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Luis Enrique Flores: “Latinoamérica puede ser un laboratorio de soluciones exportables”

.
Miguel Rodríguez
26 de septiembre, 2025

Luis Enrique Flórez, fundador de La Mezcladora, comparte su visión sobre los retos y oportunidades que enfrenta el sector construcción en un contexto donde la innovación y la transformación tecnológica son determinantes.

En entrevista con República Inmobiliaria, analiza las condiciones necesarias para que la región sea más competitiva, el papel de la academia, las políticas públicas y la importancia de retener talento para impulsar un ecosistema más sólido.

¿Qué condiciones son indispensables para que ecosistemas de innovación latinoamericanos compitan globalmente?

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— La tecnología es clave porque en la competencia global las soluciones tecnológicas generan mayor optimización y productividad. Si queremos competir, debemos generar talento tecnológico y potenciar los lugares donde se forma ese talento, como las universidades.

También hay que identificar nuestras ventajas. Latinoamérica puede servir como laboratorio de soluciones exportables, porque su contexto genera resiliencia. Un ejemplo son los autos autónomos: entrenarlos en la región es más retador, lo que fortalece las soluciones para luego llevarlas a otros mercados.

Esas dos cosas son importantes. Formar talento tecnológico y, lo segundo, preguntarnos qué ventajas competitivas tenemos que podemos exportar.

¿Es trascendental el rol de las universidades para startups tecnológicas?

— No es la única variable, pero sí es fundamental. Las startups se alimentan de founders que sepan investigar bien un problema, levantar fondos y mejoran productos hasta alcanzar al mercado.

Las universidades deben estar en la frontera del siglo XXI. Eso implica fortalecer esas herramientas y atraer lo que sucede fuera de los claustros para que los estudiantes comprendan el mundo al que saldrán.

¿Qué estrategias incentivarían la inversión en países donde el capital es limitado?

— Hay que recordar que el venture capital no es la única fuente de financiamiento. Existen otros mecanismos. Cuando se crea un buen producto en un mundo globalizado, se puede atraer inversión.

Lo importante es encontrar un buen problema y una necesidad que el mercado premie. Con esa solución validada, hay que insertarse en redes que permitan mostrarse. Cuando un pionero atrae capital, otros actores miran. Esos casos abren la puerta a más inversión.

¿Qué políticas públicas catalizarían ecosistemas de innovación en Latinoamérica?

— El gobierno es un actor ineludible. Primero, no hay que inventar la pólvora. Ya existen experiencias exitosas en la región. El caso de COFRO en Chile inspiró a Perú. Asimismo, Colombia está abriendo camino. Debemos aprender de esas prácticas y adaptarlas a cada país.

Segundo, se necesita capital humano tecnificado y visionario. El gobierno debe ser atractivo para los profesionales. Eso es clave.

Tercero, impulsar soluciones tecnológicas locales con subsidios estratégicos, evitando que dependan de intereses políticos. Cada inversión debe verse como apuesta a futuro: cada quetzal debe transformarse en empleos e impuestos.

 ¿Cómo evitar la fuga de talento en Guatemala al desarrollar capital humano?

— La fuga de talento siempre existirá, porque hay economías que ofrecen mejores condiciones y salarios. Sin embargo, es responsabilidad tanto del Estado como del sector corporativo y del ecosistema generar incentivos para retenerlo.

En ese sentido, el país debe volverse atractivo. Eso implica remuneración competitiva, herramientas para desarrollar tecnología, líneas de carrera y entornos de crecimiento. Hay que preguntarnos cómo hacemos que una persona quiera desarrollarse profesionalmente aquí.

¿Cómo evalúa la situación de Centroamérica frente a innovación y estabilidad regional?

— No conozco a detalle todas las características de Centroamérica. Lo que sí veo es que Guatemala presenta crecimiento en su PIB y estabilidad monetaria, condiciones necesarias para iniciar un ecosistema sólido.

Latinoamérica, en general, tiene características importantes para aportar al mundo. Desde las condiciones climáticas hasta la informalidad, que pueden convertir a la región en un laboratorio de soluciones aplicables globalmente. También es clave mirar lo que hacen países como Perú, Colombia, México y Brasil. De ellos podemos aprender buenas prácticas.

¿Qué mensaje general e individual daría a actores del ecosistema regional?

— El mensaje general es encontrar denominadores comunes más allá de las diferencias. Eso ha sido crucial en ecosistemas exitosos como Estocolmo, donde se logró una visión compartida entre múltiples actores.

Para el Estado, este debe apostar al emprendimiento como fuente de empleo. El corporativo puede asumir más riesgos con visión de largo plazo. Y la academia tiene que formar talento preparado para inyectar innovación a la sociedad.

Un ecosistema de innovación se sostiene en personas creando tecnología, no en materia prima.

