Guatemala y Chile están acelerando una agenda económica que busca más que vender y comprar. El reciente “Encuentro Empresarial Chile-Centroamérica & Caribe” mostró que ambos países pueden construir cadenas de valor compartidas, combinando ventajas logísticas, regulatorias y energéticas. La complementariedad abre espacio para una plataforma conjunta de inversión.
Por qué importa. Ambos están encontrando coincidencias económicas que antes no se ponían sobre la mesa: capacidades industriales, experiencia regulatoria y sectores con demanda creciente. La intención compartida es impulsar inversión bilateral y, más que llegar con productos al mercado opuesto, se busca crear soluciones conjuntas con impacto regional.
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Guatemala consolida su posición como hub mientras compañías chilenas buscan diversificar riesgos y ampliar operaciones. Esa combinación, según Claudia Papic, vicepresidenta ejecutiva de la Cámara Nacional de Laboratorios (CANALAB), permite acelerar cadenas de valor en salud, energía y tecnología.
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Chile aporta industrias consolidadas y estándares altos. Guatemala, crecimiento interno y un mercado con modernización regulatoria. Ambos ven espacio para integrar servicios de calidad, dispositivos médicos y tecnologías aplicadas a eficiencia energética.
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Durante el encuentro se abordó cómo la complementariedad permite cooperación público–privada. Como afirmó Papic, la empresa chilena puede ofrecer soluciones “probadas y escalables”, adaptables a marcos centroamericanos en transformación.
En el radar. La energía se perfiló como uno de los sectores con mayor potencial. Las matrices eléctricas mantienen proporciones similares entre hidroeléctrica y fuentes renovables. Y la experiencia chilena en solar podría trasladarse a Guatemala, con proyectos aún pendientes de un marco jurídico en evolución.
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Marcela Puntí, directora de asuntos corporativos de la Asociación Chilena de Energía Solar, (ACESOL), destacó que Chile posee “la radiación más alta del mundo” en su zona norte, un laboratorio natural para tecnologías solares competitivas. Esa curva de aprendizaje puede llegar a Guatemala.
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Explicó que la energía solar es hoy “la más económica del mundo” y su implementación es veloz, siempre que exista claridad en procesos regulatorios. Ahí Guatemala tiene una ventana para atraer inversionistas.
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La industria chilena suma más de 10 años de experiencia que puede transferirse. Según Puntí, ya cuenta con modelos replicables para instalar proyectos ágiles, los mismos que podrían despegar en Centroamérica.
Entre líneas. El ecosistema farmacéutico identificó oportunidades visibles. Guatemala moderniza su regulación sanitaria y reconoce buenas prácticas internacionales. Chile, con laboratorios acreditados, puede integrarse sin fricciones a esa actualización.
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Papic subrayó que Guatemala vive una expansión de ese mercado. Para ella, avanzar en registros sanitarios y reducir divergencias regulatorias facilitará encadenamientos productivos.
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Los laboratorios chilenos pueden aportar fabricación con estándares europeos y capacidad de adaptar procesos. Esa reputación abre puertas a modelos conjuntos de producción y distribución regional.
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Las empresas chilenas pueden cubrir necesidades de calidad, trazabilidad y vigilancia sanitaria más robusta.
Lo que sigue. En palabras de José Morán, Asesor de Inteligencia de Mercado e Innovación de Invest Guatemala, se presenta un potencial sobresaliente para la inversión y expansión de empresas chilenas. El crecimiento cercano al 10 % en las exportaciones no cobre-litio confirma un fortalecimiento del vínculo.
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Este dinamismo, explica, se debe en buena parte a la relevancia que tienen productos agroindustriales —alimentos y bebidas—. Esto representa la oportunidad de ingresar a un mercado prácticamente equivalente al del país austral.
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Desde una perspectiva estratégica, este contexto permite a las compañías considerar procesos de expansión productiva con economías de escala, aprovechando un entorno favorable.
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Por último, la ventaja geográfica y logística de Guatemala funciona como punto de entrada hacia un mercado regional ampliado de alrededor de 50M en Centroamérica. La plataforma binacional puede convertirse en un nuevo eje de integración.
