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Paula Peláez: “Es un error hacer copy-paste de productos financieros para mujeres urbanas y rurales”

Arte: Gabo@.
María José Aresti
03 de septiembre, 2024

El mercado femenino es cada vez más relevante para muchas instituciones financieras (IFs). Descuidarlo tiene un costo de oportunidad. En los próximos cinco años controlarán el 75 % del gasto discrecional en el mundo, según el estudio “Mujeres Empresarias en Ascenso” de BID Invest.

Guatemala formó parte del análisis. Entre los hallazgos se determinó que la inclusión financiera de las mujeres bajó hasta un 34 % en 2021. El resto de la región acortó distancias.

República Empresa conversó con Paula Peláez (PP), directora MSME y GDI, servicios de asesoría del BID Invest, e Isabel Berdeja (IB), oficial de género, diversidad e inclusión del BID Invest, para profundizar en las conclusiones del estudio y el panorama nacional.

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¿Qué destacaría de los resultados de Guatemala?

PP: — Las IFs están captando datos en una proporción importante. Y más de un 70 % desagregan por sexo. La mala noticia, el ingreso de datos es manual. Esto da lugar a un margen de error considerable.

Además, no se conecta esta información con análisis ni con toma de decisiones. Los resultados no se comparten con estos últimos para establecer la línea que debe llevar la estrategia, productos o servicios.

Por otro lado, la inclusión financiera creció entre 2011 y 2017. No obstante, para 2021 bajó. Todavía existe volatilidad y vulnerabilidad ante hechos inesperados (como covid). Tenemos que mantener el pedal en el acelerador, caso contrario, habrá retrocesos.

El último hallazgo es la oportunidad de mercado. Si las IFs intentaran llegaran al segmento de mujer, podrían generar ingresos adicionales anuales de USD 280M.

Paula Peláez, directora de servicios de asesoría de MIPYME del BID. Fotografía: Braulio Palacios / República.

Las IFs tienen intención de incluir productos para mujeres, ¿por qué no se ejecutan aún?

PP: — Se debe entender la oportunidad del negocio. Ahora estamos ahí. Muchas veces tenemos IFs que empiezan por un primer paso “relativamente” superficial. Hay que tener un producto específico para tener éxito en la estrategia. Estamos viendo las bases.

Se necesita entender a las mujeres en toda su interseccionalidad. No es lo mismo llegar a la estudiante, urbana, empresaria, rural, indígena. Un acompañamiento a esas clientes es crucial para saber qué hacen.

IB: — No es beneficiar a uno sobre otro, sino que hay grupos de la población que enfrentan más barreras. El sistema financiero no responde a las mismas.  

Si bien la legislación protege la propiedad de las mujeres, tienden a tener menos activos como garantía para un crédito. Se deben buscar alternativas para percibirlas como buenas y leales clientes. 

El estudio detalla que el sector fintech tiene una oportunidad si atiende este mercado. La tarea es hacer visibles esas barreras, entenderlas y crear productos pertinentes. 

El estudio indica que no existe una definición de PYME, lo cual se vuelve un obstáculo, ¿cómo la definirían? 

PP: — Se puede definir en función del número de empleados, tamaño e incluso una mezcla de los dos. Lo que hacemos —dentro de lineamientos nacionales— es entender cómo el cliente está definiendo la PYME. 

IB: — La región es diversa. No es lo mismo una PYME de Ciudad de Guatemala que en Alta Verapaz. Está bien que difiera mientras haya parámetros comparables. El estudio determina que puede tratarse de una mujer accionaria mayoritaria de una mujer o rol de liderazgo. 

Isabel Berdeja, oficial de género, diversidad e inclusión del BID. Fotografía: Braulio Palacios / República.

¿Qué falta para tener productos específicos para el ecosistema de emprendedoras centroamericanas?

PP: — Trabajar en tener mejores datos, no solo en el desglose. Falta entender la oferta y demanda. Hay que evidenciar los retornos y que son buenas clientes. Para que prosperen se necesitan productos y servicios que acompañen sus necesidades.

IB: — Las empresas no llegan de la manera en que deberían por sesgos, estereotipos y paradigmas. La idea es usar la tecnología a nuestro favor para traer mediciones alternativas a la calificación crediticia, que amplíen las perspectivas y portafolio. 

 ¿Cómo encajar los productos urbanos y rurales?

