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Una generación en extinción

.
Warren Orbaugh |
08 de diciembre, 2025

La generación de arquitectos que debatieron sobre el rumbo que debería tomar la arquitectura moderna después del fracaso del modernismo se está extinguiendo. Esos arquitectos que habiendo aprendido de sus maestros a cuestionar la arquitectura del pasado, cuestionaron la arquitectura de sus maestros. Enriquecieron el debate arquitectónico como no se había dado desde los años de 1920. Fueron los generadores del posmodernismo, unos de las corrientes del Neourbanismo, Clasicismo Moderno, Neotradicionalismo, y otros del Deconstructivismo y Neoexpresionismo.

El 17 de junio murió el más importante de ellos, en cuanto a generador de cuestionamientos y teorías, el luxemburgués Leon Krier. En numerosos ensayos, libros y conferencias demostró las incongruencias, contradicciones y equivocaciones del urbanismo y arquitectura modernista. Si bien es cierto que Aldo Rossi lo inició con su libro La Arquitectura de la Ciudad, donde acusa a los modernistas de rehuir la realidad del problema urbano presentando utopías absurdas como las de Archigram y Yona Friedmann, Krier fue mucho más allá, mostrando en detalle proyectos de como reconstruir la urbe para que la ciudad pueda funcionar. Y los guatemaltecos tenemos una conexión y relación directa con él, ya que sus teorías se hicieron realidad, entre otros lugares, aquí. En colaboración con los arquitectos María Fernanda Sánchez y Pedro Pablo Godoy, en lugar de hacer caseríos que solemos denominar “urbanización”, crearon en Guatemala, como hiciera Le Corbusier con Chandigahr en la India, Ciudad Cayalá.

El 27 de noviembre falleció el neoyorquino Robert Arthur Morton Stern, más conocido como Robert Stern, representante del Neourbanismo y del Clasicismo Moderno. Fue teórico importante, produciendo textos, entre estos Modern Clacissism, y filmes sobre las ideas de lo que debiera ser la urbe, entre ellos su famosa serie Pride of Place: Building the American Dream donde presentó a Peter Eisenman, Leon Krier, Phillip Johnson, Frank Gehry y otros notables arquitectos. También fue decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale, profesor en la Universidad de Columbia, así como director del Columbia's Temple Hoyne Buell Center for the Study of American Architecture.

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Stern solía decir que lo que le cambió el rumbo fue una conferencia de Philip Jonhson sobre las influencias en el diseño de su Casa de Cristal. Esa vez Johnson argumentó y demostró que la diferencia entre él y los otros arquitectos consistía en que él era consciente de sus influencias y no las negaba, mientras que sus colegas no, y terminó con la célebre frase «uno no puede no saber historia».

Recuerdo bien la primera obra que vi de Stern, aun antes de conocerlo. Fue la adición al Comedor de la Colina del Observatorio (Observatory Hill Dining Hall) en mi Alma Mater. Eran unas galerías en Orden Toscano que camuflaban y ocultaban la disonancia entre el edificio existente y el resto de los edificios de la universidad diseñada por Thomas Jefferson. Posteriormente, conocí toda su obra que se distinguía, al igual que la de Mies van der Rohe, por la excelencia en la proporción y el detallado tectónico. Entre sus obras más destacadas se encuentran Darden School of Bussines en la Universidad de Virginia, los rascacielos más altos de apartamentos en Manhattan, el 15 Central Park West, el 520 Park Avenue y 30 Park Place.

Y una semana después, el 5 de diciembre, muere el canadiense Frank Owen Goldberg, conocido como Frank Gehry. Fue, junto con Peter Eisenman, quien le sobrevivió, uno del grupo que quiso rescatar al modernismo. Inspirados en los movimientos que buscaban una arquitectura representativa del comunismo, el Constructivismo Ruso y el Expresionismo Alemán, desarrollaron el Deconstructivismo y el Neoexpresionismo. Sus obras, más esculturas que arquitectura, más formalismo que tectónica, imitan y deconstruyen edificios torcidos como los de Holstenwall, la villa presentada en el filme expresionista alemán de 1920 El gabinete del doctor Caligari que muestra un mundo distorsionado visto desde la perspectiva de un enfermo mental.

Sus mejores y más relevantes obras son el Museo Guggenheim de Bilbao que convirtió a la ciudad en un centro cultural, y la Sala de Conciertos de Walt Disney en Los Ángeles, Estados Unidos. Para el primero se inspiró en los buques que navegan en el río adyacente al sitio del edificio. Parecido a lo que hizo Jørn Utzon con su ópera en Sydney, y al igual que este creó un símbolo escultórico para la ciudad.

Para el segundo, el odeón, Gehry se inspiró para la forma escultural exterior en una rosa, la flor favorita de su cliente, Lillian Disney, y para la organización de la sala de conciertos en la Filarmónica de Berlín, diseñada por el arquitecto expresionista alemán Hans Scharoun.

Estamos siendo testigos de la extinción de una generación de grandes. Que descansen en paz.

