Política
Política
Empresa
Empresa
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial
Videos
Videos

El mito de Prometeo y el Calentamiento Global

Warren Orbaugh
22 de febrero, 2021

La mentalidad mitológica no es científica, es literaria. Ha servido al hombre primitivo para, de alguna manera, superar el desasosiego que la incertidumbre le produce, proveyéndole algún tipo de explicación, sobre el mundo y los acontecimientos, que lo conforte. Muchas veces busca producir una catarsis que haga reflexionar al oyente para que encuentre una solución aceptable, coherente con la idea del orden lógico o ilógico de los acontecimientos divinos y humanos, que le han sido inculcados. Es «popular», no porque resulte comprensible para el público, sino porque lo consuela. 

El mito – de μυθοξ que significa relato – es pues, el medio que el hombre ha usado para sustituir su estado de insatisfacción cognitiva por un estado que considera más satisfactorio. Es una narración que responde con una explicación que el oyente acepta, a sus preguntas sobre el mundo, su origen, los fenómenos naturales y cualquier suceso para el que no tenga una explicación dada por el sentido común.

El hombre primitivo, cuando al fin entendió el principio de causalidad, lo hizo por introspección. Observó que al cerrar sus ojos dejaba de ver. Al abrirlos veía nuevamente. Observó que al beber saciaba su sed y, por tanto, que el agua tenía esa capacidad. Observó que cuando lanzaba una pelota o una piedra o una lanza, ésta se movía y pegaba en el blanco por él elegido, por tanto, comprendió que la causa de ese movimiento era él. Supuso entonces, que la causalidad era producto de la voluntad, por lo que proyectó su concepción de la causalidad como fenómeno de la voluntad propia a una voluntad divina. Así empezó a explicarse el mundo: si existe el mundo, los animales y el hombre es porque los dioses – Enlil de los sumerios, Yahweh de los israelitas, Amón Ra de los egipcios, Zeus de los helenos, Júpiter de los romanos, Wotan de los germanos, etc. – los hicieron. Si cae el rayo, es porque el dios del rayo – Enlil, Zeus, Júpiter, Thor – así quiso y lo lanzó.

SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER

Pero pronto el mito tuvo un uso más importante como medio de control político, usado por reyes y sacerdotes para manipular a las masas. Una vez el hombre descubrió que la división del trabajo y el intercambio comercial eran un medio más fecundo para sobrevivir, surgió la cooperación social y los primeros asentamientos. Éstos establecieron las condiciones necesarias para el desarrollo de las ciudades. El régimen del asentamiento es la constitución, reglamentos o forma de gobierno de un estado. Fue inventado por hombres que se concibieron a sí mismos como sacerdotes y reyes o sacerdotes-reyes, quienes eran una forma de dioses y que imitaban las acciones de los dioses que, según sus mitos, habían creado el orden. Los sacerdotes y/o reyes manejaban lo que dios había hecho. 

Era una organización social como la había hecho dios y debiera operarse así por perpetuidad. El sacerdote-rey era el que conocía las convenciones, es decir, como eran las cosas y como serían siempre. Eran los guardianes de las convenciones. También sabían lo que los dioses querían y conocían los rituales secretos que les habían enseñado los dioses. Los actos y pensamientos de los hombres no pueden cambiar lo que los dioses hacen. 

¿Y qué sucede cuando el hombre no obedece lo que el dios manda por medio de sus sacerdotes-reyes? 

La historia del diluvio, narrada primero por los sumerios en la Epopeya de Gilgamesh, nos da una idea. Dice que hubo una época en que Enlil, el más poderoso de los dioses, estaba descontento con la humanidad y decidió enviar un diluvio al que no podría sobrevivir ningún ser viviente. Pero el veredicto le pareció muy severo a Ea, un dios colega, quien en un sueño advirtió a su mortal favorito, Utnapishtim. Éste construyó una nave para sí mismo y la cargó con su familia y “la semilla de todas las criaturas vivientes … la caza del campo y todos los artesanos”. La nave capeó el temporal durante seis días y seis noches. Al séptimo día, al ir bajando las aguas, desembarcó y despidió a sus pasajeros, hombre y bestia.

¿Y cuál es el pecado por excelencia, tan grave, que requiere como castigo la aniquilación de todo?

Una pista nos la da el relato bíblico de la creación del hombre. Yahweh le dio este mandato al hombre: «de todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».  [Eloíno Nácar y Alberto Colugna, traducción directa de las lenguas originales. Sagrada biblia. “Génesis 2”. (Madrid, EDICA, 1976).]