PP: — Lo primero es entender que no podrán ser los mismos por el tipo de producto, términos, ciclo, canal, etc. No es lo mismo necesitar capital para una fábrica urbana que para un cultivo agrícola.

Probablemente, habrá un nivel de educación diferente. Se necesitará hablar otro idioma y capacitar a la fuerza laboral para que se comunique con la cliente.

Asumir que se puede hacer un copy-paste sería el peor error. El banco que quiera apostar a la ruralidad, lo tendrá que hacer en todo su esplendor. Es un segmento con mucho potencial y riqueza.

¿Es necesario una legislación específica?

PP: — No. Sin embargo, es importante entender que los reguladores tienen un rol esencial al incentivar y fomentar transparencia y divulgación de datos.

Si lo dejas a la voluntad de cada cliente, se vuelve discrecional. Pero si empiezas a decir que debería existir más transparencia para mostrar el detalle de la cartera femenina, se tendrá evidencia necesaria.

Veo un papel más de cómo puedes comentar, preguntar y evidenciar a través de esos requerimientos de divulgación.

Paula Peláez. Fotografía: Braulio Palacios / República.

En la región, ¿qué país es un ejemplo? 

IB: — Más allá de países, vemos IFs puntuales que están haciendo algo organizado. En República Dominicana está la iniciativa “We Financial Code”. La idea es que todos los bancos se comprometan a reportar datos desglosados por sexo y entender indicadores más allá de convocatorias. También crea comunidades de práctica que permiten modernizar sistemas de datos. 

En Paraguay, un banco complementa su oferta de mujer con servicios gestores. Por ejemplo, si se toma un crédito productivo les ayudan para seguir el proceso de registro de la PYME. O bien, apoyan con ayudas técnicas para sus negocios. 

“Juancho Te Presta”, en Colombia, es una fintech que analizó el comportamiento de repago de todos sus clientes. A los de mejor calificación se les premió con tasas de interés bajas en el siguiente crédito. En su mayoría fueron mujeres.  

Guatemala tiene una oportunidad en todos los segmentos de su sistema financiero. Es importante profundizar en aquellos que no han sido cubiertos. 

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Paula Peláez: “Es un error hacer copy-paste de productos financieros para mujeres urbanas y rurales”

Arte: Gabo@.
María José Aresti
03 de septiembre, 2024

El mercado femenino es cada vez más relevante para muchas instituciones financieras (IFs). Descuidarlo tiene un costo de oportunidad. En los próximos cinco años controlarán el 75 % del gasto discrecional en el mundo, según el estudio “Mujeres Empresarias en Ascenso” de BID Invest.

Guatemala formó parte del análisis. Entre los hallazgos se determinó que la inclusión financiera de las mujeres bajó hasta un 34 % en 2021. El resto de la región acortó distancias.

República Empresa conversó con Paula Peláez (PP), directora MSME y GDI, servicios de asesoría del BID Invest, e Isabel Berdeja (IB), oficial de género, diversidad e inclusión del BID Invest, para profundizar en las conclusiones del estudio y el panorama nacional.

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¿Qué destacaría de los resultados de Guatemala?

PP: — Las IFs están captando datos en una proporción importante. Y más de un 70 % desagregan por sexo. La mala noticia, el ingreso de datos es manual. Esto da lugar a un margen de error considerable.

Además, no se conecta esta información con análisis ni con toma de decisiones. Los resultados no se comparten con estos últimos para establecer la línea que debe llevar la estrategia, productos o servicios.

Por otro lado, la inclusión financiera creció entre 2011 y 2017. No obstante, para 2021 bajó. Todavía existe volatilidad y vulnerabilidad ante hechos inesperados (como covid). Tenemos que mantener el pedal en el acelerador, caso contrario, habrá retrocesos.

El último hallazgo es la oportunidad de mercado. Si las IFs intentaran llegaran al segmento de mujer, podrían generar ingresos adicionales anuales de USD 280M.

Paula Peláez, directora de servicios de asesoría de MIPYME del BID. Fotografía: Braulio Palacios / República.

Las IFs tienen intención de incluir productos para mujeres, ¿por qué no se ejecutan aún?

PP: — Se debe entender la oportunidad del negocio. Ahora estamos ahí. Muchas veces tenemos IFs que empiezan por un primer paso “relativamente” superficial. Hay que tener un producto específico para tener éxito en la estrategia. Estamos viendo las bases.

