El mercado de viviendas existentes en Estados Unidos registró en marzo su mayor desplome desde 2022. Esto debido al persistente impacto de las altas tasas hipotecarias. El panorama, lejos de mejorar con la llegada de la primavera, revela un entorno de compra más desafiante que nunca.
Por qué importa. La vivienda, eje del patrimonio familiar estadounidense, enfrenta barreras crecientes. Las tasas hipotecarias altas están erosionando el acceso a la propiedad y congelando un mercado que solía ser un motor económico.
- En marzo, las ventas de casas cayeron 5.9 %. De acuerdo con la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (NAR), estas alcanzaron apenas 4.02M de unidades anuales, su peor nivel desde noviembre de 2022.
- La hipoteca fija a 30 años se mantiene cerca del 6.7 %, frenando el inicio de la temporada de primavera, tradicionalmente activa para el sector inmobiliario.
- Para Lawrence Yun, economista jefe de NAR, “la movilidad de vivienda está en mínimos históricos”, lo que compromete la dinámica económica general.
En el radar. A pesar del repunte estacional, la actividad inmobiliaria sigue débil. Más compradores están ingresando al mercado, pero pocos concretan compras, lo que refleja un entorno disfuncional donde la intención choca con la realidad crediticia.
- Según expertos, la tasa hipotecaria alcanzó 6.83 % a finales de marzo, su punto más alto en ocho semanas, complicando aún más los cierres de venta.
- Algunos describen el mercado como “congelado por el abismo” entre hipotecas nuevas y antiguas: 7 % versus 4.3 %.
- Esta brecha genera reticencia entre los propietarios actuales a vender, ya que perderían sus condiciones previas favorables. Esto reduce aún más la oferta disponible.
Datos clave. La caída de ventas no implica un desplome total. El precio medio de las viviendas ha mostrado cierta estabilidad, lo que evidencia una demanda contenida entre los compradores con mayor capacidad económica.
- Aunque las ventas retroceden, la mediana de precios ha resistido e incluso ha aumentado en segmentos específicos, según datos agregados del sector.
- El inventario ha mejorado levemente, pero sigue por debajo del nivel necesario para equilibrar el mercado. Esto mantiene la presión sobre los precios en zonas urbanas clave.
- Las propiedades de precio medio son las más afectadas: se venden menos, se ajustan menos y enfrentan más competencia, en un mercado que empieza a perder dinamismo.
Lo que sigue. La evolución del mercado dependerá de las decisiones de la Reserva Federal y del rumbo de la economía general. Mientras los precios de renta aumentan, más hogares podrían verse forzados a reevaluar si comprar sigue siendo una opción.
- Una posible desaceleración económica agravada por aranceles o menor inversión puede reducir aún más la demanda de vivienda, según Allen.
- El aumento continuo de los alquileres podría generar presión sobre el mercado de compra, forzando decisiones anticipadas entre los consumidores.
- La incertidumbre marca el segundo trimestre de 2024. Propietarios, compradores e inversores se enfrentan a un ciclo prolongado de reajuste, sin señales claras de alivio inmediato.
El mercado de viviendas existentes en Estados Unidos registró en marzo su mayor desplome desde 2022. Esto debido al persistente impacto de las altas tasas hipotecarias. El panorama, lejos de mejorar con la llegada de la primavera, revela un entorno de compra más desafiante que nunca.
Por qué importa. La vivienda, eje del patrimonio familiar estadounidense, enfrenta barreras crecientes. Las tasas hipotecarias altas están erosionando el acceso a la propiedad y congelando un mercado que solía ser un motor económico.
- En marzo, las ventas de casas cayeron 5.9 %. De acuerdo con la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (NAR), estas alcanzaron apenas 4.02M de unidades anuales, su peor nivel desde noviembre de 2022.
- La hipoteca fija a 30 años se mantiene cerca del 6.7 %, frenando el inicio de la temporada de primavera, tradicionalmente activa para el sector inmobiliario.
- Para Lawrence Yun, economista jefe de NAR, “la movilidad de vivienda está en mínimos históricos”, lo que compromete la dinámica económica general.
En el radar. A pesar del repunte estacional, la actividad inmobiliaria sigue débil. Más compradores están ingresando al mercado, pero pocos concretan compras, lo que refleja un entorno disfuncional donde la intención choca con la realidad crediticia.
- Según expertos, la tasa hipotecaria alcanzó 6.83 % a finales de marzo, su punto más alto en ocho semanas, complicando aún más los cierres de venta.
- Algunos describen el mercado como “congelado por el abismo” entre hipotecas nuevas y antiguas: 7 % versus 4.3 %.
- Esta brecha genera reticencia entre los propietarios actuales a vender, ya que perderían sus condiciones previas favorables. Esto reduce aún más la oferta disponible.
Datos clave. La caída de ventas no implica un desplome total. El precio medio de las viviendas ha mostrado cierta estabilidad, lo que evidencia una demanda contenida entre los compradores con mayor capacidad económica.
- Aunque las ventas retroceden, la mediana de precios ha resistido e incluso ha aumentado en segmentos específicos, según datos agregados del sector.
- El inventario ha mejorado levemente, pero sigue por debajo del nivel necesario para equilibrar el mercado. Esto mantiene la presión sobre los precios en zonas urbanas clave.
- Las propiedades de precio medio son las más afectadas: se venden menos, se ajustan menos y enfrentan más competencia, en un mercado que empieza a perder dinamismo.
Lo que sigue. La evolución del mercado dependerá de las decisiones de la Reserva Federal y del rumbo de la economía general. Mientras los precios de renta aumentan, más hogares podrían verse forzados a reevaluar si comprar sigue siendo una opción.
- Una posible desaceleración económica agravada por aranceles o menor inversión puede reducir aún más la demanda de vivienda, según Allen.
- El aumento continuo de los alquileres podría generar presión sobre el mercado de compra, forzando decisiones anticipadas entre los consumidores.
- La incertidumbre marca el segundo trimestre de 2024. Propietarios, compradores e inversores se enfrentan a un ciclo prolongado de reajuste, sin señales claras de alivio inmediato.