Guatemala y Chile están acelerando una agenda económica que busca más que vender y comprar. El reciente “Encuentro Empresarial Chile-Centroamérica & Caribe” mostró que ambos países pueden construir cadenas de valor compartidas, combinando ventajas logísticas, regulatorias y energéticas. La complementariedad abre espacio para una plataforma conjunta de inversión.
Por qué importa. Ambos están encontrando coincidencias económicas que antes no se ponían sobre la mesa: capacidades industriales, experiencia regulatoria y sectores con demanda creciente. La intención compartida es impulsar inversión bilateral y, más que llegar con productos al mercado opuesto, se busca crear soluciones conjuntas con impacto regional.
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Guatemala consolida su posición como hub mientras compañías chilenas buscan diversificar riesgos y ampliar operaciones. Esa combinación, según Claudia Papic, vicepresidenta ejecutiva de la Cámara Nacional de Laboratorios (CANALAB), permite acelerar cadenas de valor en salud, energía y tecnología.
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Chile aporta industrias consolidadas y estándares altos. Guatemala, crecimiento interno y un mercado con modernización regulatoria. Ambos ven espacio para integrar servicios de calidad, dispositivos médicos y tecnologías aplicadas a eficiencia energética.
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Durante el encuentro se abordó cómo la complementariedad permite cooperación público–privada. Como afirmó Papic, la empresa chilena puede ofrecer soluciones “probadas y escalables”, adaptables a marcos centroamericanos en transformación.
En el radar. La energía se perfiló como uno de los sectores con mayor potencial. Las matrices eléctricas mantienen proporciones similares entre hidroeléctrica y fuentes renovables. Y la experiencia chilena en solar podría trasladarse a Guatemala, con proyectos aún pendientes de un marco jurídico en evolución.
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Marcela Puntí, directora de asuntos corporativos de la Asociación Chilena de Energía Solar, (ACESOL), destacó que Chile posee “la radiación más alta del mundo” en su zona norte, un laboratorio natural para tecnologías solares competitivas. Esa curva de aprendizaje puede llegar a Guatemala.
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Explicó que la energía solar es hoy “la más económica del mundo” y su implementación es veloz, siempre que exista claridad en procesos regulatorios. Ahí Guatemala tiene una ventana para atraer inversionistas.
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La industria chilena suma más de 10 años de experiencia que puede transferirse. Según Puntí, ya cuenta con modelos replicables para instalar proyectos ágiles, los mismos que podrían despegar en Centroamérica.
Entre líneas. El ecosistema farmacéutico identificó oportunidades visibles. Guatemala moderniza su regulación sanitaria y reconoce buenas prácticas internacionales. Chile, con laboratorios acreditados, puede integrarse sin fricciones a esa actualización.
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Papic subrayó que Guatemala vive una expansión de ese mercado. Para ella, avanzar en registros sanitarios y reducir divergencias regulatorias facilitará encadenamientos productivos.
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Los laboratorios chilenos pueden aportar fabricación con estándares europeos y capacidad de adaptar procesos. Esa reputación abre puertas a modelos conjuntos de producción y distribución regional.
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Las empresas chilenas pueden cubrir necesidades de calidad, trazabilidad y vigilancia sanitaria más robusta.
Lo que sigue. En palabras de José Morán, Asesor de Inteligencia de Mercado e Innovación de Invest Guatemala, se presenta un potencial sobresaliente para la inversión y expansión de empresas chilenas. El crecimiento cercano al 10 % en las exportaciones no cobre-litio confirma un fortalecimiento del vínculo.
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Este dinamismo, explica, se debe en buena parte a la relevancia que tienen productos agroindustriales —alimentos y bebidas—. Esto representa la oportunidad de ingresar a un mercado prácticamente equivalente al del país austral.
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Desde una perspectiva estratégica, este contexto permite a las compañías considerar procesos de expansión productiva con economías de escala, aprovechando un entorno favorable.
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Por último, la ventaja geográfica y logística de Guatemala funciona como punto de entrada hacia un mercado regional ampliado de alrededor de 50M en Centroamérica. La plataforma binacional puede convertirse en un nuevo eje de integración.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: