Miles de mexicanos de alto patrimonio están trasladando capital, familias y operaciones hacia Europa y EE. UU. No se trata de migración tradicional, son inversionistas que adquieren inmuebles, abren empresas y redistribuyen su patrimonio fuera del país. El fenómeno altera flujos de inversión, presión fiscal y competitividad regional.
Por qué importa. El traslado de élites económicas mexicanas hacia Europa redefine la geografía del capital latinoamericano. Cambia el lugar dónde invierten, pagan impuestos y escalan sus negocios.
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La llegada de más de 28 000 mexicanos a España y 9000 a Portugal responde a intereses de inversión: ambos países exigen compras inmobiliarias que superan los EUR 500 000 o ingresos elevados.
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Este segmento pertenece al 0.3 % superior de la estructura de ingresos, responsables de la mayor proporción de empleo formal y del grueso de la tributación.
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Su salida implica un reajuste para sectores como banca privada, seguros, inmobiliario de lujo, educación y salud. Todos ellos dependen del consumo y la inversión de este mismo grupo.
Datos clave. El movimiento no es circunstancial: sigue patrones globales de movilidad patrimonial identificados en estudios como el Knight Frank Wealth Report 2024. Este confirma que los inversionistas de alto patrimonio buscan destinos con estabilidad jurídica, conectividad, calidad educativa y acceso a mercados.
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Según el reporte, 38 % de los mexicanos con más de USD 30M en activos líquidos planean reubicarse antes de 2030. Una proporción superior a la de varias economías latinoamericanas.
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El Banco de España reporta un incremento del 68 % en depósitos de residentes mexicanos en sus bancos en los últimos dos años.
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En Lisboa, escuelas internacionales británicas y estadounidenses mantienen listas de espera de hasta dos años para familias mexicanas, indicando reubicación patrimonial, educativa y empresarial.
Qué destacar. El perfil de quien se va revela el verdadero impacto económico. Son empresarios medianos y grandes, fundadores de startups, altos ejecutivos, profesionales especializados y familias con patrimonios entre USD 10 y 20M.
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Este sector genera el 68 % del empleo formal y aporta el 72 % del ISR de personas físicas.
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Su salida provoca una contracción natural de consumo prémium, inversión inmobiliaria, banca privada y servicios corporativos.
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Cada familia que migra deja de aportar entre MXN 2 y 6M anuales en impuestos directos. Si apenas un 20 % decidiera irse en un plazo de cinco años, puede traducirse en pérdidas fiscales acumuladas de MXN 45 000 a 60 000M anuales.
Entre líneas. Las cifras revelan que el fenómeno se está consolidando como tendencia de movilidad global de capital.
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En Miami, 42 % de las compras residenciales por arriba de USD 3M fueron hechas por mexicanos este año, según la Miami Association of Realtors.
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En Texas, firmas inmobiliarias reportan compras de casas de USD 5 a 8M por parte de familias de alto ingreso del norte y occidente de México.
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España colocó a México como la cuarta nacionalidad que más permisos de residencia obtiene bajo esquemas de inversión.
Ecos regionales. El reacomodo del capital no es exclusivo de México; forma parte de un proceso más amplio visible en Latinoamérica.
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En Argentina, Brasil y Colombia, familias de alto patrimonio incrementaron su presencia en Portugal bajo regímenes fiscales favorables.
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Chile ha registrado salidas de inversionistas hacia España desde 2022.
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Centroamérica muestra un patrón moderado: en Guatemala y Costa Rica se observa aumento en consultas a gestores de movilidad patrimonial, aunque sin alcanzar las magnitudes mexicanas.
Balance. La salida de capital humano, financiero y empresarial obliga a repensar estrategias de competitividad: educación de alto nivel, infraestructura, acceso a salud privada, certidumbre para inversiones y esquemas fiscales estables. Europa gana talento y capital. México enfrenta el reto de evitar un ciclo de fuga patrimonial que, de consolidarse, reducirá inversión, recaudación y dinamismo empresarial en la próxima década.
Miles de mexicanos de alto patrimonio están trasladando capital, familias y operaciones hacia Europa y EE. UU. No se trata de migración tradicional, son inversionistas que adquieren inmuebles, abren empresas y redistribuyen su patrimonio fuera del país. El fenómeno altera flujos de inversión, presión fiscal y competitividad regional.
Por qué importa. El traslado de élites económicas mexicanas hacia Europa redefine la geografía del capital latinoamericano. Cambia el lugar dónde invierten, pagan impuestos y escalan sus negocios.
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La llegada de más de 28 000 mexicanos a España y 9000 a Portugal responde a intereses de inversión: ambos países exigen compras inmobiliarias que superan los EUR 500 000 o ingresos elevados.
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Este segmento pertenece al 0.3 % superior de la estructura de ingresos, responsables de la mayor proporción de empleo formal y del grueso de la tributación.
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Su salida implica un reajuste para sectores como banca privada, seguros, inmobiliario de lujo, educación y salud. Todos ellos dependen del consumo y la inversión de este mismo grupo.
Datos clave. El movimiento no es circunstancial: sigue patrones globales de movilidad patrimonial identificados en estudios como el Knight Frank Wealth Report 2024. Este confirma que los inversionistas de alto patrimonio buscan destinos con estabilidad jurídica, conectividad, calidad educativa y acceso a mercados.
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Según el reporte, 38 % de los mexicanos con más de USD 30M en activos líquidos planean reubicarse antes de 2030. Una proporción superior a la de varias economías latinoamericanas.
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El Banco de España reporta un incremento del 68 % en depósitos de residentes mexicanos en sus bancos en los últimos dos años.
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En Lisboa, escuelas internacionales británicas y estadounidenses mantienen listas de espera de hasta dos años para familias mexicanas, indicando reubicación patrimonial, educativa y empresarial.
Qué destacar. El perfil de quien se va revela el verdadero impacto económico. Son empresarios medianos y grandes, fundadores de startups, altos ejecutivos, profesionales especializados y familias con patrimonios entre USD 10 y 20M.
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Este sector genera el 68 % del empleo formal y aporta el 72 % del ISR de personas físicas.
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Su salida provoca una contracción natural de consumo prémium, inversión inmobiliaria, banca privada y servicios corporativos.
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Cada familia que migra deja de aportar entre MXN 2 y 6M anuales en impuestos directos. Si apenas un 20 % decidiera irse en un plazo de cinco años, puede traducirse en pérdidas fiscales acumuladas de MXN 45 000 a 60 000M anuales.
Entre líneas. Las cifras revelan que el fenómeno se está consolidando como tendencia de movilidad global de capital.
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En Miami, 42 % de las compras residenciales por arriba de USD 3M fueron hechas por mexicanos este año, según la Miami Association of Realtors.
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En Texas, firmas inmobiliarias reportan compras de casas de USD 5 a 8M por parte de familias de alto ingreso del norte y occidente de México.
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España colocó a México como la cuarta nacionalidad que más permisos de residencia obtiene bajo esquemas de inversión.
Ecos regionales. El reacomodo del capital no es exclusivo de México; forma parte de un proceso más amplio visible en Latinoamérica.
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En Argentina, Brasil y Colombia, familias de alto patrimonio incrementaron su presencia en Portugal bajo regímenes fiscales favorables.
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Chile ha registrado salidas de inversionistas hacia España desde 2022.
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Centroamérica muestra un patrón moderado: en Guatemala y Costa Rica se observa aumento en consultas a gestores de movilidad patrimonial, aunque sin alcanzar las magnitudes mexicanas.
Balance. La salida de capital humano, financiero y empresarial obliga a repensar estrategias de competitividad: educación de alto nivel, infraestructura, acceso a salud privada, certidumbre para inversiones y esquemas fiscales estables. Europa gana talento y capital. México enfrenta el reto de evitar un ciclo de fuga patrimonial que, de consolidarse, reducirá inversión, recaudación y dinamismo empresarial en la próxima década.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: