Para tener resultados diferentes debemos plantear acciones distintas a las anteriores. No podemos pretender un mejor resultado si seguimos haciendo lo mismo que antes. Si estamos preocupados por la formación de los jóvenes guatemaltecos, debemos pensar en salirnos de la caja con soluciones innovadoras que busquen cambiar realmente lo que no está funcionando en el sistema educativo, y en especial en las escuelas e institutos.
Los resultados de las pruebas nacionales de graduandos de 2024 nos señalan que un 37 % de los jóvenes tiene el nivel esperado en lectura cuando concluye el ciclo Diversificado y se gradúa. Y, un 13 % alcanza el nivel esperado en matemática al terminar la secundaria. Esto es sumamente preocupante, pues es una cuarta parte de la población juvenil en edad de estudiar la que accede a la educación en el ciclo Diversificado. Y, a pesar de los esfuerzos familiares para apoyar a los estudiantes, una importante proporción de los graduados no alcanza el nivel mínimo en lectura y matemática.
El contexto que vivimos hoy día es tan distinto al del siglo pasado y, a pesar de ello, se siguen impulsando currículos, prácticas y programas diseñados para el siglo XX. Actualmente, las comunicaciones son mucho más ágiles, la disponibilidad de tecnología se ha multiplicado y se cuenta con un sinnúmero de recursos digitales para el aprendizaje, incluyendo la inteligencia artificial, IA. Este año puede denominarse como el del lanzamiento y potenciación de las herramientas basadas en IA. Los profesores, los directores y los alumnos pueden aprovechar los múltiples recursos disponibles para apuntalar el aprendizaje y el desarrollo de destrezas de matemática, lectura, ciencias, tecnología, emprendimiento, entre otras.
Si el potencial de una persona no se cultiva desde la niñez, se pierden oportunidades. La relación entre el cerebro y la inteligencia se potencia en los primeros años.
Ahora que estamos hablando de la formación de docentes, de la incorporación de tecnología en el aula y de la necesidad de contar con conectividad en los centros educativos, es clave tomar en cuenta las tendencias actuales, que deben ser tomadas en cuenta para que la educación responda a la preparación requerida por los jóvenes para ser exitosos en la vida y el mundo laboral.
Si el potencial de una persona no se cultiva desde la niñez, se pierden oportunidades. La relación entre el cerebro y la inteligencia se potencia en los primeros años. Por ello, la disponibilidad de programas para abordar la atención a la primera infancia, el combate a la desnutrición crónica y la educación pre primaria siguen siendo una prioridad en la agenda-país.
Para repensar la forma como debe plantearse la educación es clave dar una mirada a la generación Alfa, como expone Renato Opertti, experto uruguayo. Indica que los niños de dicha generación nacieron a partir de 2010. Es la generación que hoy está en las escuelas. Entre sus características están que son nativos digitales, conscientes que viven en un mundo global, son inconformistas, independientes, emprendedores y magos creativos, empapados de datos, adaptables, emocionales, entre otras.
Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo generamos prácticas educativas que conecten con esta generación. Por ello, es importante conocer las maneras de aprender de la generación alfa, para que las estrategias de enseñanza-aprendizaje sean eficaces. También es clave aprovechar las tecnologías para que los estudiantes potencien el desarrollo del cerebro. Y, un elemento central para que el sistema educativo responda a las necesidades del siglo XXI consiste en apuntalar el rol del educador como orientador, facilitador, tutor y cocreador, así como fortalecer sus competencias tecnológicas y didácticas.
Educación actualizada para jóvenes del siglo XXI
Para tener resultados diferentes debemos plantear acciones distintas a las anteriores. No podemos pretender un mejor resultado si seguimos haciendo lo mismo que antes. Si estamos preocupados por la formación de los jóvenes guatemaltecos, debemos pensar en salirnos de la caja con soluciones innovadoras que busquen cambiar realmente lo que no está funcionando en el sistema educativo, y en especial en las escuelas e institutos.
Los resultados de las pruebas nacionales de graduandos de 2024 nos señalan que un 37 % de los jóvenes tiene el nivel esperado en lectura cuando concluye el ciclo Diversificado y se gradúa. Y, un 13 % alcanza el nivel esperado en matemática al terminar la secundaria. Esto es sumamente preocupante, pues es una cuarta parte de la población juvenil en edad de estudiar la que accede a la educación en el ciclo Diversificado. Y, a pesar de los esfuerzos familiares para apoyar a los estudiantes, una importante proporción de los graduados no alcanza el nivel mínimo en lectura y matemática.
El contexto que vivimos hoy día es tan distinto al del siglo pasado y, a pesar de ello, se siguen impulsando currículos, prácticas y programas diseñados para el siglo XX. Actualmente, las comunicaciones son mucho más ágiles, la disponibilidad de tecnología se ha multiplicado y se cuenta con un sinnúmero de recursos digitales para el aprendizaje, incluyendo la inteligencia artificial, IA. Este año puede denominarse como el del lanzamiento y potenciación de las herramientas basadas en IA. Los profesores, los directores y los alumnos pueden aprovechar los múltiples recursos disponibles para apuntalar el aprendizaje y el desarrollo de destrezas de matemática, lectura, ciencias, tecnología, emprendimiento, entre otras.
Si el potencial de una persona no se cultiva desde la niñez, se pierden oportunidades. La relación entre el cerebro y la inteligencia se potencia en los primeros años.
Ahora que estamos hablando de la formación de docentes, de la incorporación de tecnología en el aula y de la necesidad de contar con conectividad en los centros educativos, es clave tomar en cuenta las tendencias actuales, que deben ser tomadas en cuenta para que la educación responda a la preparación requerida por los jóvenes para ser exitosos en la vida y el mundo laboral.
Si el potencial de una persona no se cultiva desde la niñez, se pierden oportunidades. La relación entre el cerebro y la inteligencia se potencia en los primeros años. Por ello, la disponibilidad de programas para abordar la atención a la primera infancia, el combate a la desnutrición crónica y la educación pre primaria siguen siendo una prioridad en la agenda-país.
Para repensar la forma como debe plantearse la educación es clave dar una mirada a la generación Alfa, como expone Renato Opertti, experto uruguayo. Indica que los niños de dicha generación nacieron a partir de 2010. Es la generación que hoy está en las escuelas. Entre sus características están que son nativos digitales, conscientes que viven en un mundo global, son inconformistas, independientes, emprendedores y magos creativos, empapados de datos, adaptables, emocionales, entre otras.
Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo generamos prácticas educativas que conecten con esta generación. Por ello, es importante conocer las maneras de aprender de la generación alfa, para que las estrategias de enseñanza-aprendizaje sean eficaces. También es clave aprovechar las tecnologías para que los estudiantes potencien el desarrollo del cerebro. Y, un elemento central para que el sistema educativo responda a las necesidades del siglo XXI consiste en apuntalar el rol del educador como orientador, facilitador, tutor y cocreador, así como fortalecer sus competencias tecnológicas y didácticas.