¿Y si volteamos un poco para acá con nuestros tratados?
Contamos con herramientas que realmente con liderazgo en la región pueden ser un gran cambio y no “santificar” a los ODS ciegamente para seguir sólo siendo el patio trasero en el mundo.
La Alianza para el desarrollo sostenible (ALIDES), es un acuerdo que se firmó en 1941 entre los presidentes de Centroamérica con la finalidad de: inducir un proceso de cambio progresivo en la calidad de vida del ser humano, el crecimiento económico con equidad social, la transformación de los métodos de producción y de los patrones de consumo, sustentados en equilibrio ecológico.
En el 2001 los EE. UU. entraron al ALIDES como miembro, junto con México ha impulsado planes para Centroamérica a largo plazo. Éstos no se pueden entender sin el panorama político-económico del Plan Puebla Panamá; el Tratado de Libro Comercio entre los EE. UU. y los países centroamericanos (CAFTA), y también la República Dominicana; y el Corredor Mesoamericano. Aunque la retórica pública de estos planes pone el énfasis sobre la integración de la región, el desarrollo sostenible y el desarrollo humano, la gran mayoría (alrededor de un 97 por ciento) se ha dedicado a la construcción de infraestructura de transporte. Los países centroamericanos se han endeudado en el Banco Mundial y el Banco Interamericano para el Desarrollo debido a estos planes.
La ALIDES es una estrategia regional de coordinación y concertación de intereses, iniciativas de desarrollo, responsabilidades y armonización de derechos. Su implementación se apoya en la institucionalidad regional, apoya y fortalece el proceso de convertir el desarrollo sostenible en la estrategia y política central de los Estados y de la región en su conjunto.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como Objetivos Mundiales, se adoptaron por todos los Estados Miembros en 2015 como un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030. Promueven el crecimiento como la principal solución a la pobreza, pero esta relación es muy tenue. Si bien el PIB mundial ha crecido un 271% desde 1990, el número de personas que viven con menos de 5 dólares al día ha aumentado en más de 370 millones. Claramente, el crecimiento no está funcionando. Pensando en el mejor de los casos, si el panorama pareceriera un poco más prometedor, aun así, el 60% más pobre de la humanidad recibe solo el 5% de todos los nuevos ingresos generados por el crecimiento global.
Sorprendentemente, los ODS ofrecen pocas soluciones a muchos de los principales impulsores conocidos de la pobreza mundial. No dicen nada sobre el régimen de comercio injusto de la World Trade Organization, o los muchos acuerdos bilaterales de comercio e inversión que acuerdan los mercados globales a expensas de los países tercermundistas. De hecho, en lugar de abordar esta cuestión crucial, el Objetivo 17.10 pide una mayor liberalización del comercio y más poder para la Word Trade Organization !Promover un sistema de comercio multilateral universal, basado en normas, abierto, no discriminatorio y equitativo en el marco de la Organización Mundial del Comercio, incluso mediante la conclusión de las negociaciones con arreglo a su Programa de Doha para el Desarrollo.
En lugar de exigir el fin de la especulación financiera que ha provocado que los precios de los alimentos se disparen desde 2007, empujando a 150 millones al hambre, los ODS piden que "garanticemos el funcionamiento adecuado de los mercados de productos alimenticios". No está claro qué significa esto, pero se puede interpretar fácilmente como una mayor liberalización, que es lo que provocó la crisis alimentaria en primer lugar.
En conclusión opino que contamos con herramientas que realmente con liderazgo en la región pueden ser un gran cambio y no “santificar” a los ODS ciegamente para seguir sólo siendo el patio trasero en el mundo.
¿Y si volteamos un poco para acá con nuestros tratados?
Contamos con herramientas que realmente con liderazgo en la región pueden ser un gran cambio y no “santificar” a los ODS ciegamente para seguir sólo siendo el patio trasero en el mundo.
La Alianza para el desarrollo sostenible (ALIDES), es un acuerdo que se firmó en 1941 entre los presidentes de Centroamérica con la finalidad de: inducir un proceso de cambio progresivo en la calidad de vida del ser humano, el crecimiento económico con equidad social, la transformación de los métodos de producción y de los patrones de consumo, sustentados en equilibrio ecológico.
En el 2001 los EE. UU. entraron al ALIDES como miembro, junto con México ha impulsado planes para Centroamérica a largo plazo. Éstos no se pueden entender sin el panorama político-económico del Plan Puebla Panamá; el Tratado de Libro Comercio entre los EE. UU. y los países centroamericanos (CAFTA), y también la República Dominicana; y el Corredor Mesoamericano. Aunque la retórica pública de estos planes pone el énfasis sobre la integración de la región, el desarrollo sostenible y el desarrollo humano, la gran mayoría (alrededor de un 97 por ciento) se ha dedicado a la construcción de infraestructura de transporte. Los países centroamericanos se han endeudado en el Banco Mundial y el Banco Interamericano para el Desarrollo debido a estos planes.
La ALIDES es una estrategia regional de coordinación y concertación de intereses, iniciativas de desarrollo, responsabilidades y armonización de derechos. Su implementación se apoya en la institucionalidad regional, apoya y fortalece el proceso de convertir el desarrollo sostenible en la estrategia y política central de los Estados y de la región en su conjunto.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como Objetivos Mundiales, se adoptaron por todos los Estados Miembros en 2015 como un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030. Promueven el crecimiento como la principal solución a la pobreza, pero esta relación es muy tenue. Si bien el PIB mundial ha crecido un 271% desde 1990, el número de personas que viven con menos de 5 dólares al día ha aumentado en más de 370 millones. Claramente, el crecimiento no está funcionando. Pensando en el mejor de los casos, si el panorama pareceriera un poco más prometedor, aun así, el 60% más pobre de la humanidad recibe solo el 5% de todos los nuevos ingresos generados por el crecimiento global.
Sorprendentemente, los ODS ofrecen pocas soluciones a muchos de los principales impulsores conocidos de la pobreza mundial. No dicen nada sobre el régimen de comercio injusto de la World Trade Organization, o los muchos acuerdos bilaterales de comercio e inversión que acuerdan los mercados globales a expensas de los países tercermundistas. De hecho, en lugar de abordar esta cuestión crucial, el Objetivo 17.10 pide una mayor liberalización del comercio y más poder para la Word Trade Organization !Promover un sistema de comercio multilateral universal, basado en normas, abierto, no discriminatorio y equitativo en el marco de la Organización Mundial del Comercio, incluso mediante la conclusión de las negociaciones con arreglo a su Programa de Doha para el Desarrollo.
En lugar de exigir el fin de la especulación financiera que ha provocado que los precios de los alimentos se disparen desde 2007, empujando a 150 millones al hambre, los ODS piden que "garanticemos el funcionamiento adecuado de los mercados de productos alimenticios". No está claro qué significa esto, pero se puede interpretar fácilmente como una mayor liberalización, que es lo que provocó la crisis alimentaria en primer lugar.
En conclusión opino que contamos con herramientas que realmente con liderazgo en la región pueden ser un gran cambio y no “santificar” a los ODS ciegamente para seguir sólo siendo el patio trasero en el mundo.