera refleja una fractura política que el Gobierno no ha logrado administrar con madurez. La falta de coordinación y comunicación convirtió desacuerdos internos en crisis públicas que afectan la gobernabilidad y la credibilidad del proyecto que ambos ofrecieron.

  • El manejo público del conflicto salarial evidenció improvisación y ausencia de canales internos eficaces. Debilitó la imagen de unidad del Ejecutivo y expuso tensiones innecesarias ante la ciudadanía.
  • La marginación de la vicepresidencia de los espacios de decisión redujo el peso político de Herrera y proyectó un Ejecutivo concentrado en círculos cerrados de asesoría.
  • Mientras Arévalo monopoliza la narrativa política y Herrera opera en una agenda paralela, el binomio pierde cohesión. Envía una señal de desorden institucional que limita la ejecución de políticas de Estado.

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