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Luis Enrique Flores: “Latinoamérica puede ser un laboratorio de soluciones exportables”

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Miguel Rodríguez
26 de septiembre, 2025

Luis Enrique Flórez, fundador de La Mezcladora, comparte su visión sobre los retos y oportunidades que enfrenta el sector construcción en un contexto donde la innovación y la transformación tecnológica son determinantes.

En entrevista con República Inmobiliaria, analiza las condiciones necesarias para que la región sea más competitiva, el papel de la academia, las políticas públicas y la importancia de retener talento para impulsar un ecosistema más sólido.

¿Qué condiciones son indispensables para que ecosistemas de innovación latinoamericanos compitan globalmente?

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— La tecnología es clave porque en la competencia global las soluciones tecnológicas generan mayor optimización y productividad. Si queremos competir, debemos generar talento tecnológico y potenciar los lugares donde se forma ese talento, como las universidades.

También hay que identificar nuestras ventajas. Latinoamérica puede servir como laboratorio de soluciones exportables, porque su contexto genera resiliencia. Un ejemplo son los autos autónomos: entrenarlos en la región es más retador, lo que fortalece las soluciones para luego llevarlas a otros mercados.

Esas dos cosas son importantes. Formar talento tecnológico y, lo segundo, preguntarnos qué ventajas competitivas tenemos que podemos exportar.

¿Es trascendental el rol de las universidades para startups tecnológicas?

— No es la única variable, pero sí es fundamental. Las startups se alimentan de founders que sepan investigar bien un problema, levantar fondos y mejoran productos hasta alcanzar al mercado.

Las universidades deben estar en la frontera del siglo XXI. Eso implica fortalecer esas herramientas y atraer lo que sucede fuera de los claustros para que los estudiantes comprendan el mundo al que saldrán.

¿Qué estrategias incentivarían la inversión en países donde el capital es limitado?

— Hay que recordar que el venture capital no es la única fuente de financiamiento. Existen otros mecanismos. Cuando se crea un buen producto en un mundo globalizado, se puede atraer inversión.

Lo importante es encontrar un buen problema y una necesidad que el mercado premie. Con esa solución validada, hay que insertarse en redes que permitan mostrarse. Cuando un pionero atrae capital, otros actores miran. Esos casos abren la puerta a más inversión.

¿Qué políticas públicas catalizarían ecosistemas de innovación en Latinoamérica?

— El gobierno es un actor ineludible. Primero, no hay que inventar la pólvora. Ya existen experiencias exitosas en la región. El caso de COFRO en Chile inspiró a Perú. Asimismo, Colombia está abriendo camino. Debemos aprender de esas prácticas y adaptarlas a cada país.

Segundo, se necesita capital humano tecnificado y visionario. El gobierno debe ser atractivo para los profesionales. Eso es clave.

Tercero, impulsar soluciones tecnológicas locales con subsidios estratégicos, evitando que dependan de intereses políticos. Cada inversión debe verse como apuesta a futuro: cada quetzal debe transformarse en empleos e impuestos.

 ¿Cómo evitar la fuga de talento en Guatemala al desarrollar capital humano?

— La fuga de talento siempre existirá, porque hay economías que ofrecen mejores condiciones y salarios. Sin embargo, es responsabilidad tanto del Estado como del sector corporativo y del ecosistema generar incentivos para retenerlo.

En ese sentido, el país debe volverse atractivo. Eso implica remuneración competitiva, herramientas para desarrollar tecnología, líneas de carrera y entornos de crecimiento. Hay que preguntarnos cómo hacemos que una persona quiera desarrollarse profesionalmente aquí.

¿Cómo evalúa la situación de Centroamérica frente a innovación y estabilidad regional?

— No conozco a detalle todas las características de Centroamérica. Lo que sí veo es que Guatemala presenta crecimiento en su PIB y estabilidad monetaria, condiciones necesarias para iniciar un ecosistema sólido.

Latinoamérica, en general, tiene características importantes para aportar al mundo. Desde las condiciones climáticas hasta la informalidad, que pueden convertir a la región en un laboratorio de soluciones aplicables globalmente. También es clave mirar lo que hacen países como Perú, Colombia, México y Brasil. De ellos podemos aprender buenas prácticas.

¿Qué mensaje general e individual daría a actores del ecosistema regional?

— El mensaje general es encontrar denominadores comunes más allá de las diferencias. Eso ha sido crucial en ecosistemas exitosos como Estocolmo, donde se logró una visión compartida entre múltiples actores.

Para el Estado, este debe apostar al emprendimiento como fuente de empleo. El corporativo puede asumir más riesgos con visión de largo plazo. Y la academia tiene que formar talento preparado para inyectar innovación a la sociedad.

Un ecosistema de innovación se sostiene en personas creando tecnología, no en materia prima.

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