Otra indicación nos la da el mito de Prometeo, el titán castigado por Zeus al tormento eterno por haber entregado a los hombres el fuego, que simboliza la civilización, la búsqueda del conocimiento científico y el esfuerzo del hombre por domeñar a la naturaleza para alcanzar una vida mejor.

Sí, el castigo es por su razonamiento independiente. El mensaje es: si viven como bestias, obedientes animales irracionales, adaptándose al medio ambiente, está bien; si viven como hombres independientes que razonan y modifican el medio ambiente para su beneficio, está mal y serán destruidos.

Este mensaje lo mantiene vivo el mito del “calentamiento global” esgrimido por los progres y Demócratas socialistas. Desde los años 70, los eco-histéricos socialistas vienen anunciando el fin apocalíptico del mundo debido a las acciones del hombre. Afirmaban desde entonces que nos quedaban diez años. Y cada década repetían lo mismo. Cincuenta años después, Alexandria Ocasio-Cortés, la representante Demócrata de la cámara baja, nos avisó que nos quedan doce años. Recientemente, el Demócrata John Forbes Kerry, el Enviado Especial de los Estados Unidos para el Clima, nos advirtió que nos quedan tan sólo siete años para el desastre final. 

En lo único que difiere el mito moderno del antiguo es que ahora el hombre es culpable del desastre climático, no como castigo de un dios descontento por el razonamiento independiente del humano que lo lleva a buscar los medios para disfrutar una mejor vida, sino como agente directo. Ahora el hombre tiene el poder de dios para cambiar el clima a voluntad.

Alarmados, estos progres nos chillan que vivimos una crisis sin precedente en la historia humana. Tratan de convencernos de que los humanos somos los culpables de la totalidad de la crisis. Nos urgen a abandonar la era del petróleo y a abandonar el consumo de carne. 

Pero ya vimos como fallaron en Texas los generadores de electricidad alternativos, los molinos de viento y los paneles solares que se congelaron. Los tejanos realmente han visto como su estándar de vida ha retrocedido a los niveles de los hombres de la edad media – donde no había petróleo como fuente energética – y muchos han muerto por eso. Y aquí también se oponen a la generación de electricidad en plantas hidráulicas, ¡porque las turbinas turban el agua!

También insisten en que los animales – vacas y cerdos – producen CO2, un anatema para ellos. Pero si no consumimos carne habrá más animales produciendo CO2. ¿Entonces?

El invierno en Texas esta siendo usado para justificar el mito del calentamiento global. Afirman que como los polos se han calentado, desprenden hielo que causa estas severas heladas. Pero curiosamente no pasa durante los mese cálidos, cuando la tierra está más próxima al sol y, por tanto, debería haber más desprendimientos de hielo. También insisten en que el descongelamiento subirá el nivel del mar haciendo desaparecer ciudades importantes.

Sin embargo, un punto importante es que resulta imposible establecer un ascenso o descenso del nivel del mar en el mundo, ya que la referencia terrestre se compone de costas de sumersión y de emersión. Además, el calentamiento de las aguas del mar por encima de los 4° C provoca evaporación que enfría nuevamente el agua disminuyendo cualquier expansión volumétrica previa. El calentamiento y el enfriamiento, tanto de las aguas oceánicas, como de tierra continental y de la atmósfera, son procesos cíclicos, no permanentes, reversibles, que obedecen a la rotación y traslación terrestre, y a la desigual distribución de la radiación solar sobre la Tierra. Las fotos de la Nasa que muestran las contracciones y expansiones de la masa de hielo de la Antártica muestran que esta se da en el hielo sobre el agua y no significativamente sobre el continente. El hielo que está sobre el agua no cambia las cosas al derretirse.

El CO2 no es dañino, sino por el contrario es una parte benéfica de la atmósfera. Provee alimento para las plantas. Más CO2 aumenta el crecimiento de la flora, lo que gracias a la fotosíntesis aumenta el oxígeno. Sabemos que 1 km2 de bosque o 2 km2 de pradera producen una media anual de un millar de toneladas de oxígeno. Además, los bosques consumen calor latente por evaporación, lo que reduce la temperatura ambiente.  Pueden provocar una diferencia de temperaturas de hasta 3.5 °C entre el centro de una ciudad y los barrios extendidos a lo largo de una banda de vegetación de profundidad de 50 a 100 m.  Los científicos también nos han proveído con información que dice que en época de los dinosaurios el nivel de CO2 era cerca de diez veces mayor que el de ahora. La tierra era más cálida y húmeda, con copiosa y rica vegetación. No se estaba secando ni quemando. El efecto invernadero crea un medio ambiente más cálido y húmedo. La imagen prevaleciente de un calentamiento global es innecesariamente pesimista.

Veamos el problema con la disminución de la capa de ozono. El ozono es una molécula compuesta de átomos de oxígeno (O3), que se encuentra en extremadamente pequeñas cantidades en la estratósfera. El oxígeno normal que respiramos está compuesto de dos átomos de oxígeno (O2). La capa de ozono es inestable. Sus moléculas se pueden separar formando oxígeno y un átomo libre de oxígeno. Lo que puede separarla son gases como óxidos de nitrógeno, o de hidrógeno, o cloro. Sin embargo, el ozono es creado constantemente cuando la luz solar reacciona separando la molécula (O2) en dos átomos de oxígeno, que se combinan con moléculas (O2) formando otra vez (O3). Esto sucede una y otra vez, por lo que la capa de ozono no es algo que se puede rasgar. Por eso no hay tal agujero en la capa de ozono. El nombre es una manera desafortunada de designar el fenómeno que se da entre agosto y octubre cuando la cantidad de ozono sobre la antártica baja dramáticamente. Pero lo que realmente causa la baja en la capa de ozono son los vientos del vórtice polar. Cuando se disipa el vórtice la capa vuelve a su estado anterior.

Para justificar su mito, ya no dicen que es la palabra de dios, sino la del científico. Pero la realidad es que sigue siendo un mito lleno de contradicciones resaltadas por la evidencia y nada más. Nadie ha demostrado hasta ahora que las emisiones de CO2 por los humanos causan calentamiento global. No existen los ensayos científicos que lo demuestren. El propósito de los alarmistas es la manipulación de la gente para conseguir la destrucción del Capitalismo y los beneficios que ha producido.

Lo cierto es que en la historia de la tierra el clima varía en ciclos, de épocas cálidas a épocas glaciares y luego a épocas cálidas otra vez, y así sucesivamente. Lo que controla el clima del planeta es el Sol. Y así ha sido siempre. Como dice el científico Profesor Ian Palmer de la Universidad de Cardiff, «el estudio de los ciclos climáticos indica que la tierra se dirige a una nueva era del hielo. Pretender que el hombre puede controlar e influenciar el clima del planeta es tener un inmenso ego desproporcionado a su conocimiento».

El mito de Prometeo y el Calentamiento Global

Warren Orbaugh
22 de febrero, 2021

La mentalidad mitológica no es científica, es literaria. Ha servido al hombre primitivo para, de alguna manera, superar el desasosiego que la incertidumbre le produce, proveyéndole algún tipo de explicación, sobre el mundo y los acontecimientos, que lo conforte. Muchas veces busca producir una catarsis que haga reflexionar al oyente para que encuentre una solución aceptable, coherente con la idea del orden lógico o ilógico de los acontecimientos divinos y humanos, que le han sido inculcados. Es «popular», no porque resulte comprensible para el público, sino porque lo consuela. 

El mito – de μυθοξ que significa relato – es pues, el medio que el hombre ha usado para sustituir su estado de insatisfacción cognitiva por un estado que considera más satisfactorio. Es una narración que responde con una explicación que el oyente acepta, a sus preguntas sobre el mundo, su origen, los fenómenos naturales y cualquier suceso para el que no tenga una explicación dada por el sentido común.

El hombre primitivo, cuando al fin entendió el principio de causalidad, lo hizo por introspección. Observó que al cerrar sus ojos dejaba de ver. Al abrirlos veía nuevamente. Observó que al beber saciaba su sed y, por tanto, que el agua tenía esa capacidad. Observó que cuando lanzaba una pelota o una piedra o una lanza, ésta se movía y pegaba en el blanco por él elegido, por tanto, comprendió que la causa de ese movimiento era él. Supuso entonces, que la causalidad era producto de la voluntad, por lo que proyectó su concepción de la causalidad como fenómeno de la voluntad propia a una voluntad divina. Así empezó a explicarse el mundo: si existe el mundo, los animales y el hombre es porque los dioses – Enlil de los sumerios, Yahweh de los israelitas, Amón Ra de los egipcios, Zeus de los helenos, Júpiter de los romanos, Wotan de los germanos, etc. – los hicieron. Si cae el rayo, es porque el dios del rayo – Enlil, Zeus, Júpiter, Thor – así quiso y lo lanzó.

SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER

Pero pronto el mito tuvo un uso más importante como medio de control político, usado por reyes y sacerdotes para manipular a las masas. Una vez el hombre descubrió que la división del trabajo y el intercambio comercial eran un medio más fecundo para sobrevivir, surgió la cooperación social y los primeros asentamientos. Éstos establecieron las condiciones necesarias para el desarrollo de las ciudades. El régimen del asentamiento es la constitución, reglamentos o forma de gobierno de un estado. Fue inventado por hombres que se concibieron a sí mismos como sacerdotes y reyes o sacerdotes-reyes, quienes eran una forma de dioses y que imitaban las acciones de los dioses que, según sus mitos, habían creado el orden. Los sacerdotes y/o reyes manejaban lo que dios había hecho. 

Era una organización social como la había hecho dios y debiera operarse así por perpetuidad. El sacerdote-rey era el que conocía las convenciones, es decir, como eran las cosas y como serían siempre. Eran los guardianes de las convenciones. También sabían lo que los dioses querían y conocían los rituales secretos que les habían enseñado los dioses. Los actos y pensamientos de los hombres no pueden cambiar lo que los dioses hacen. 

¿Y qué sucede cuando el hombre no obedece lo que el dios manda por medio de sus sacerdotes-reyes? 

La historia del diluvio, narrada primero por los sumerios en la Epopeya de Gilgamesh, nos da una idea. Dice que hubo una época en que Enlil, el más poderoso de los dioses, estaba descontento con la humanidad y decidió enviar un diluvio al que no podría sobrevivir ningún ser viviente. Pero el veredicto le pareció muy severo a Ea, un dios colega, quien en un sueño advirtió a su mortal favorito, Utnapishtim. Éste construyó una nave para sí mismo y la cargó con su familia y “la semilla de todas las criaturas vivientes … la caza del campo y todos los artesanos”. La nave capeó el temporal durante seis días y seis noches. Al séptimo día, al ir bajando las aguas, desembarcó y despidió a sus pasajeros, hombre y bestia.

¿Y cuál es el pecado por excelencia, tan grave, que requiere como castigo la aniquilación de todo?

Una pista nos la da el relato bíblico de la creación del hombre. Yahweh le dio este mandato al hombre: «de todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».  [Eloíno Nácar y Alberto Colugna, traducción directa de las lenguas originales. Sagrada biblia. “Génesis 2”. (Madrid, EDICA, 1976).]

Otra indicación nos la da el mito de Prometeo, el titán castigado por Zeus al tormento eterno por haber entregado a los hombres el fuego, que simboliza la civilización, la búsqueda del conocimiento científico y el esfuerzo del hombre por domeñar a la naturaleza para alcanzar una vida mejor.

Sí, el castigo es por su razonamiento independiente. El mensaje es: si viven como bestias, obedientes animales irracionales, adaptándose al medio ambiente, está bien; si viven como hombres independientes que razonan y modifican el medio ambiente para su beneficio, está mal y serán destruidos.

Este mensaje lo mantiene vivo el mito del “calentamiento global” esgrimido por los progres y Demócratas socialistas. Desde los años 70, los eco-histéricos socialistas vienen anunciando el fin apocalíptico del mundo debido a las acciones del hombre. Afirmaban desde entonces que nos quedaban diez años. Y cada década repetían lo mismo. Cincuenta años después, Alexandria Ocasio-Cortés, la representante Demócrata de la cámara baja, nos avisó que nos quedan doce años. Recientemente, el Demócrata John Forbes Kerry, el Enviado Especial de los Estados Unidos para el Clima, nos advirtió que nos quedan tan sólo siete años para el desastre final. 

En lo único que difiere el mito moderno del antiguo es que ahora el hombre es culpable del desastre climático, no como castigo de un dios descontento por el razonamiento independiente del humano que lo lleva a buscar los medios para disfrutar una mejor vida, sino como agente directo. Ahora el hombre tiene el poder de dios para cambiar el clima a voluntad.

Alarmados, estos progres nos chillan que vivimos una crisis sin precedente en la historia humana. Tratan de convencernos de que los humanos somos los culpables de la totalidad de la crisis. Nos urgen a abandonar la era del petróleo y a abandonar el consumo de carne. 

Pero ya vimos como fallaron en Texas los generadores de electricidad alternativos, los molinos de viento y los paneles solares que se congelaron. Los tejanos realmente han visto como su estándar de vida ha retrocedido a los niveles de los hombres de la edad media – donde no había petróleo como fuente energética – y muchos han muerto por eso. Y aquí también se oponen a la generación de electricidad en plantas hidráulicas, ¡porque las turbinas turban el agua!

También insisten en que los animales – vacas y cerdos – producen CO2, un anatema para ellos. Pero si no consumimos carne habrá más animales produciendo CO2. ¿Entonces?

El invierno en Texas esta siendo usado para justificar el mito del calentamiento global. Afirman que como los polos se han calentado, desprenden hielo que causa estas severas heladas. Pero curiosamente no pasa durante los mese cálidos, cuando la tierra está más próxima al sol y, por tanto, debería haber más desprendimientos de hielo. También insisten en que el descongelamiento subirá el nivel del mar haciendo desaparecer ciudades importantes.

Sin embargo, un punto importante es que resulta imposible establecer un ascenso o descenso del nivel del mar en el mundo, ya que la referencia terrestre se compone de costas de sumersión y de emersión. Además, el calentamiento de las aguas del mar por encima de los 4° C provoca evaporación que enfría nuevamente el agua disminuyendo cualquier expansión volumétrica previa. El calentamiento y el enfriamiento, tanto de las aguas oceánicas, como de tierra continental y de la atmósfera, son procesos cíclicos, no permanentes, reversibles, que obedecen a la rotación y traslación terrestre, y a la desigual distribución de la radiación solar sobre la Tierra. Las fotos de la Nasa que muestran las contracciones y expansiones de la masa de hielo de la Antártica muestran que esta se da en el hielo sobre el agua y no significativamente sobre el continente. El hielo que está sobre el agua no cambia las cosas al derretirse.

El CO2 no es dañino, sino por el contrario es una parte benéfica de la atmósfera. Provee alimento para las plantas. Más CO2 aumenta el crecimiento de la flora, lo que gracias a la fotosíntesis aumenta el oxígeno. Sabemos que 1 km2 de bosque o 2 km2 de pradera producen una media anual de un millar de toneladas de oxígeno. Además, los bosques consumen calor latente por evaporación, lo que reduce la temperatura ambiente.  Pueden provocar una diferencia de temperaturas de hasta 3.5 °C entre el centro de una ciudad y los barrios extendidos a lo largo de una banda de vegetación de profundidad de 50 a 100 m.  Los científicos también nos han proveído con información que dice que en época de los dinosaurios el nivel de CO2 era cerca de diez veces mayor que el de ahora. La tierra era más cálida y húmeda, con copiosa y rica vegetación. No se estaba secando ni quemando. El efecto invernadero crea un medio ambiente más cálido y húmedo. La imagen prevaleciente de un calentamiento global es innecesariamente pesimista.

Veamos el problema con la disminución de la capa de ozono. El ozono es una molécula compuesta de átomos de oxígeno (O3), que se encuentra en extremadamente pequeñas cantidades en la estratósfera. El oxígeno normal que respiramos está compuesto de dos átomos de oxígeno (O2). La capa de ozono es inestable. Sus moléculas se pueden separar formando oxígeno y un átomo libre de oxígeno. Lo que puede separarla son gases como óxidos de nitrógeno, o de hidrógeno, o cloro. Sin embargo, el ozono es creado constantemente cuando la luz solar reacciona separando la molécula (O2) en dos átomos de oxígeno, que se combinan con moléculas (O2) formando otra vez (O3). Esto sucede una y otra vez, por lo que la capa de ozono no es algo que se puede rasgar. Por eso no hay tal agujero en la capa de ozono. El nombre es una manera desafortunada de designar el fenómeno que se da entre agosto y octubre cuando la cantidad de ozono sobre la antártica baja dramáticamente. Pero lo que realmente causa la baja en la capa de ozono son los vientos del vórtice polar. Cuando se disipa el vórtice la capa vuelve a su estado anterior.

Para justificar su mito, ya no dicen que es la palabra de dios, sino la del científico. Pero la realidad es que sigue siendo un mito lleno de contradicciones resaltadas por la evidencia y nada más. Nadie ha demostrado hasta ahora que las emisiones de CO2 por los humanos causan calentamiento global. No existen los ensayos científicos que lo demuestren. El propósito de los alarmistas es la manipulación de la gente para conseguir la destrucción del Capitalismo y los beneficios que ha producido.

Lo cierto es que en la historia de la tierra el clima varía en ciclos, de épocas cálidas a épocas glaciares y luego a épocas cálidas otra vez, y así sucesivamente. Lo que controla el clima del planeta es el Sol. Y así ha sido siempre. Como dice el científico Profesor Ian Palmer de la Universidad de Cardiff, «el estudio de los ciclos climáticos indica que la tierra se dirige a una nueva era del hielo. Pretender que el hombre puede controlar e influenciar el clima del planeta es tener un inmenso ego desproporcionado a su conocimiento».

¿Quiere recibir notificaciones de alertas?