Guatemala comienza a posicionarse como un nuevo hub tecnológico en Latinoamérica, impulsado por su potencial para albergar centros de datos, ecosistemas de IA y plataformas de blockchain. Esta transformación, aún incipiente, atrae la mirada de inversionistas globales que buscan rentabilidad, resiliencia y un entorno preparado para la cuarta revolución industrial.
Por qué importa. El auge de la IA no solo está transformando industrias, sino la infraestructura que las sostiene: los centros de datos. Con su ubicación estratégica, energía renovable y talento joven, el país aparece como epicentro para estas llamadas “fábricas de IA”.
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“Los data centers actuales no soportan cargas de IA; Guatemala sí puede”, menciona Syed Natif Nawaz, CGO de Aurum Equity Partners.
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Esta evolución abre una oportunidad que combina alto retorno con desarrollo sostenible.
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Actualmente, existen proyectos estratégicos en marcha que suman USD 8000M en inversión potencial.
En el radar. Se ha pasado de simples espacios de alojamiento a complejos industriales que requieren megavatios de energía, talento especializado y políticas claras. Guatemala, según Nawaz, ya inició el camino. “Ya no importa la ciudad, sino quién tiene energía, talento y visión”.
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La densidad energética por rack pasó de 3 kW a más de 600, exigiendo redes robustas y alianzas.
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Hay cinco cables submarinos que garantizan conectividad de baja latencia hacia Norteamérica y Sudamérica.
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La Ley de Inversión Extranjera permite repatriación de capitales y propiedad total, algo valorado por fondos como Zoniqx o Monolith Ventures.
Qué destacar. Los nuevos centros de datos para IA requieren inyecciones superiores a los USD 10 000M, además de talento técnico y políticas de fomento. Existe una base sólida en ambas dimensiones.
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El PIB llegó hasta casi USD 112 000M en 2024 y crecerá un 4 % este año, de acuerdo con Juan Monge, vicepresidente de Fundesa.
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La inflación bajó del 9.9 % al 1.6 en dos años, con un déficit fiscal controlado en 1.01 % del PIB.
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Sostiene que Guatemala no solo es resiliente; es estratégica para quienes miran al futuro.
Detrás de escena. La historia empresarial revela una actitud de resistencia frente a la adversidad. Durante los años más convulsos del siglo XX, el sector privado se mantuvo firme. Esa herencia de permanencia se traduce hoy en estructuras consolidadas y confianza institucional.
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“Mientras otros vendían y huían, aquí se invirtió más”, destaca Monge.
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Existe una fuerza laboral joven (edad media: 23 años) con iniciativas de formación técnica impulsadas por los sectores público y privado.
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Zonas francas, plataformas como Invest Guatemala y políticas sectoriales alineadas refuerzan esta narrativa.
Lo que sigue. El objetivo ya no se limita a competir en agroindustria o manufactura ligera. Busca establecerse como nodo tecnológico para Latinoamérica. Su reto será consolidar de manera coherente, atraer inversión sostenible y fomentar el desarrollo inclusivo.
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El plan inicial es construir 200 megavatios en centros de datos. Y conseguirlo en módulos escalables según la demanda.
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La clave estará en garantizar marcos regulatorios modernos y alianzas con actores como TSMC o NVIDIA.
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Fundesa y Aurum coinciden en que la ventana está abierta: la estrategia debe ser actuar con visión a largo plazo y ejecución ágil.
Guatemala comienza a posicionarse como un nuevo hub tecnológico en Latinoamérica, impulsado por su potencial para albergar centros de datos, ecosistemas de IA y plataformas de blockchain. Esta transformación, aún incipiente, atrae la mirada de inversionistas globales que buscan rentabilidad, resiliencia y un entorno preparado para la cuarta revolución industrial.
Por qué importa. El auge de la IA no solo está transformando industrias, sino la infraestructura que las sostiene: los centros de datos. Con su ubicación estratégica, energía renovable y talento joven, el país aparece como epicentro para estas llamadas “fábricas de IA”.
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“Los data centers actuales no soportan cargas de IA; Guatemala sí puede”, menciona Syed Natif Nawaz, CGO de Aurum Equity Partners.
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Actualmente, existen proyectos estratégicos en marcha que suman USD 8000M en inversión potencial.
En el radar. Se ha pasado de simples espacios de alojamiento a complejos industriales que requieren megavatios de energía, talento especializado y políticas claras. Guatemala, según Nawaz, ya inició el camino. “Ya no importa la ciudad, sino quién tiene energía, talento y visión”.
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La densidad energética por rack pasó de 3 kW a más de 600, exigiendo redes robustas y alianzas.
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Hay cinco cables submarinos que garantizan conectividad de baja latencia hacia Norteamérica y Sudamérica.
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La Ley de Inversión Extranjera permite repatriación de capitales y propiedad total, algo valorado por fondos como Zoniqx o Monolith Ventures.
Qué destacar. Los nuevos centros de datos para IA requieren inyecciones superiores a los USD 10 000M, además de talento técnico y políticas de fomento. Existe una base sólida en ambas dimensiones.
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El PIB llegó hasta casi USD 112 000M en 2024 y crecerá un 4 % este año, de acuerdo con Juan Monge, vicepresidente de Fundesa.
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La inflación bajó del 9.9 % al 1.6 en dos años, con un déficit fiscal controlado en 1.01 % del PIB.
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Sostiene que Guatemala no solo es resiliente; es estratégica para quienes miran al futuro.
Detrás de escena. La historia empresarial revela una actitud de resistencia frente a la adversidad. Durante los años más convulsos del siglo XX, el sector privado se mantuvo firme. Esa herencia de permanencia se traduce hoy en estructuras consolidadas y confianza institucional.
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“Mientras otros vendían y huían, aquí se invirtió más”, destaca Monge.
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Existe una fuerza laboral joven (edad media: 23 años) con iniciativas de formación técnica impulsadas por los sectores público y privado.
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Zonas francas, plataformas como Invest Guatemala y políticas sectoriales alineadas refuerzan esta narrativa.
Lo que sigue. El objetivo ya no se limita a competir en agroindustria o manufactura ligera. Busca establecerse como nodo tecnológico para Latinoamérica. Su reto será consolidar de manera coherente, atraer inversión sostenible y fomentar el desarrollo inclusivo.
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El plan inicial es construir 200 megavatios en centros de datos. Y conseguirlo en módulos escalables según la demanda.
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La clave estará en garantizar marcos regulatorios modernos y alianzas con actores como TSMC o NVIDIA.
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Fundesa y Aurum coinciden en que la ventana está abierta: la estrategia debe ser actuar con visión a largo plazo y ejecución ágil.