El día que cumplió 52 años, a las dos de la mañana del jueves 28 de marzo, el coronel Juan Chiroy Sal regresó a su hogar, seis años y medio después de permanecer en prisión preventiva por el caso Cumbre de Alaska.
Él, igual que los soldados Dimas García Pérez, Marcos Chun Sacul, Ábner Enrique Cruz Pérez, Abraham Gua Cojoc, Felipe Chub Coc, Ana Rosa Cervantes Aguilar, Edín Adolfo Agustín Vásquez y Manuel Lima Vásquez, permanecieron en la cárcel durante 2, 357 días sin ser enviados a juicio.
El lunes 25 de marzo la jueza de Mayor Riesgo A, Claudette Domínguez, resolvió una medida sustitutiva a favor de los militares que continuarán su proceso, pero ahora con la libertad de poder desarrollar otras actividades laborales y de estudio.
Volver a la vida
Para los soldados dejar la prisión donde estuvieron 78 meses no fue fácil. Abandonaron el lugar con temores y dudas, pero con deseos de afrontar los nuevos retos de una libertad, con limitantes, pero con otras posibilidades para compartir y ayudar a su familia.
El coronel Chiroy llegó a su casa impaciente. Solo abrió la pequeña puerta y fue recibido por dos huéspedes que no conocía, pero que pronto lo vieron como parte de la familia. Eran Luna y Ramsés, las mascotas de sus hijos Sara, Diego y Juan.
Ingresó en la vivienda y todo parecía nuevo para él: los retratos de sus hijos y otros parientes y hasta el telefóno de disco que una vez usó su mamá, quien fue asesinada mientras él se encontraba detenido.
Llanto y sonrisas en todos los que lo esperaban en casa y suspiros al revisar cada rincón de la vivienda, marcaron los primeros minutos de quien estuvo ausente de forma involuntaria por tanto tiempo.
Andrea, su esposa, lo recibió como había dicho hace seis meses: “con todo el amor” y “una cenita de huevitos, frijoles, cherepe y café con pan”, sus alimentos preferidos.
El coronel Chiroy habla del retorno a su hogar, de las secuelas de la prisión preventiva y del proceso penal contra él y los otros ocho soldados.
Recibidos con júbilo
Mientras tanto, los ocho soldados partieron para una vivienda cercana a la Guardia de Honor. Ninguno puede abandonar el departamento de Guatemala y como las familias viven en otros lugares, tendrán que seguir separados.
Y aunque lejos de sus hogares, otros soldados les dieron una bienvenida con júbilo la madrugada del 28 de marzo. Ingresaron con toda la formalidad que exige el Ejército y uno a uno los oficiales y demás militares trataron de reconfortarlos, de hacerlos sentir en casa.
De nuevo están juntos los ocho soldados, como antes del 12 de octubre de 2012 cuando fueron capturados.
Ana Rosa Cervantes, la única mujer del grupo, dice que durante tres días no paró de llorar de emoción y agradecimiento, confiando en que este es un primer paso para obtener la libertad absoluta y demostrar su inocencia en los tribunales.
Te sugerimos leer:
El día que cumplió 52 años, a las dos de la mañana del jueves 28 de marzo, el coronel Juan Chiroy Sal regresó a su hogar, seis años y medio después de permanecer en prisión preventiva por el caso Cumbre de Alaska.
Él, igual que los soldados Dimas García Pérez, Marcos Chun Sacul, Ábner Enrique Cruz Pérez, Abraham Gua Cojoc, Felipe Chub Coc, Ana Rosa Cervantes Aguilar, Edín Adolfo Agustín Vásquez y Manuel Lima Vásquez, permanecieron en la cárcel durante 2, 357 días sin ser enviados a juicio.
El lunes 25 de marzo la jueza de Mayor Riesgo A, Claudette Domínguez, resolvió una medida sustitutiva a favor de los militares que continuarán su proceso, pero ahora con la libertad de poder desarrollar otras actividades laborales y de estudio.
Volver a la vida
Para los soldados dejar la prisión donde estuvieron 78 meses no fue fácil. Abandonaron el lugar con temores y dudas, pero con deseos de afrontar los nuevos retos de una libertad, con limitantes, pero con otras posibilidades para compartir y ayudar a su familia.
El coronel Chiroy llegó a su casa impaciente. Solo abrió la pequeña puerta y fue recibido por dos huéspedes que no conocía, pero que pronto lo vieron como parte de la familia. Eran Luna y Ramsés, las mascotas de sus hijos Sara, Diego y Juan.
Ingresó en la vivienda y todo parecía nuevo para él: los retratos de sus hijos y otros parientes y hasta el telefóno de disco que una vez usó su mamá, quien fue asesinada mientras él se encontraba detenido.
Llanto y sonrisas en todos los que lo esperaban en casa y suspiros al revisar cada rincón de la vivienda, marcaron los primeros minutos de quien estuvo ausente de forma involuntaria por tanto tiempo.
Andrea, su esposa, lo recibió como había dicho hace seis meses: “con todo el amor” y “una cenita de huevitos, frijoles, cherepe y café con pan”, sus alimentos preferidos.
El coronel Chiroy habla del retorno a su hogar, de las secuelas de la prisión preventiva y del proceso penal contra él y los otros ocho soldados.
Recibidos con júbilo
Mientras tanto, los ocho soldados partieron para una vivienda cercana a la Guardia de Honor. Ninguno puede abandonar el departamento de Guatemala y como las familias viven en otros lugares, tendrán que seguir separados.
Y aunque lejos de sus hogares, otros soldados les dieron una bienvenida con júbilo la madrugada del 28 de marzo. Ingresaron con toda la formalidad que exige el Ejército y uno a uno los oficiales y demás militares trataron de reconfortarlos, de hacerlos sentir en casa.
De nuevo están juntos los ocho soldados, como antes del 12 de octubre de 2012 cuando fueron capturados.
Ana Rosa Cervantes, la única mujer del grupo, dice que durante tres días no paró de llorar de emoción y agradecimiento, confiando en que este es un primer paso para obtener la libertad absoluta y demostrar su inocencia en los tribunales.
Te sugerimos leer: