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Bajo tierra nace el desarrollo

Arte: 100ton
Alicia Utrera
23 de octubre, 2025

La minería se consolida como una industria que impulsa infraestructura, innovación y empleo formal. En Latinoamérica en general, y Guatemala en especial, el monitoreo ambiental participativo demuestra que productividad y sostenibilidad pueden coexistir. Experiencias empresariales, académicas y gubernamentales coinciden: el sector no destruye, construye desarrollo territorial.

 

Por qué importa. La minería formal es un motor económico clave. Crea empleos estables, inversión y transferencia tecnológica, al tiempo que promueve la gestión ambiental compartida entre empresa, Estado y comunidad. Este modelo rompe viejos paradigmas y convierte la confianza en un activo productivo.

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  • “El monitoreo participativo genera transparencia y legitimidad, pero la confianza se construye dentro del territorio”, señaló Santiago Correa, consultor ambiental.

 

  • En Guatemala se integran comunidades mediante redes locales que miden agua, aire y biodiversidad, creando evidencia pública sobre el cumplimiento ambiental.

 

  • A escala regional, aporta infraestructura, empleo formal y competitividad, mostrando que desarrollo y sostenibilidad no son opuestos, sino aliados estratégicos.

 

Cómo funciona. El monitoreo ambiental comunitario ha evolucionado de ser un proceso técnico a un ejercicio de gobernanza territorial. La información pertenece a la empresa. No obstante, es relevante incluir a la comunidad.

 

  • Correa explicó que los proyectos exitosos son aquellos donde la población toma su monitoreo y entiende que el problema no es la mina, sino el territorio.

 

  • En Colombia y Guatemala, los planes de participación ciudadana fortalecen la legitimidad y reducen la conflictividad, demostrando que la transparencia empresarial genera valor social.

 

  • La minería responsable impulsa capacidades técnicas locales y transforma a los pobladores en guardianes ambientales, consolidando un ecosistema donde inversión y sostenibilidad coexisten.

 

Lo indispensable. La academia juega un papel esencial en validar y traducir la información técnica hacia las comunidades, fortaleciendo la confianza pública.

 

  • “Desde 2005, la Universidad San Carlos capacitó a pobladores en monitoreo ambiental, logrando informes públicos y verificados por laboratorios internacionales”, destacó Julio Luna, director del Centro de Estudios Superiores de Energía y Minas de la facultad de Ingeniería de la USAC.

 

  • Estos procesos, desarrollados junto a proyectos mineros, involucraron a ministerios y universidades, garantizando independencia técnica y educación ambiental continua.

 

  • El resultado: asociaciones comunitarias que fiscalizan con rigor científico y consolidan una gobernanza ambiental basada en datos, no en percepciones.

 

Qué destacar. El éxito del modelo radica en combinar transparencia, empleo y desarrollo local.

 

  • “Las asociaciones de monitoreo inyectan empoderamiento, gobernanza y sentido de pertenencia”, enfatizó Raúl Recinos, consultor ambiental.

 

  • En estas estructuras, los mismos vecinos son quienes recogen datos y reportan resultados, convirtiendo el control social en motor de estabilidad.

 

  • Las empresas ganan legitimidad, las comunidades obtienen conocimiento y el Estado recibe información confiable para regular mejor. Así se obtiene una minería más técnica, humana y eficiente.

 

Ecos regionales. El ejemplo brasileño confirma que la minería puede ser una aliada del desarrollo sostenible.

 

  • Paulo Henrique Morais Do Nascimento, coordinador de Desarrollo Mineral de Rio Grande do Norte, afirmó que “sin minería no hay desarrollo”. Esta industria en diferentes estados genera más de 10 000 empleos directos.

 

  • El programa PROEDI (de Estímulo y Desarrollo Industrial por sus siglas en portugués) estimula con incentivos fiscales hasta el 95 % la inversión y la capacitación de mano de obra local.

 

  • El modelo distribuye regalías: 60 % a municipios productores, un 15 al estado, 15 a vecinos y 10 a la Federación, financiando educación, salud e infraestructura.

 

Lo que sigue. La minería sostenible se proyecta como pilar del crecimiento latinoamericano. Guatemala tiene la oportunidad de aprender de modelos regionales donde inversión, tecnología y responsabilidad social conviven.

 

  • La digitalización permitirá monitoreos en tiempo real y tableros públicos de datos ambientales.

 

  • Como queda dicho, la academia ha de fortalecer su papel como árbitro técnico.

 

  • No se trata solo de excavar tierra. Al mantener estándares de transparencia y eficiencia, el sector privado consolida la legitimidad de una industria que construye futuro. 