Se necesita entender a las mujeres en toda su interseccionalidad. No es lo mismo llegar a la estudiante, urbana, empresaria, rural, indígena. Un acompañamiento a esas clientes es crucial para saber qué hacen.

IB: — No es beneficiar a uno sobre otro, sino que hay grupos de la población que enfrentan más barreras. El sistema financiero no responde a las mismas.  

Si bien la legislación protege la propiedad de las mujeres, tienden a tener menos activos como garantía para un crédito. Se deben buscar alternativas para percibirlas como buenas y leales clientes. 

El estudio detalla que el sector fintech tiene una oportunidad si atiende este mercado. La tarea es hacer visibles esas barreras, entenderlas y crear productos pertinentes. 

El estudio indica que no existe una definición de PYME, lo cual se vuelve un obstáculo, ¿cómo la definirían? 

PP: — Se puede definir en función del número de empleados, tamaño e incluso una mezcla de los dos. Lo que hacemos —dentro de lineamientos nacionales— es entender cómo el cliente está definiendo la PYME. 

IB: — La región es diversa. No es lo mismo una PYME de Ciudad de Guatemala que en Alta Verapaz. Está bien que difiera mientras haya parámetros comparables. El estudio determina que puede tratarse de una mujer accionaria mayoritaria de una mujer o rol de liderazgo. 

Isabel Berdeja, oficial de género, diversidad e inclusión del BID. Fotografía: Braulio Palacios / República.

¿Qué falta para tener productos específicos para el ecosistema de emprendedoras centroamericanas?

PP: — Trabajar en tener mejores datos, no solo en el desglose. Falta entender la oferta y demanda. Hay que evidenciar los retornos y que son buenas clientes. Para que prosperen se necesitan productos y servicios que acompañen sus necesidades.

IB: — Las empresas no llegan de la manera en que deberían por sesgos, estereotipos y paradigmas. La idea es usar la tecnología a nuestro favor para traer mediciones alternativas a la calificación crediticia, que amplíen las perspectivas y portafolio. 

 ¿Cómo encajar los productos urbanos y rurales?

PP: — Lo primero es entender que no podrán ser los mismos por el tipo de producto, términos, ciclo, canal, etc. No es lo mismo necesitar capital para una fábrica urbana que para un cultivo agrícola.

Probablemente, habrá un nivel de educación diferente. Se necesitará hablar otro idioma y capacitar a la fuerza laboral para que se comunique con la cliente.

Asumir que se puede hacer un copy-paste sería el peor error. El banco que quiera apostar a la ruralidad, lo tendrá que hacer en todo su esplendor. Es un segmento con mucho potencial y riqueza.

¿Es necesario una legislación específica?

PP: — No. Sin embargo, es importante entender que los reguladores tienen un rol esencial al incentivar y fomentar transparencia y divulgación de datos.

Si lo dejas a la voluntad de cada cliente, se vuelve discrecional. Pero si empiezas a decir que debería existir más transparencia para mostrar el detalle de la cartera femenina, se tendrá evidencia necesaria.

Veo un papel más de cómo puedes comentar, preguntar y evidenciar a través de esos requerimientos de divulgación.

Paula Peláez. Fotografía: Braulio Palacios / República.

En la región, ¿qué país es un ejemplo? 

IB: — Más allá de países, vemos IFs puntuales que están haciendo algo organizado. En República Dominicana está la iniciativa “We Financial Code”. La idea es que todos los bancos se comprometan a reportar datos desglosados por sexo y entender indicadores más allá de convocatorias. También crea comunidades de práctica que permiten modernizar sistemas de datos. 

En Paraguay, un banco complementa su oferta de mujer con servicios gestores. Por ejemplo, si se toma un crédito productivo les ayudan para seguir el proceso de registro de la PYME. O bien, apoyan con ayudas técnicas para sus negocios. 

“Juancho Te Presta”, en Colombia, es una fintech que analizó el comportamiento de repago de todos sus clientes. A los de mejor calificación se les premió con tasas de interés bajas en el siguiente crédito. En su mayoría fueron mujeres.  

Guatemala tiene una oportunidad en todos los segmentos de su sistema financiero. Es importante profundizar en aquellos que no han sido cubiertos. 

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