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Pateando el tablero del comercio

Foto por Spencer Platt / Getty Images North America / Getty Images via AFP
Rodrigo Fernández Ordóñez |
04 de abril, 2025

Estamos viviendo, sin duda, tiempos interesantes. Las últimas medidas decretadas por el presidente Trump con relación al alza general de aranceles para ingresar al mercado estadounidense son una decisión radical, cuyo resultado es incierto. De momento podemos decir que, para salir de un partido de ajedrez especialmente complicado, decidió patear el tablero. Las cosas pueden salir muy bien para los Estados Unidos, como también pueden salir muy mal. Lo que está fuera de toda duda es que las razones esgrimidas para hacerlo son comprensibles, luego que encontrara un desorden financiero en el gobierno federal que lo tenía a punto de la quiebra, por un lado, mientras que los programas de ayuda para “el desarrollo” derrochaban dinero a manos llenas fuera de sus fronteras.

El ajuste ha sido interpretado por el mundo como desmedido y hostil, considerando que ha castigado a socios tradicionales y nuevos socios por igual. Con dispares impactos, pero a todos les ha llegado más alta o más baja la pared arancelaria. Marimaite Rayo publicaba ayer en República un interesante análisis de las ventajas que podría explotar Guatemala al recibir una barrera del 10 %, frente a otros países que recibieron tarifas mucho más altas. El análisis es interesante y abre los ojos para que los lectores no veamos, en el famoso y gastado ejemplo, el vaso medio vacío sino medio lleno.

La guerra de aranceles es una apuesta arriesgada para fortalecer a un país. Hace apenas dos días veíamos que China, Corea del Sur y Japón iniciaban rondas de conversaciones para presentar un frente común ante la agresiva política comercial del presidente Trump, en un ejemplo de los efectos de rebote que puede tener esta política. Hay que tomar en cuenta que los asiáticos tienen una forma de ver la vida completamente distinta a occidente y puede ser que las medidas “a la oriental”, le presenten a los Estados Unidos inconvenientes que no pudo o no supo evaluar mientras planteaba este encierro arancelario.

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La historia dirá si el presidente estadounidense tenía la razón o si está minando la seguridad económica de su país (…) pero, sea cualquiera la forma que tome, el mundo no será igual a partir del día en que Trump anunció, tablas en mano, el alza arancelaria general.

Por otra parte, no está claro que este tipo de medidas funcione para beneficio de la industria local. Guatemala, por dar nuestro ejemplo y solo sea para ilustrar el punto, ha recurrido a la escalada arancelaria en las dos ocasiones en que trató de fortalecer su sector industrial. La primera vez fue en 1907 y a simple vista detonó un proceso lento de industrialización liviana en el país. Pero, el historiador Paul Dosal explica que generó una “industrialización artificial”, que cuando se derrumbaron los mercados en 1929 y todos los países eliminaron sus barreras comerciales no soportó la competencia y colapsó, llevando a Guatemala a una depresión que se extendió por años y que Ubico logró estabilizar tomando medidas draconianas.

La segunda vez fue pasada la Segunda Guerra Mundial, por recomendación de la CEPAL. Raúl Prebisch había recomendado para los países centroamericanos un modelo de sustitución de importaciones, que buscaba fortalecer el sector industrial regional, para lo que sugirió la creación de un bloque común (Mercado Común Centroamericano), en el que cada país especializaría su industria y la blindaría con un alza generalizada de aranceles de importación. Los resultados no fueron los esperados y las industrias no lograron abrirse espacio en los mercados internacionales. Los centroamericanos tuvieron, en cambio, productos caros, no siempre de la mejor calidad y poco atractivos. La vuelta a la realidad fue dura tras dos décadas complicadas de duros retos sociales (1970-1980), a la que se tuvo que buscar salida mediante ventajas especiales para la inversión extranjera y otras medidas para reactivar la economía.

Trump ha insistido en que el modelo actual va a fortalecer a la industria estadounidense, activando por ejemplo el músculo automotriz y otras industrias pesadas que habían estado fugándose hacia otros países; la historia dirá si el presidente estadounidense tenía la razón o si está minando la seguridad económica de su país. Con la forma como los demás países vayan reaccionando frente al nuevo escenario del comercio podremos irnos haciendo la idea de cómo se irá viendo el mundo en adelante, pero sea cualquiera la forma que tome, el mundo no será igual a partir del día en que Trump anunció, tablas en mano, el alza arancelaria general.

