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Cuando el empleo no alcanza, se migra

.
Alicia Utrera
13 de mayo, 2025

Guatemala, México y EE. UU. enfrentan una creciente desconexión laboral. Esta brecha impulsa una migración constante, ahora más calificada, formal y con impacto más allá de las remesas. La pregunta ya no es por qué migrar, sino cómo y para qué.

Por qué importa. La migración laboral ya no obedece solo a la miseria, sino que es fruto de una decisión estratégica. Hoy coexisten tres ritmos distintos de empleo, productividad y formalidad, lo que impulsa a los más calificados a irse.

  • EE. UU. ha generado más de 2M de empleos anuales desde 2021, con un promedio mensual de 170 000 nuevas plazas.

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  • Guatemala necesitaría crear al menos 1.6M de trabajos adicionales para cubrir su demanda interna esta década.

  • La brecha salarial entre países vuelve inevitable la fuga de trabajadores calificados. En EE. UU., el salario mínimo supera incluso el promedio formal guatemalteco.

Qué destacar. El nuevo migrante no es un excluido, sino alguien integrado. Muchos tienen educación, experiencia y hablan inglés, lo que revela un mercado local incapaz de retener a sus mejores perfiles.

  • Según Jorge Benavides, investigador de Fundesa, el 64 % de los guatemaltecos que migran ya tenían empleo. Muchos, en el sector formal.

  • Jóvenes entre 25 y 35 años, preparados y con proyectos propios, ahora lideran los flujos

  • Este fenómeno no solo debilita la oferta laboral local, sino que erosiona las bases de una economía formal que representa el 80 % del PIB.

Datos clave. Las remesas no solo se consumen: también se invierten, ahorran y destinan a salud, educación y emprendimientos. Reducir al migrante a emisor de divisas, omite su aporte al desarrollo local.

  • El 12.3 % de los envíos anuales —unos USD 2460M— se usan para pagar servicios médicos y educativos.

  • Un 30 % de los migrantes invierte en negocios propios o activos productivos para sus familias.

  • El costo promedio de migrar —de USD 4500 a 18 000— puede recuperarse en seis meses, incluso en esquemas irregulares.

Visto y no visto. El problema no es la migración, sino la incapacidad de propiciar condiciones para elegir quedarse. La falta de infraestructura, servicios y empleo digno sigue alimentando la salida de talento, mientras las ciudades intermedias asoman como una posibilidad si se articulan inversiones estratégicas.

  • Benavides destaca que la migración se reduce significativamente en municipios con productividad per cápita superior a USD 840.

  • Las aludidas ciudades, con un PIB per cápita de USD 1700, podrían absorber parte del flujo si se fortalecen.

  • Carla Caballeros, directora ejecutiva de la Cámara del Agro insistió en que la competitividad debe usarse para fortalecer la dignidad y los derechos.

Lo que sigue. Si Guatemala no logra gestionar la migración, seguirá perdiendo su capital humano más valioso. Urge establecer mecanismos bilaterales con EE. UU. y otros países para institucionalizar el flujo laboral. Certificar competencias y promover un modelo circular que beneficie a ambas economías.

  • Acuerdos de migración regulada, como los programas H-2A y H-2B (visas de trabajo temporal no inmigrante en EE. UU.) han mostrado resultados. Sin embargo, su alcance aún es limitado.

  • Sofía Soto, directora de DD. HH. del Ministerio de Relaciones Exteriores, reconoció que la clave está en alinear esfuerzos públicos y privados bajo estándares internacionales.

  • Convertir la migración en estrategia de desarrollo (y no en pérdida estructural) exige políticas más audaces y sostenidas en el tiempo.

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Cuando el empleo no alcanza, se migra

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Alicia Utrera
13 de mayo, 2025

Guatemala, México y EE. UU. enfrentan una creciente desconexión laboral. Esta brecha impulsa una migración constante, ahora más calificada, formal y con impacto más allá de las remesas. La pregunta ya no es por qué migrar, sino cómo y para qué.

Por qué importa. La migración laboral ya no obedece solo a la miseria, sino que es fruto de una decisión estratégica. Hoy coexisten tres ritmos distintos de empleo, productividad y formalidad, lo que impulsa a los más calificados a irse.

  • EE. UU. ha generado más de 2M de empleos anuales desde 2021, con un promedio mensual de 170 000 nuevas plazas.

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  • Guatemala necesitaría crear al menos 1.6M de trabajos adicionales para cubrir su demanda interna esta década.

  • La brecha salarial entre países vuelve inevitable la fuga de trabajadores calificados. En EE. UU., el salario mínimo supera incluso el promedio formal guatemalteco.

Qué destacar. El nuevo migrante no es un excluido, sino alguien integrado. Muchos tienen educación, experiencia y hablan inglés, lo que revela un mercado local incapaz de retener a sus mejores perfiles.

  • Según Jorge Benavides, investigador de Fundesa, el 64 % de los guatemaltecos que migran ya tenían empleo. Muchos, en el sector formal.

  • Jóvenes entre 25 y 35 años, preparados y con proyectos propios, ahora lideran los flujos

  • Este fenómeno no solo debilita la oferta laboral local, sino que erosiona las bases de una economía formal que representa el 80 % del PIB.

Datos clave. Las remesas no solo se consumen: también se invierten, ahorran y destinan a salud, educación y emprendimientos. Reducir al migrante a emisor de divisas, omite su aporte al desarrollo local.

  • El 12.3 % de los envíos anuales —unos USD 2460M— se usan para pagar servicios médicos y educativos.

  • Un 30 % de los migrantes invierte en negocios propios o activos productivos para sus familias.

  • El costo promedio de migrar —de USD 4500 a 18 000— puede recuperarse en seis meses, incluso en esquemas irregulares.

Visto y no visto. El problema no es la migración, sino la incapacidad de propiciar condiciones para elegir quedarse. La falta de infraestructura, servicios y empleo digno sigue alimentando la salida de talento, mientras las ciudades intermedias asoman como una posibilidad si se articulan inversiones estratégicas.

  • Benavides destaca que la migración se reduce significativamente en municipios con productividad per cápita superior a USD 840.

  • Las aludidas ciudades, con un PIB per cápita de USD 1700, podrían absorber parte del flujo si se fortalecen.

  • Carla Caballeros, directora ejecutiva de la Cámara del Agro insistió en que la competitividad debe usarse para fortalecer la dignidad y los derechos.

Lo que sigue. Si Guatemala no logra gestionar la migración, seguirá perdiendo su capital humano más valioso. Urge establecer mecanismos bilaterales con EE. UU. y otros países para institucionalizar el flujo laboral. Certificar competencias y promover un modelo circular que beneficie a ambas economías.

  • Acuerdos de migración regulada, como los programas H-2A y H-2B (visas de trabajo temporal no inmigrante en EE. UU.) han mostrado resultados. Sin embargo, su alcance aún es limitado.

  • Sofía Soto, directora de DD. HH. del Ministerio de Relaciones Exteriores, reconoció que la clave está en alinear esfuerzos públicos y privados bajo estándares internacionales.

  • Convertir la migración en estrategia de desarrollo (y no en pérdida estructural) exige políticas más audaces y sostenidas en el tiempo.

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