Cuatro meses después del anuncio oficial de la licitación PEG-5, el ambiente en el sector energético guatemalteco sigue marcado por la incertidumbre.
Qué destacar. La reunión del 8 de agosto, convocada por la Junta de Licitación, atrajo una asistencia inesperadamente alta, pero dejó a los participantes con más dudas que respuestas.
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Aunque se esperaba que se presentaran avances concretos, los asistentes salieron preocupados por la falta de claridad en los términos y el rumbo del proceso.
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La PEG-5 busca asegurar el abastecimiento eléctrico con 1400 MW por un periodo de 15 años, con contratos que iniciarían entre 2030 y 2033.
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A diferencia de la exitosa PEG-4 —se adjudicaron 235 MW y hubo ofertas por más de 1500 MW—, en esta nueva licitación el interés del Gobierno es mayor por los proyectos de generación a base de gas natural.
Punto de fricción. Uno de los temas en la reunión fue el mecanismo de ofertas virtuales. Estas funcionan como un precio máximo que la distribuidora está dispuesta a pagar, pero este precio no se revela hasta el final de las rondas.
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Esto genera incertidumbre entre los oferentes, quienes no saben si están compitiendo contra otras ofertas reales o contra una virtual que podría ser mucho más baja que una propuesta bien fundamentada.
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La duda sobre si habrá una o dos ofertas virtuales por bloque fue respondida ambiguamente: se entendió que solo habrá una, lo que complica aún más la estrategia de los inversionistas.
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A esto se suma el corto plazo para preparar ofertas. Si las bases definitivas se presentan en septiembre, los interesados tendrían apenas dos meses y medio para estructurar propuestas antes del 21 de noviembre.
En el radar. Para proyectos complejos como los que implican traer gas, este tiempo es insuficiente. Aún nadie ha solicitado formalmente una ampliación del plazo, lo que podría ser clave para mejorar la calidad de las ofertas.
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Otro punto crítico es la falta de articulación entre la PEG-5 y la licitación de transmisión PET-3.
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Aunque ambas forman parte del mismo plan de expansión, los proyectos propuestos en la PET-3 no están alineados con las necesidades de infraestructura que requiere la PEG-5.
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Esto ha generado preocupación entre los actores del sector, quienes consideran que los grandes proyectos de interés fueron absorbidos por el INDE y no salieron a licitación.
Detrás de escena. Uno de los pocos cambios que se prometieron con cierta certeza es la inclusión de pequeñas hidroeléctricas en la licitación.
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En las bases originales, habían sido excluidas por no contar con embalse, lo que dejaba fuera a una parte significativa del parque hidroeléctrico nacional.
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Se estima que en Guatemala existen alrededor de 90 hidroeléctricas, y menos de la mitad tienen embalse.
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La corrección de este punto permitiría que muchas generadoras pequeñas puedan competir en igualdad de condiciones.
Sí, pero. Más allá de los aspectos técnicos, también persiste el temor de que el proceso enfrente acciones legales por aparentes irregularidades.
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Este riesgo podría generar nuevos contratiempos en un sector que necesita con urgencia reglas claras, fortalecimiento institucional y certeza jurídica para atraer inversiones.
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La PEG-5 representa una oportunidad histórica para modernizar la matriz energética del país, atraer capitales y garantizar el suministro eléctrico en las próximas décadas.
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Pero para que esto ocurra, es indispensable que las autoridades articulen eficazmente todos los componentes del proceso: generación, transmisión, regulación y permisos.
Balance. El sector energético se encuentra en una encrucijada. Si la licitación no se maneja con visión estratégica, el país corre el riesgo de perder inversiones clave y enfrentar un déficit energético en los próximos años.
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La expectativa ahora está puesta en septiembre, cuando se espera que se presenten los cambios definitivos en las bases.
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Solo entonces se sabrá si Guatemala está lista para dar el salto hacia una matriz energética más moderna, sostenible y confiable.
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En la PEG-4 se recibieron más de 51 ofertas. En contraste, en la PEG-5 solo 16 han comprado las bases. Esta diferencia refleja el clima de incertidumbre y la falta de condiciones claras que han enfriado el interés del mercado.