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Alicia Utrera
23 de octubre, 2025

La minería se consolida como una industria que impulsa infraestructura, innovación y empleo formal. En Latinoamérica en general, y Guatemala en especial, el monitoreo ambiental participativo demuestra que productividad y sostenibilidad pueden coexistir. Experiencias empresariales, académicas y gubernamentales coinciden: el sector no destruye, construye desarrollo territorial.

 

Por qué importa. La minería formal es un motor económico clave. Crea empleos estables, inversión y transferencia tecnológica, al tiempo que promueve la gestión ambiental compartida entre empresa, Estado y comunidad. Este modelo rompe viejos paradigmas y convierte la confianza en un activo productivo.

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  • “El monitoreo participativo genera transparencia y legitimidad, pero la confianza se construye dentro del territorio”, señaló Santiago Correa, consultor ambiental.

 

  • En Guatemala se integran comunidades mediante redes locales que miden agua, aire y biodiversidad, creando evidencia pública sobre el cumplimiento ambiental.

 

  • A escala regional, aporta infraestructura, empleo formal y competitividad, mostrando que desarrollo y sostenibilidad no son opuestos, sino aliados estratégicos.

 

Cómo funciona. El monitoreo ambiental comunitario ha evolucionado de ser un proceso técnico a un ejercicio de gobernanza territorial. La información pertenece a la empresa. No obstante, es relevante incluir a la comunidad.

 

  • Correa explicó que los proyectos exitosos son aquellos donde la población toma su monitoreo y entiende que el problema no es la mina, sino el territorio.

 

  • En Colombia y Guatemala, los planes de participación ciudadana fortalecen la legitimidad y reducen la conflictividad, demostrando que la transparencia empresarial genera valor social.

 

  • La minería responsable impulsa capacidades técnicas locales y transforma a los pobladores en guardianes ambientales, consolidando un ecosistema donde inversión y sostenibilidad coexisten.

 

Lo indispensable. La academia juega un papel esencial en validar y traducir la información técnica hacia las comunidades, fortaleciendo la confianza pública.

 

  • “Desde 2005, la Universidad San Carlos capacitó a pobladores en monitoreo ambiental, logrando informes públicos y verificados por laboratorios internacionales”, destacó Julio Luna, director del Centro de Estudios Superiores de Energía y Minas de la facultad de Ingeniería de la USAC.

 

  • Estos procesos, desarrollados junto a proyectos mineros, involucraron a ministerios y universidades, garantizando independencia técnica y educación ambiental continua.

 

  • El resultado: asociaciones comunitarias que fiscalizan con rigor científico y consolidan una gobernanza ambiental basada en datos, no en percepciones.

 

Qué destacar. El éxito del modelo radica en combinar transparencia, empleo y desarrollo local.

 

  • “Las asociaciones de monitoreo inyectan empoderamiento, gobernanza y sentido de pertenencia”, enfatizó Raúl Recinos, consultor ambiental.

 

  • En estas estructuras, los mismos vecinos son quienes recogen datos y reportan resultados, convirtiendo el control social en motor de estabilidad.

 

  • Las empresas ganan legitimidad, las comunidades obtienen conocimiento y el Estado recibe información confiable para regular mejor. Así se obtiene una minería más técnica, humana y eficiente.

 

Ecos regionales. El ejemplo brasileño confirma que la minería puede ser una aliada del desarrollo sostenible.

 

  • Paulo Henrique Morais Do Nascimento, coordinador de Desarrollo Mineral de Rio Grande do Norte, afirmó que “sin minería no hay desarrollo”. Esta industria en diferentes estados genera más de 10 000 empleos directos.

 

  • El programa PROEDI (de Estímulo y Desarrollo Industrial por sus siglas en portugués) estimula con incentivos fiscales hasta el 95 % la inversión y la capacitación de mano de obra local.

 

  • El modelo distribuye regalías: 60 % a municipios productores, un 15 al estado, 15 a vecinos y 10 a la Federación, financiando educación, salud e infraestructura.

 

Lo que sigue. La minería sostenible se proyecta como pilar del crecimiento latinoamericano. Guatemala tiene la oportunidad de aprender de modelos regionales donde inversión, tecnología y responsabilidad social conviven.

 

  • La digitalización permitirá monitoreos en tiempo real y tableros públicos de datos ambientales.

 

  • Como queda dicho, la academia ha de fortalecer su papel como árbitro técnico.

 

  • No se trata solo de excavar tierra. Al mantener estándares de transparencia y eficiencia, el sector privado consolida la legitimidad de una industria que construye futuro. 

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