La construcción en EE. UU. enfrenta una amenaza estructural: la posible deportación masiva de trabajadores indocumentados. Este grupo representa un pilar oculto del sector. La meta de la administración Trump es deportar a 1M. El impacto sería devastador para miles de proyectos.
Por qué importa. Eliminar al 14.2% de los trabajadores de la construcción —la proporción estimada de indocumentados en el sector— paralizaría obras, elevaría costos y frenaría el crecimiento económico.
- El sector ya enfrenta presiones salariales. En el último trimestre de 2024, los ingresos por hora crecieron 4.4 %. Un punto porcentual por encima del promedio prepandemia.
- Según la Asociación Nacional de Constructores de Vivienda (NAHB, en inglés), el costo laboral representa cerca del 25 % del precio final de una vivienda nueva.
- Una reducción drástica en la fuerza laboral implicaría retrasos, proyectos cancelados y márgenes reducidos para subcontratistas, que ya operan con alta fragilidad financiera.
Datos clave. En un escenario de deportaciones masivas, el valor agregado bruto (GVA) de la construcción caería drásticamente. La escasa productividad histórica limita su capacidad de recuperación a través de innovación o automatización.
- La Oficina de Estadísticas Laborales estima una pérdida de más de USD 55 000M en producción hasta 2028, si se deporta a la mitad de los trabajadores indocumentados.
- El sector ha registrado solo 1 % de crecimiento anual en productividad desde mediados del siglo XX. Frente al 2.8 % de la economía general.
- El Departamento de Seguridad Nacional ha reportado más de 111 000 deportaciones en lo que va del año.
Punto de fricción. Aunque la narrativa oficial argumenta que las deportaciones masivas fomentarán mayor automatización, la evidencia histórica del sector construcción no sustenta esta premisa.
- “No hay suficientes estadounidenses dispuestos a hacer ese trabajo”, advierte David Logan, economista de la NAHB.
- Si bien la mayoría de indocumentados ocupan posiciones de peón, estas siguen siendo esenciales para mantener el flujo de trabajo en obra.
- El reemplazo de esta fuerza laboral requeriría inversión en capacitación que, hasta ahora, no forma parte del discurso migratorio de la administración.
Ahora qué. La industria se prepara para un posible escenario de escasez de fuerza laboral estructural. De materializarse las metas de deportación, el sector enfrentará retos de producción, presión salarial sostenida y menor rentabilidad.
- La disrupción no solo afectará a constructores. También se traducirá en viviendas más caras y menos asequibles para millones de familias.
- Los efectos colaterales podrían extenderse a sectores interdependientes como manufactura de insumos, transporte y bienes raíces.
- Ante este panorama, asociaciones del sector urgen al Congreso y a la Casa Blanca a considerar una reforma migratoria que equilibre seguridad y necesidades económicas.
La construcción en EE. UU. enfrenta una amenaza estructural: la posible deportación masiva de trabajadores indocumentados. Este grupo representa un pilar oculto del sector. La meta de la administración Trump es deportar a 1M. El impacto sería devastador para miles de proyectos.
Por qué importa. Eliminar al 14.2% de los trabajadores de la construcción —la proporción estimada de indocumentados en el sector— paralizaría obras, elevaría costos y frenaría el crecimiento económico.
- El sector ya enfrenta presiones salariales. En el último trimestre de 2024, los ingresos por hora crecieron 4.4 %. Un punto porcentual por encima del promedio prepandemia.
- Según la Asociación Nacional de Constructores de Vivienda (NAHB, en inglés), el costo laboral representa cerca del 25 % del precio final de una vivienda nueva.
- Una reducción drástica en la fuerza laboral implicaría retrasos, proyectos cancelados y márgenes reducidos para subcontratistas, que ya operan con alta fragilidad financiera.
Datos clave. En un escenario de deportaciones masivas, el valor agregado bruto (GVA) de la construcción caería drásticamente. La escasa productividad histórica limita su capacidad de recuperación a través de innovación o automatización.
- La Oficina de Estadísticas Laborales estima una pérdida de más de USD 55 000M en producción hasta 2028, si se deporta a la mitad de los trabajadores indocumentados.
- El sector ha registrado solo 1 % de crecimiento anual en productividad desde mediados del siglo XX. Frente al 2.8 % de la economía general.
- El Departamento de Seguridad Nacional ha reportado más de 111 000 deportaciones en lo que va del año.
Punto de fricción. Aunque la narrativa oficial argumenta que las deportaciones masivas fomentarán mayor automatización, la evidencia histórica del sector construcción no sustenta esta premisa.
- “No hay suficientes estadounidenses dispuestos a hacer ese trabajo”, advierte David Logan, economista de la NAHB.
- Si bien la mayoría de indocumentados ocupan posiciones de peón, estas siguen siendo esenciales para mantener el flujo de trabajo en obra.
- El reemplazo de esta fuerza laboral requeriría inversión en capacitación que, hasta ahora, no forma parte del discurso migratorio de la administración.
Ahora qué. La industria se prepara para un posible escenario de escasez de fuerza laboral estructural. De materializarse las metas de deportación, el sector enfrentará retos de producción, presión salarial sostenida y menor rentabilidad.
- La disrupción no solo afectará a constructores. También se traducirá en viviendas más caras y menos asequibles para millones de familias.
- Los efectos colaterales podrían extenderse a sectores interdependientes como manufactura de insumos, transporte y bienes raíces.
- Ante este panorama, asociaciones del sector urgen al Congreso y a la Casa Blanca a considerar una reforma migratoria que equilibre seguridad y necesidades económicas.