Cuatro meses después del anuncio oficial de la licitación PEG-5, el ambiente en el sector energético guatemalteco sigue marcado por la incertidumbre.
Qué destacar. La reunión del 8 de agosto, convocada por la Junta de Licitación, atrajo una asistencia inesperadamente alta, pero dejó a los participantes con más dudas que respuestas.
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Aunque se esperaba que se presentaran avances concretos, los asistentes salieron preocupados por la falta de claridad en los términos y el rumbo del proceso.
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La PEG-5 busca asegurar el abastecimiento eléctrico con 1400 MW por un periodo de 15 años, con contratos que iniciarían entre 2030 y 2033.
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A diferencia de la exitosa PEG-4 —se adjudicaron 235 MW y hubo ofertas por más de 1500 MW—, en esta nueva licitación el interés del Gobierno es mayor por los proyectos de generación a base de gas natural.
Punto de fricción. Uno de los temas en la reunión fue el mecanismo de ofertas virtuales. Estas funcionan como un precio máximo que la distribuidora está dispuesta a pagar, pero este precio no se revela hasta el final de las rondas.
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Esto genera incertidumbre entre los oferentes, quienes no saben si están compitiendo contra otras ofertas reales o contra una virtual que podría ser mucho más baja que una propuesta bien fundamentada.
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La duda sobre si habrá una o dos ofertas virtuales por bloque fue respondida ambiguamente: se entendió que solo habrá una, lo que complica aún más la estrategia de los inversionistas.
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A esto se suma el corto plazo para preparar ofertas. Si las bases definitivas se presentan en septiembre, los interesados tendrían apenas dos meses y medio para estructurar propuestas antes del 21 de noviembre.
En el radar. Para proyectos complejos como los que implican traer gas, este tiempo es insuficiente. Aún nadie ha solicitado formalmente una ampliación del plazo, lo que podría ser clave para mejorar la calidad de las ofertas.
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Otro punto crítico es la falta de articulación entre la PEG-5 y la licitación de transmisión PET-3.
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Aunque ambas forman parte del mismo plan de expansión, los proyectos propuestos en la PET-3 no están alineados con las necesidades de infraestructura que requiere la PEG-5.
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Esto ha generado preocupación entre los actores del sector, quienes consideran que los grandes proyectos de interés fueron absorbidos por el INDE y no salieron a licitación.
Detrás de escena. Uno de los pocos cambios que se prometieron con cierta certeza es la inclusión de pequeñas hidroeléctricas en la licitación.
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En las bases originales, habían sido excluidas por no contar con embalse, lo que dejaba fuera a una parte significativa del parque hidroeléctrico nacional.
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Se estima que en Guatemala existen alrededor de 90 hidroeléctricas, y menos de la mitad tienen embalse.
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La corrección de este punto permitiría que muchas generadoras pequeñas puedan competir en igualdad de condiciones.
Sí, pero. Más allá de los aspectos técnicos, también persiste el temor de que el proceso enfrente acciones legales por aparentes irregularidades.
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Este riesgo podría generar nuevos contratiempos en un sector que necesita con urgencia reglas claras, fortalecimiento institucional y certeza jurídica para atraer inversiones.
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La PEG-5 representa una oportunidad histórica para modernizar la matriz energética del país, atraer capitales y garantizar el suministro eléctrico en las próximas décadas.
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Pero para que esto ocurra, es indispensable que las autoridades articulen eficazmente todos los componentes del proceso: generación, transmisión, regulación y permisos.
Balance. El sector energético se encuentra en una encrucijada. Si la licitación no se maneja con visión estratégica, el país corre el riesgo de perder inversiones clave y enfrentar un déficit energético en los próximos años.
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La expectativa ahora está puesta en septiembre, cuando se espera que se presenten los cambios definitivos en las bases.
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Solo entonces se sabrá si Guatemala está lista para dar el salto hacia una matriz energética más moderna, sostenible y confiable.
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En la PEG-4 se recibieron más de 51 ofertas. En contraste, en la PEG-5 solo 16 han comprado las bases. Esta diferencia refleja el clima de incertidumbre y la falta de condiciones claras que han enfriado el interés del mercado.