Un grupo de seis estados mexicanos son clave para el nearshoring de semiconductores. Los países asiáticos concentran la capacidad de producción. Ante la necesidad de no depender de una sola región y una pujanza de inversiones extranjeras, México se perfila como destino idóneo.
Qué destacar. El “Mapa de ruta: oportunidades para el nearshoring de semiconductores en México”, elaborado por Fundación México-EE. UU. para la Ciencia (Fumec) y USAID, establece los estados. Son: Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Jalisco, Querétaro y Tamaulipas.
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Baja California sobresale por sus centros de diseño e ingeniería, así como por positiva colaboración regional. Hay un plan de formación de talento alineado con la industria.
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Chihuahua resalta por ensamblaje, investigación y desarrollo. Tiene potencial como fuente de materias primas minerales y desarrollar un hub junto a Texas y Arizona.
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Jalisco y Querétaro, en el Bajío, están entre las principales entidades con infraestructura desarrollada, centros de innovación y diseño.
Por qué importa. Hace dos años se promulgó la ley de fomento a la ciencia y la cadena de semiconductores (CHIPS and Science Bill). El objetivo: revertir el desbalance existente en el eslabón de producción.
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El paquete contempla apoyos directos a la industria de EE. UU. por USD 52 700M. También, incentivos en sectores estratégicos y nuevas tecnologías por más de USD 200 000M.
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México se verá beneficiado por una industria cuyos ingresos este año serán de USD 720 000M. La cifra puede quintuplicarse. La oportunidad es comercial y de seguridad. Como consumidor notable, debe volverse productor.
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Su demanda es la mitad de la de EE. UU.; eso significa USD 30 000M. Su principal proveedor es Asia. Puede formar parte del 44 % de la cadena de esa industria que requiere inversiones de USD 6 000M.
En el radar. Otros seis estados han puesto a trabajar diversas entidades. Provienen de Durango, Guanajuato, Ciudad de México, Nuevo León, Puebla y Sonora.
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Durango, además de su fuerte ecosistema industrial, automotriz y de electrónica, cuenta con incentivos fiscales y regulatorios.
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En Ciudad de México, Guanajato y Puebla se forma talento humano desde las universidades.
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El potencial de la región sursureste, sin estar al mismo nivel, se apoya en sus instituciones académicas.
Voces. Según Eugenio Marín, director general de Fumec, junto a EE. UU. y Canadá, México puede articular una estrategia frente a otras regiones.
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“La infraestructura industrial es la que ahora no tenemos, pero puede crearse a través de inversión en el sector montaje, prueba y ensamblaje”, explicó.
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Subrayó que la industria requiere un enfoque de armonía colaborativa entre diseño, fabricación… Con disponibilidad de materiales, instalaciones y talento calificado.
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Jene Thomas, director de la Misión de USAID, destacó “el rol de liderazgo de México como referencia para Latinoamérica”.
Lo indispensable. Esta industria dinamiza la economía de los sitios donde se invierte. Tiene un impacto en el bienestar social al tejer una cultura empresarial. Genera empleo y fomenta la comunidad.
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Cada una de las etapas representa beneficios. El rubro de la fabricación (56 % del valor de un chip) con una inversión de alrededor de USD 10 000M.
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El diseño significa un 32 %. Van desde los USD 200 000 hasta el USD 1M.
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Servicios de ensamblaje, prueba y empaquetado agregan un 12 % de valor en el chip. Un umbral de inversión entre USD 2 y 5M.
Sí, pero. México enfrenta retos. El principal, infraestructura poco confiable. Algunas regiones sufren un suministro irregular de energía, agua, transporte y telecomunicaciones.
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Faltan instalaciones especializadas. La construcción cuesta unos USD 5M por unidad. Y por sí sola es insuficiente para poner en marcha esa industria.
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En 2021, México fue el tercer país de la OCDE en número de graduados en carreras relacionadas con ciencias exactas e ingenierías. Sin embargo, se requiere más talento especializado.
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Otro desafío: inseguridad. Inversores estadounidenses analizarán las implicaciones de los riesgos de seguridad al tomar decisiones de relocalización.
Conclusión. Hay tres regiones importantes. En la frontera norte: Baja California, Chihuahua y Tamaulipas. En el Bajío donde participan Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Aguascalientes. Y una zona de influencia de Ciudad de México y Puebla.
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Han de existir planes: desde sustentabilidad hasta emprendimiento. Permitirán formar programas estatales con políticas congruentes.
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Solo la unión de esfuerzos de academia, gobierno e iniciativa privada convertirá México en potencia de semiconductores.
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Es imprescindible una estrategia nacional y un propósito específico.
