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El crecimiento llega por Western Union

.
María José Aresti
23 de diciembre, 2025

Guatemala cierra 2025 con incremento económico y estabilidad macro, pero con un dato que redefine la lectura del año: el principal impulso no vino de la producción interna. Las remesas alcanzaron niveles históricos y sostuvieron consumo, divisas y crédito, dejando una pregunta clave sobre la sostenibilidad del modelo de crecimiento.

Por qué importa. El país termina el año con una señal macroeconómica clara: el crecimiento se sostiene más por flujos externos que por capacidad productiva propia. Las divisas estabilizan consumo, tipo de cambio y crédito, pero exponen una economía que crece sin transformar su estructura.

  • Las remesas familiares alcanzan cerca del 20 % del PIB. Una proporción elevada que supera el peso de las exportaciones totales y nos coloca entre las economías más dependientes de estos flujos en la región.

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  • Este ingreso externo compensa un déficit comercial persistente, donde las importaciones son más que las exportaciones, evitando presiones cambiarias y sosteniendo el poder de compra interno durante el año.

  • El crecimiento económico de 2025 está marcado por un mayor flujo de divisas que estimula consumo y demanda interna sin modificar la base productiva.

Datos clave. El cierre de año confirma la magnitud del fenómeno: récord tras récord en ingresos por remesas, con una economía que se expande apoyada en transferencias familiares más que en comercio exterior dinámico.

  • Al 4 de diciembre se habían recibido USD 23 549M en remesas, según el BANGUAT. Un crecimiento cercano al 19 % anual, superando en más de USD 3 000M el ingreso registrado el año anterior.

  • Más del 50–60 % de las remesas se destina a consumo corriente y una fracción relevante a construcción. Esto impulsa la actividad económica, pero con bajo impacto en inversión productiva y encadenamientos.

  • Aunque la expansión se desacelerará, “las remesas seguirán creciendo, pero a un ritmo menor”, señaló Sergio Recinos, expresidente de la Junta Monetaria y del BANGUAT.

Punto de fricción. El riesgo no es que las remesas existan ni que sigan aumentando, sino que se conviertan en sustituto silencioso de una agenda productiva pendiente.

  • Guatemala no enfrenta una dependencia extrema como Honduras o El Salvador. Con todo, el umbral del 20 % del PIB marca una señal de alerta temprana sobre el modelo.

  • Estas estabilizan la economía, pero no corrigen cuellos de botella en logística, infraestructura, educación técnica ni clima de inversión.

  • Para el economista Ricardo Axuan Estrada, “la preocupación está más en el comercio que en las remesas”. Una señal de que el reto es productivo, no financiero.

Ahora qué. El cierre de 2025 deja una conclusión clara: las remesas sostienen la economía, no la transforman. El desafío para 2026 no es frenar estos flujos, sino convertirlos en capacidad productiva.

  • Sin reformas que impulsen productividad, infraestructura y exportaciones, el crecimiento seguirá dependiendo de decisiones y expectativas fuera del país.

  • Un ingreso externo compra tiempo y estabilidad. No logra desarrollo sostenible ni mayor competitividad.

  • El crecimiento puede llegar por Western Union, pero el desarrollo solo llegará cuando la economía produzca más de lo que consume.

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El crecimiento llega por Western Union

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María José Aresti
23 de diciembre, 2025

Guatemala cierra 2025 con incremento económico y estabilidad macro, pero con un dato que redefine la lectura del año: el principal impulso no vino de la producción interna. Las remesas alcanzaron niveles históricos y sostuvieron consumo, divisas y crédito, dejando una pregunta clave sobre la sostenibilidad del modelo de crecimiento.

Por qué importa. El país termina el año con una señal macroeconómica clara: el crecimiento se sostiene más por flujos externos que por capacidad productiva propia. Las divisas estabilizan consumo, tipo de cambio y crédito, pero exponen una economía que crece sin transformar su estructura.

  • Las remesas familiares alcanzan cerca del 20 % del PIB. Una proporción elevada que supera el peso de las exportaciones totales y nos coloca entre las economías más dependientes de estos flujos en la región.

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  • Este ingreso externo compensa un déficit comercial persistente, donde las importaciones son más que las exportaciones, evitando presiones cambiarias y sosteniendo el poder de compra interno durante el año.

  • El crecimiento económico de 2025 está marcado por un mayor flujo de divisas que estimula consumo y demanda interna sin modificar la base productiva.

Datos clave. El cierre de año confirma la magnitud del fenómeno: récord tras récord en ingresos por remesas, con una economía que se expande apoyada en transferencias familiares más que en comercio exterior dinámico.

  • Al 4 de diciembre se habían recibido USD 23 549M en remesas, según el BANGUAT. Un crecimiento cercano al 19 % anual, superando en más de USD 3 000M el ingreso registrado el año anterior.

  • Más del 50–60 % de las remesas se destina a consumo corriente y una fracción relevante a construcción. Esto impulsa la actividad económica, pero con bajo impacto en inversión productiva y encadenamientos.

  • Aunque la expansión se desacelerará, “las remesas seguirán creciendo, pero a un ritmo menor”, señaló Sergio Recinos, expresidente de la Junta Monetaria y del BANGUAT.

Punto de fricción. El riesgo no es que las remesas existan ni que sigan aumentando, sino que se conviertan en sustituto silencioso de una agenda productiva pendiente.

  • Guatemala no enfrenta una dependencia extrema como Honduras o El Salvador. Con todo, el umbral del 20 % del PIB marca una señal de alerta temprana sobre el modelo.

  • Estas estabilizan la economía, pero no corrigen cuellos de botella en logística, infraestructura, educación técnica ni clima de inversión.

  • Para el economista Ricardo Axuan Estrada, “la preocupación está más en el comercio que en las remesas”. Una señal de que el reto es productivo, no financiero.

Ahora qué. El cierre de 2025 deja una conclusión clara: las remesas sostienen la economía, no la transforman. El desafío para 2026 no es frenar estos flujos, sino convertirlos en capacidad productiva.

  • Sin reformas que impulsen productividad, infraestructura y exportaciones, el crecimiento seguirá dependiendo de decisiones y expectativas fuera del país.

  • Un ingreso externo compra tiempo y estabilidad. No logra desarrollo sostenible ni mayor competitividad.

  • El crecimiento puede llegar por Western Union, pero el desarrollo solo llegará cuando la economía produzca más de lo que consume.

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