Llevamos más de 20 días con la mirada puesta en Roma y todos nos hemos convertido en vaticanistas especializados. Finalmente, a las 19:13 hora local de Roma se dio el anuncio oficial tan esperado de la elección. Fue realizado por el cardenal Dominique Mamberti, quien pronunció el tradicional “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro. “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam: Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Robertum Franciscum Sanctae Romanae EcclesiaeCardinalem Prevost, qui sibi nomen imposuit Leonem Decimum Quartum”.
Creo que todos —tanto especialistas como curiosos— fuimos a buscar a internet lo que pudiéramos encontrar del nuevo Papa. Comenzaron las conjeturas: “El primer norteamericano”, “nacionalidad peruana”, “hombre de confianza de Francisco”, “un Papa que de la unidad y del diálogo”, “está hablado de la paz”, “sensibilidad por los pobres y los marginados”, “misionero”, etc.
No conviene que nos llenemos de prejuicios y que le etiquetemos con categorías que no corresponden a un hombre que hace Dios presente en la cultura. Por otra parte, una certeza tenemos ahora mismo y es que ha escogido un nombre en continuidad con un gran Papa de la historia: León XIII.
Por eso conviene recordar quién fue Gioacchino Pecci, León XIII. Papa entre 1878 y 1903.
Su papado coincidió con una época de grandes cambios: el auge del imperialismo (1871-1914), la segunda revolución industrial y la moda de pensar que todo se podía explicar con la ciencia (lo que se conoce como positivismo científico).
León XIII heredó dos grandes problemas del papa anterior. La Iglesia Católica se encontraba muy aislada a nivel diplomático (en 1870, cuando los Estados Pontificios fueron invadidos, solo Ecuador protestó). Y, por otra parte, la cultura dominante de la época, muy racionalista y científica, miraba con desprecio al catolicismo.
León XIII, quiso romper con ese aislamiento, tanto político como cultural. Reactivo la diplomacia del Vaticano. Con la ayuda de su secretario de Estado, Mariano Rampolla (que estuvo en el cargo de 1887 a 1903 y fue uno de los primeros con funciones parecidas a las actuales), hizo varias cosas:
Negoció con Bismarck para acabar con el Kulturkampf (una política alemana contra la Iglesia); después de eso, tuvo una buena relación con el emperador Guillermo II.
Intentó mejorar las relaciones con el gobierno italiano. En Francia, promovió el ralliement, una política para que los católicos aceptaran la república. También actuó como mediador internacional: en 1885 entre Alemania y España (por las Islas Carolinas), en 1890-91 entre Bélgica y Portugal (en África), en 1895 entre Haití y República Dominicana.
Fue un Santo Padre que impulsó la cultura católica y abrió la iglesia al mundo.
En 1879, publicó la encíclica Aeterni Patris, relanzando la filosofía tomista (de Santo Tomás de Aquino).
En 1881, abrió el Archivo Secreto Vaticano a los investigadores, lo que le dio mucho prestigio en los círculos académicos. También se crearon institutos históricos nacionales en Roma y la Escuela Vaticana de Paleografía, Archivística y Diplomática.
En 1891, publicó la famosa encíclica Rerum Novarum, que marcó el inicio del pensamiento social católico.
En 1893 sacó Providentissimus Deus sobre el estudio de la Biblia y en 1902 creó la Comisión Pontificia Bíblica.
No cabe duda de que el Espíritu Santo se ha lucido una vez más y los hijos de este nuevo Padre nos llenamos de alegría.
Desde Roma al mundo: comienza el pontificado de León XIV
Llevamos más de 20 días con la mirada puesta en Roma y todos nos hemos convertido en vaticanistas especializados. Finalmente, a las 19:13 hora local de Roma se dio el anuncio oficial tan esperado de la elección. Fue realizado por el cardenal Dominique Mamberti, quien pronunció el tradicional “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro. “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam: Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Robertum Franciscum Sanctae Romanae EcclesiaeCardinalem Prevost, qui sibi nomen imposuit Leonem Decimum Quartum”.
Creo que todos —tanto especialistas como curiosos— fuimos a buscar a internet lo que pudiéramos encontrar del nuevo Papa. Comenzaron las conjeturas: “El primer norteamericano”, “nacionalidad peruana”, “hombre de confianza de Francisco”, “un Papa que de la unidad y del diálogo”, “está hablado de la paz”, “sensibilidad por los pobres y los marginados”, “misionero”, etc.
No conviene que nos llenemos de prejuicios y que le etiquetemos con categorías que no corresponden a un hombre que hace Dios presente en la cultura. Por otra parte, una certeza tenemos ahora mismo y es que ha escogido un nombre en continuidad con un gran Papa de la historia: León XIII.
Por eso conviene recordar quién fue Gioacchino Pecci, León XIII. Papa entre 1878 y 1903.
Su papado coincidió con una época de grandes cambios: el auge del imperialismo (1871-1914), la segunda revolución industrial y la moda de pensar que todo se podía explicar con la ciencia (lo que se conoce como positivismo científico).
León XIII heredó dos grandes problemas del papa anterior. La Iglesia Católica se encontraba muy aislada a nivel diplomático (en 1870, cuando los Estados Pontificios fueron invadidos, solo Ecuador protestó). Y, por otra parte, la cultura dominante de la época, muy racionalista y científica, miraba con desprecio al catolicismo.
León XIII, quiso romper con ese aislamiento, tanto político como cultural. Reactivo la diplomacia del Vaticano. Con la ayuda de su secretario de Estado, Mariano Rampolla (que estuvo en el cargo de 1887 a 1903 y fue uno de los primeros con funciones parecidas a las actuales), hizo varias cosas:
Negoció con Bismarck para acabar con el Kulturkampf (una política alemana contra la Iglesia); después de eso, tuvo una buena relación con el emperador Guillermo II.
Intentó mejorar las relaciones con el gobierno italiano. En Francia, promovió el ralliement, una política para que los católicos aceptaran la república. También actuó como mediador internacional: en 1885 entre Alemania y España (por las Islas Carolinas), en 1890-91 entre Bélgica y Portugal (en África), en 1895 entre Haití y República Dominicana.
Fue un Santo Padre que impulsó la cultura católica y abrió la iglesia al mundo.
En 1879, publicó la encíclica Aeterni Patris, relanzando la filosofía tomista (de Santo Tomás de Aquino).
En 1881, abrió el Archivo Secreto Vaticano a los investigadores, lo que le dio mucho prestigio en los círculos académicos. También se crearon institutos históricos nacionales en Roma y la Escuela Vaticana de Paleografía, Archivística y Diplomática.
En 1891, publicó la famosa encíclica Rerum Novarum, que marcó el inicio del pensamiento social católico.
En 1893 sacó Providentissimus Deus sobre el estudio de la Biblia y en 1902 creó la Comisión Pontificia Bíblica.
No cabe duda de que el Espíritu Santo se ha lucido una vez más y los hijos de este nuevo Padre nos llenamos de alegría.