Un grupo de seis estados mexicanos son clave para el nearshoring de semiconductores. Los países asiáticos concentran la capacidad de producción. Ante la necesidad de no depender de una sola región y una pujanza de inversiones extranjeras, México se perfila como destino idóneo.
Qué destacar. El “Mapa de ruta: oportunidades para el nearshoring de semiconductores en México”, elaborado por Fundación México-EE. UU. para la Ciencia (Fumec) y USAID, establece los estados. Son: Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Jalisco, Querétaro y Tamaulipas.
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Baja California sobresale por sus centros de diseño e ingeniería, así como por positiva colaboración regional. Hay un plan de formación de talento alineado con la industria.
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Chihuahua resalta por ensamblaje, investigación y desarrollo. Tiene potencial como fuente de materias primas minerales y desarrollar un hub junto a Texas y Arizona.
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Jalisco y Querétaro, en el Bajío, están entre las principales entidades con infraestructura desarrollada, centros de innovación y diseño.
Por qué importa. Hace dos años se promulgó la ley de fomento a la ciencia y la cadena de semiconductores (CHIPS and Science Bill). El objetivo: revertir el desbalance existente en el eslabón de producción.
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El paquete contempla apoyos directos a la industria de EE. UU. por USD 52 700M. También, incentivos en sectores estratégicos y nuevas tecnologías por más de USD 200 000M.
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México se verá beneficiado por una industria cuyos ingresos este año serán de USD 720 000M. La cifra puede quintuplicarse. La oportunidad es comercial y de seguridad. Como consumidor notable, debe volverse productor.
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Su demanda es la mitad de la de EE. UU.; eso significa USD 30 000M. Su principal proveedor es Asia. Puede formar parte del 44 % de la cadena de esa industria que requiere inversiones de USD 6 000M.
En el radar. Otros seis estados han puesto a trabajar diversas entidades. Provienen de Durango, Guanajuato, Ciudad de México, Nuevo León, Puebla y Sonora.
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Durango, además de su fuerte ecosistema industrial, automotriz y de electrónica, cuenta con incentivos fiscales y regulatorios.
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En Ciudad de México, Guanajato y Puebla se forma talento humano desde las universidades.
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El potencial de la región sursureste, sin estar al mismo nivel, se apoya en sus instituciones académicas.
Voces. Según Eugenio Marín, director general de Fumec, junto a EE. UU. y Canadá, México puede articular una estrategia frente a otras regiones.
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“La infraestructura industrial es la que ahora no tenemos, pero puede crearse a través de inversión en el sector montaje, prueba y ensamblaje”, explicó.
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Subrayó que la industria requiere un enfoque de armonía colaborativa entre diseño, fabricación… Con disponibilidad de materiales, instalaciones y talento calificado.
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Jene Thomas, director de la Misión de USAID, destacó “el rol de liderazgo de México como referencia para Latinoamérica”.
Lo indispensable. Esta industria dinamiza la economía de los sitios donde se invierte. Tiene un impacto en el bienestar social al tejer una cultura empresarial. Genera empleo y fomenta la comunidad.
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Cada una de las etapas representa beneficios. El rubro de la fabricación (56 % del valor de un chip) con una inversión de alrededor de USD 10 000M.
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El diseño significa un 32 %. Van desde los USD 200 000 hasta el USD 1M.
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Servicios de ensamblaje, prueba y empaquetado agregan un 12 % de valor en el chip. Un umbral de inversión entre USD 2 y 5M.
Sí, pero. México enfrenta retos. El principal, infraestructura poco confiable. Algunas regiones sufren un suministro irregular de energía, agua, transporte y telecomunicaciones.
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Faltan instalaciones especializadas. La construcción cuesta unos USD 5M por unidad. Y por sí sola es insuficiente para poner en marcha esa industria.
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En 2021, México fue el tercer país de la OCDE en número de graduados en carreras relacionadas con ciencias exactas e ingenierías. Sin embargo, se requiere más talento especializado.
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Otro desafío: inseguridad. Inversores estadounidenses analizarán las implicaciones de los riesgos de seguridad al tomar decisiones de relocalización.
Conclusión. Hay tres regiones importantes. En la frontera norte: Baja California, Chihuahua y Tamaulipas. En el Bajío donde participan Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Aguascalientes. Y una zona de influencia de Ciudad de México y Puebla.
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Han de existir planes: desde sustentabilidad hasta emprendimiento. Permitirán formar programas estatales con políticas congruentes.
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Solo la unión de esfuerzos de academia, gobierno e iniciativa privada convertirá México en potencia de semiconductores.
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Es imprescindible una estrategia nacional y un propósito específico.