Pateando el tablero del comercio

Rodrigo Fernández Ordóñez |
04 de abril, 2025
Foto por Spencer Platt / Getty Images North America / Getty Images via AFP

Estamos viviendo, sin duda, tiempos interesantes. Las últimas medidas decretadas por el presidente Trump con relación al alza general de aranceles para ingresar al mercado estadounidense son una decisión radical, cuyo resultado es incierto. De momento podemos decir que, para salir de un partido de ajedrez especialmente complicado, decidió patear el tablero. Las cosas pueden salir muy bien para los Estados Unidos, como también pueden salir muy mal. Lo que está fuera de toda duda es que las razones esgrimidas para hacerlo son comprensibles, luego que encontrara un desorden financiero en el gobierno federal que lo tenía a punto de la quiebra, por un lado, mientras que los programas de ayuda para “el desarrollo” derrochaban dinero a manos llenas fuera de sus fronteras.

El ajuste ha sido interpretado por el mundo como desmedido y hostil, considerando que ha castigado a socios tradicionales y nuevos socios por igual. Con dispares impactos, pero a todos les ha llegado más alta o más baja la pared arancelaria. Marimaite Rayo publicaba ayer en República un interesante análisis de las ventajas que podría explotar Guatemala al recibir una barrera del 10 %, frente a otros países que recibieron tarifas mucho más altas. El análisis es interesante y abre los ojos para que los lectores no veamos, en el famoso y gastado ejemplo, el vaso medio vacío sino medio lleno.

La guerra de aranceles es una apuesta arriesgada para fortalecer a un país. Hace apenas dos días veíamos que China, Corea del Sur y Japón iniciaban rondas de conversaciones para presentar un frente común ante la agresiva política comercial del presidente Trump, en un ejemplo de los efectos de rebote que puede tener esta política. Hay que tomar en cuenta que los asiáticos tienen una forma de ver la vida completamente distinta a occidente y puede ser que las medidas “a la oriental”, le presenten a los Estados Unidos inconvenientes que no pudo o no supo evaluar mientras planteaba este encierro arancelario.

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Por otra parte, no está claro que este tipo de medidas funcione para beneficio de la industria local. Guatemala, por dar nuestro ejemplo y solo sea para ilustrar el punto, ha recurrido a la escalada arancelaria en las dos ocasiones en que trató de fortalecer su sector industrial. La primera vez fue en 1907 y a simple vista detonó un proceso lento de industrialización liviana en el país. Pero, el historiador Paul Dosal explica que generó una “industrialización artificial”, que cuando se derrumbaron los mercados en 1929 y todos los países eliminaron sus barreras comerciales no soportó la competencia y colapsó, llevando a Guatemala a una depresión que se extendió por años y que Ubico logró estabilizar tomando medidas draconianas.

La segunda vez fue pasada la Segunda Guerra Mundial, por recomendación de la CEPAL. Raúl Prebisch había recomendado para los países centroamericanos un modelo de sustitución de importaciones, que buscaba fortalecer el sector industrial regional, para lo que sugirió la creación de un bloque común (Mercado Común Centroamericano), en el que cada país especializaría su industria y la blindaría con un alza generalizada de aranceles de importación. Los resultados no fueron los esperados y las industrias no lograron abrirse espacio en los mercados internacionales. Los centroamericanos tuvieron, en cambio, productos caros, no siempre de la mejor calidad y poco atractivos. La vuelta a la realidad fue dura tras dos décadas complicadas de duros retos sociales (1970-1980), a la que se tuvo que buscar salida mediante ventajas especiales para la inversión extranjera y otras medidas para reactivar la economía.

Trump ha insistido en que el modelo actual va a fortalecer a la industria estadounidense, activando por ejemplo el músculo automotriz y otras industrias pesadas que habían estado fugándose hacia otros países; la historia dirá si el presidente estadounidense tenía la razón o si está minando la seguridad económica de su país. Con la forma como los demás países vayan reaccionando frente al nuevo escenario del comercio podremos irnos haciendo la idea de cómo se irá viendo el mundo en adelante, pero sea cualquiera la forma que tome, el mundo no será igual a partir del día en que Trump anunció, tablas en mano, el alza arancelaria general.

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