En Costa Rica, la paradoja es visible: edificios vacíos y un déficit habitacional creciente. La reconversión urbana se perfila como respuesta, combinando sostenibilidad, eficiencia y revitalización económica. Transformar lo que ya existe podría ser la clave para un modelo de desarrollo que une vivienda, empleo y ciudad viva.
Por qué importa. El país acumula miles de metros cuadrados sin uso en plena crisis de vivienda y empleo urbano. Reutilizar esos espacios permitiría contener la expansión de las ciudades, optimizar infraestructura y acercar servicios a la población.
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El Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos de Costa Rica reporta un déficit superior a 150 000 viviendas. Mientras tanto, crece la vacancia en oficinas tras el auge del teletrabajo.
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El Tecnológico de Costa Rica contabilizó 441 edificios total o parcialmente desocupados solo en cuatro distritos de San José. Esto refleja un desaprovechamiento estructural.
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De acuerdo con el estudio “Otra Vida, Otro Uso”, de Gensler, reutilizar puede ser una herramienta de regeneración económica, social y ambiental.
Entre líneas. Reconvertir edificios no es solo una decisión ambiental, sino una apuesta empresarial por eficiencia. Utilizar la infraestructura existente reduce costos, optimiza energía y mejora el rendimiento de los activos inmobiliarios, y refuerza la competitividad del mercado.
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El entorno construido genera el 49 % del consumo energético global, por lo que aprovechar estructuras ya existentes representa ahorro directo en materiales, transporte y tiempo de ejecución.
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La eficiencia energética impulsada por el Plan Nacional de Descarbonización plantea integrar acciones de reducción de emisiones en al menos 20 edificios para este año.
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Esto promueve eficiencia energética y materiales sostenibles que aumentan la competitividad y el valor inmobiliario sin frenar la inversión privada.
Visto y no visto. La reconversión urbana combina agilidad y eficiencia: adaptar lo construido permite salir al mercado en menor tiempo. En un entorno de alta demanda habitacional, esa ventaja temporal puede determinar la viabilidad de un proyecto e impacto en el tejido urbano.
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La reconversión reduce hasta el 30 % los tiempos de obra y aprovecha infraestructura ya disponible, desde servicios básicos hasta transporte.
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“Cada espacio vacío que se transforma reactiva el entorno: genera consumo, empleo y sentido de comunidad”, explica Mauricio Otárola, director de Estudio de Gensler Costa Rica.
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Este enfoque promueve modelos mixtos donde vivienda, comercio y oficinas creativas conviven. Se fortalece la accesibilidad y equilibrio urbano sin depender de nuevos suelos.
Ahora qué. La revitalización también pasa por el patrimonio. Costa Rica posee casi 400 inmuebles históricos subutilizados que pueden convertirse en motores culturales y económicos. Rehabilitarlos preserva memoria y amplía la oferta urbana y turística.
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Ejemplos como el Gran Hotel Costa Rica, restaurado en 2018, muestran que conservar puede ser rentable si se integra a la vida urbana con nuevos usos.
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Barrios como Amón, Escalante y Otoya ya mezclan vivienda, gastronomía y trabajo creativo, consolidando un modelo replicable en otras ciudades del país.
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“Reconvertir es apostar por la ciudad existente: más cercana, eficiente y humana”, concluyó Otárola. Esta vía moviliza inversión, empleo y sentido de pertenencia.
En Costa Rica, la paradoja es visible: edificios vacíos y un déficit habitacional creciente. La reconversión urbana se perfila como respuesta, combinando sostenibilidad, eficiencia y revitalización económica. Transformar lo que ya existe podría ser la clave para un modelo de desarrollo que une vivienda, empleo y ciudad viva.
Por qué importa. El país acumula miles de metros cuadrados sin uso en plena crisis de vivienda y empleo urbano. Reutilizar esos espacios permitiría contener la expansión de las ciudades, optimizar infraestructura y acercar servicios a la población.
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El Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos de Costa Rica reporta un déficit superior a 150 000 viviendas. Mientras tanto, crece la vacancia en oficinas tras el auge del teletrabajo.
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El Tecnológico de Costa Rica contabilizó 441 edificios total o parcialmente desocupados solo en cuatro distritos de San José. Esto refleja un desaprovechamiento estructural.
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De acuerdo con el estudio “Otra Vida, Otro Uso”, de Gensler, reutilizar puede ser una herramienta de regeneración económica, social y ambiental.
Entre líneas. Reconvertir edificios no es solo una decisión ambiental, sino una apuesta empresarial por eficiencia. Utilizar la infraestructura existente reduce costos, optimiza energía y mejora el rendimiento de los activos inmobiliarios, y refuerza la competitividad del mercado.
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El entorno construido genera el 49 % del consumo energético global, por lo que aprovechar estructuras ya existentes representa ahorro directo en materiales, transporte y tiempo de ejecución.
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La eficiencia energética impulsada por el Plan Nacional de Descarbonización plantea integrar acciones de reducción de emisiones en al menos 20 edificios para este año.
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Esto promueve eficiencia energética y materiales sostenibles que aumentan la competitividad y el valor inmobiliario sin frenar la inversión privada.
Visto y no visto. La reconversión urbana combina agilidad y eficiencia: adaptar lo construido permite salir al mercado en menor tiempo. En un entorno de alta demanda habitacional, esa ventaja temporal puede determinar la viabilidad de un proyecto e impacto en el tejido urbano.
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La reconversión reduce hasta el 30 % los tiempos de obra y aprovecha infraestructura ya disponible, desde servicios básicos hasta transporte.
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“Cada espacio vacío que se transforma reactiva el entorno: genera consumo, empleo y sentido de comunidad”, explica Mauricio Otárola, director de Estudio de Gensler Costa Rica.
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Este enfoque promueve modelos mixtos donde vivienda, comercio y oficinas creativas conviven. Se fortalece la accesibilidad y equilibrio urbano sin depender de nuevos suelos.
Ahora qué. La revitalización también pasa por el patrimonio. Costa Rica posee casi 400 inmuebles históricos subutilizados que pueden convertirse en motores culturales y económicos. Rehabilitarlos preserva memoria y amplía la oferta urbana y turística.
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Ejemplos como el Gran Hotel Costa Rica, restaurado en 2018, muestran que conservar puede ser rentable si se integra a la vida urbana con nuevos usos.
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Barrios como Amón, Escalante y Otoya ya mezclan vivienda, gastronomía y trabajo creativo, consolidando un modelo replicable en otras ciudades del país.
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“Reconvertir es apostar por la ciudad existente: más cercana, eficiente y humana”, concluyó Otárola. Esta vía moviliza inversión, empleo y sentido de pertenencia.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: