La tokenización de activos del mundo real emerge como una herramienta transformadora en Centroamérica, especialmente en Guatemala. La región explora nuevas formas de inversión y financiamiento. Sin embargo, su adopción brinda tanto oportunidades como desafíos que deben ser analizados con cautela.
Por qué importa. Esta tecnología transforma activos físicos —como bienes raíces o proyectos de infraestructura— en representaciones digitales que se pueden negociar de manera global. Para economías emergentes como las centroamericanas, abre una vía para captar inversión internacional sin depender de modelos financieros tradicionales.
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Desde 2023, Guatemala explora casos de uso vinculados a energía renovable y centros de datos tokenizados, con interés de inversionistas de Medio Oriente.
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Este modelo permitiría a países con baja bancarización ofrecer instrumentos de inversión digitales sin intermediarios tradicionales.
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Según Sanjeev Birari, cofundador de Zoniqx, “una oficina familiar en Dubái puede invertir en un centro de datos guatemalteco mediante activos digitales”.
En el radar. Más allá de esta innovación, el potencial real de esta tendencia está en cómo puede impactar a las economías centroamericanas. Amplía la base de inversionistas, aumenta la liquidez y dinamiza sectores como la vivienda o la infraestructura pública.
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Un token puede representar desde un crédito de carbono hasta un porcentaje de una finca o deuda estatal, permitiendo su negociación global.
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Según PwC, puede reducir costos de emisión, aumentar transparencia y atraer inversionistas minoristas sin sofisticación financiera.
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“Hemos tokenizado activos por más de USD 4200M”, destacó Birari, lo que incluye bienes raíces, centros de datos y deuda privada.
Ecos regionales. Panamá, Costa Rica y El Salvador han mostrado interés en los activos digitales, aunque en distintos niveles regulatorios y técnicos.
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En El Salvador, el marco legal para el bitcoin ha abierto espacio para explorar esta herramienta en la atracción de capital.
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Costa Rica discute la posibilidad de emitir deuda pública bajo autenticación digital como mecanismo de financiamiento alternativo.
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Guatemala se posiciona como pionera en planes piloto, si bien la legislación local aún no regula explícitamente estos instrumentos.
Punto de fricción. El principal reto es normativo. Aunque la tecnología está disponible, sin marcos legales específicos es difícil ofrecer certeza a los inversionistas, y los gobiernos se muestran cautos. Se requiere, asimismo, alfabetización digital para evitar la exclusión.
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La falta de regulación específica puede generar desconfianza y limitar la escalabilidad del modelo.
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Según el World Economic Forum, aunque varias jurisdicciones como Suiza, Japón y la Unión Europea han avanzado en marcos normativos. No obstante, la mayoría aún carece de reglamentaciones integrales y armonizadas, lo que provoca incertidumbre en su implementación global.
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Birari advirtió que la adopción solo ocurrirá si los gobiernos impulsan la regulación.
Lo que sigue. Centroamérica tiene la posibilidad de subirse a esta ola en una etapa temprana. Pero requiere voluntad política, inversión en infraestructura digital y educación financiera.
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Crear estructuras legales que reconozcan los tokens como valores sería un primer paso esencial.
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La interoperabilidad regional podría facilitar la circulación de los mismos entre los países del istmo.
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“Queremos ejecutar proyectos concretos sobre el terreno y ayudar a los estados a comprender esta tecnología”, afirmó Birari.
La tokenización de activos del mundo real emerge como una herramienta transformadora en Centroamérica, especialmente en Guatemala. La región explora nuevas formas de inversión y financiamiento. Sin embargo, su adopción brinda tanto oportunidades como desafíos que deben ser analizados con cautela.
Por qué importa. Esta tecnología transforma activos físicos —como bienes raíces o proyectos de infraestructura— en representaciones digitales que se pueden negociar de manera global. Para economías emergentes como las centroamericanas, abre una vía para captar inversión internacional sin depender de modelos financieros tradicionales.
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Desde 2023, Guatemala explora casos de uso vinculados a energía renovable y centros de datos tokenizados, con interés de inversionistas de Medio Oriente.
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Este modelo permitiría a países con baja bancarización ofrecer instrumentos de inversión digitales sin intermediarios tradicionales.
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Según Sanjeev Birari, cofundador de Zoniqx, “una oficina familiar en Dubái puede invertir en un centro de datos guatemalteco mediante activos digitales”.
En el radar. Más allá de esta innovación, el potencial real de esta tendencia está en cómo puede impactar a las economías centroamericanas. Amplía la base de inversionistas, aumenta la liquidez y dinamiza sectores como la vivienda o la infraestructura pública.
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Un token puede representar desde un crédito de carbono hasta un porcentaje de una finca o deuda estatal, permitiendo su negociación global.
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Según PwC, puede reducir costos de emisión, aumentar transparencia y atraer inversionistas minoristas sin sofisticación financiera.
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“Hemos tokenizado activos por más de USD 4200M”, destacó Birari, lo que incluye bienes raíces, centros de datos y deuda privada.
Ecos regionales. Panamá, Costa Rica y El Salvador han mostrado interés en los activos digitales, aunque en distintos niveles regulatorios y técnicos.
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En El Salvador, el marco legal para el bitcoin ha abierto espacio para explorar esta herramienta en la atracción de capital.
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Costa Rica discute la posibilidad de emitir deuda pública bajo autenticación digital como mecanismo de financiamiento alternativo.
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Guatemala se posiciona como pionera en planes piloto, si bien la legislación local aún no regula explícitamente estos instrumentos.
Punto de fricción. El principal reto es normativo. Aunque la tecnología está disponible, sin marcos legales específicos es difícil ofrecer certeza a los inversionistas, y los gobiernos se muestran cautos. Se requiere, asimismo, alfabetización digital para evitar la exclusión.
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La falta de regulación específica puede generar desconfianza y limitar la escalabilidad del modelo.
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Según el World Economic Forum, aunque varias jurisdicciones como Suiza, Japón y la Unión Europea han avanzado en marcos normativos. No obstante, la mayoría aún carece de reglamentaciones integrales y armonizadas, lo que provoca incertidumbre en su implementación global.
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Birari advirtió que la adopción solo ocurrirá si los gobiernos impulsan la regulación.
Lo que sigue. Centroamérica tiene la posibilidad de subirse a esta ola en una etapa temprana. Pero requiere voluntad política, inversión en infraestructura digital y educación financiera.
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Crear estructuras legales que reconozcan los tokens como valores sería un primer paso esencial.
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La interoperabilidad regional podría facilitar la circulación de los mismos entre los países del istmo.
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“Queremos ejecutar proyectos concretos sobre el terreno y ayudar a los estados a comprender esta tecnología”, afirmó Birari.