Una generación en extinción

Warren Orbaugh |
08 de diciembre, 2025
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La generación de arquitectos que debatieron sobre el rumbo que debería tomar la arquitectura moderna después del fracaso del modernismo se está extinguiendo. Esos arquitectos que habiendo aprendido de sus maestros a cuestionar la arquitectura del pasado, cuestionaron la arquitectura de sus maestros. Enriquecieron el debate arquitectónico como no se había dado desde los años de 1920. Fueron los generadores del posmodernismo, unos de las corrientes del Neourbanismo, Clasicismo Moderno, Neotradicionalismo, y otros del Deconstructivismo y Neoexpresionismo.

El 17 de junio murió el más importante de ellos, en cuanto a generador de cuestionamientos y teorías, el luxemburgués Leon Krier. En numerosos ensayos, libros y conferencias demostró las incongruencias, contradicciones y equivocaciones del urbanismo y arquitectura modernista. Si bien es cierto que Aldo Rossi lo inició con su libro La Arquitectura de la Ciudad, donde acusa a los modernistas de rehuir la realidad del problema urbano presentando utopías absurdas como las de Archigram y Yona Friedmann, Krier fue mucho más allá, mostrando en detalle proyectos de como reconstruir la urbe para que la ciudad pueda funcionar. Y los guatemaltecos tenemos una conexión y relación directa con él, ya que sus teorías se hicieron realidad, entre otros lugares, aquí. En colaboración con los arquitectos María Fernanda Sánchez y Pedro Pablo Godoy, en lugar de hacer caseríos que solemos denominar “urbanización”, crearon en Guatemala, como hiciera Le Corbusier con Chandigahr en la India, Ciudad Cayalá.

El 27 de noviembre falleció el neoyorquino Robert Arthur Morton Stern, más conocido como Robert Stern, representante del Neourbanismo y del Clasicismo Moderno. Fue teórico importante, produciendo textos, entre estos Modern Clacissism, y filmes sobre las ideas de lo que debiera ser la urbe, entre ellos su famosa serie Pride of Place: Building the American Dream donde presentó a Peter Eisenman, Leon Krier, Phillip Johnson, Frank Gehry y otros notables arquitectos. También fue decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale, profesor en la Universidad de Columbia, así como director del Columbia's Temple Hoyne Buell Center for the Study of American Architecture.

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Stern solía decir que lo que le cambió el rumbo fue una conferencia de Philip Jonhson sobre las influencias en el diseño de su Casa de Cristal. Esa vez Johnson argumentó y demostró que la diferencia entre él y los otros arquitectos consistía en que él era consciente de sus influencias y no las negaba, mientras que sus colegas no, y terminó con la célebre frase «uno no puede no saber historia».

Recuerdo bien la primera obra que vi de Stern, aun antes de conocerlo. Fue la adición al Comedor de la Colina del Observatorio (Observatory Hill Dining Hall) en mi Alma Mater. Eran unas galerías en Orden Toscano que camuflaban y ocultaban la disonancia entre el edificio existente y el resto de los edificios de la universidad diseñada por Thomas Jefferson. Posteriormente, conocí toda su obra que se distinguía, al igual que la de Mies van der Rohe, por la excelencia en la proporción y el detallado tectónico. Entre sus obras más destacadas se encuentran Darden School of Bussines en la Universidad de Virginia, los rascacielos más altos de apartamentos en Manhattan, el 15 Central Park West, el 520 Park Avenue y 30 Park Place.

Y una semana después, el 5 de diciembre, muere el canadiense Frank Owen Goldberg, conocido como Frank Gehry. Fue, junto con Peter Eisenman, quien le sobrevivió, uno del grupo que quiso rescatar al modernismo. Inspirados en los movimientos que buscaban una arquitectura representativa del comunismo, el Constructivismo Ruso y el Expresionismo Alemán, desarrollaron el Deconstructivismo y el Neoexpresionismo. Sus obras, más esculturas que arquitectura, más formalismo que tectónica, imitan y deconstruyen edificios torcidos como los de Holstenwall, la villa presentada en el filme expresionista alemán de 1920 El gabinete del doctor Caligari que muestra un mundo distorsionado visto desde la perspectiva de un enfermo mental.

Sus mejores y más relevantes obras son el Museo Guggenheim de Bilbao que convirtió a la ciudad en un centro cultural, y la Sala de Conciertos de Walt Disney en Los Ángeles, Estados Unidos. Para el primero se inspiró en los buques que navegan en el río adyacente al sitio del edificio. Parecido a lo que hizo Jørn Utzon con su ópera en Sydney, y al igual que este creó un símbolo escultórico para la ciudad.

Para el segundo, el odeón, Gehry se inspiró para la forma escultural exterior en una rosa, la flor favorita de su cliente, Lillian Disney, y para la organización de la sala de conciertos en la Filarmónica de Berlín, diseñada por el arquitecto expresionista alemán Hans Scharoun.

Estamos siendo testigos de la extinción de una generación de grandes. Que descansen en paz.

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