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Alternativas

Carolina Castellanos
24 de julio, 2020

La RAE define alternativa como “opción entre dos o más cosas”.  Si le damos un poco de pensamiento al asunto, de pronto la conclusión es que lo único que no tiene alternativa es la muerte. Para lo demás, hay opciones. Viables o no, mejores o peores, pero  las hay.

¿Cuál, o cuáles, serían las alternativas para la libertad? La respuesta obvia es el encierro. Éste puede ser físico y mental. Nelson Mandela pasó treinta años de su vida sin libertad física, tiempo durante el cual creó un mundo diferente para su país, pero en su mente. Hay tantos escritos y  mensajes de este gran hombre, que sorprende que los haya concebido en el encierro físico. Cuando logró salir, dedicó el resto de su vida a hacer realidad todo aquello que creó.

Llevamos más de cuatro meses encerrados parcialmente. Las quejas y reclamos abundan, justificadamente o no, en cuanto a esa pérdida de libertades para circular, trabajar, asistir a los lugares de culto, a salir a tomar el tradicional cafecito sea por trabajo o amistad, etc.  Me pregunto: ¿había alguna otra alternativa a la pérdida de estas libertades? He hecho este planteamiento en diversos foros y no hemos encontrado la respuesta.  La única que surgió era no encerrarnos y así generar esa inmunidad en masa.  El costo de esto era enormemente alto en vidas humanas.

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La verdadera pregunta es ¿realmente perdimos nuestras libertades?  Yo, amante de la libertad, me veo en un mundo que nos encerró físicamente (parcialmente) pero con mi libertad de sentir, de vivir a plenitud a pesar de las limitaciones y, por sobre todo, a pensar, opinar, escribir, trabajar, comunicarme con quien quiera. La tecnología nos ha permitido hacer muchísimas cosas. Sé que mi realidad no es la de todos en cuanto al trabajo.  Sin embargo, muchos han logrado reinventarse.

Todo esto nos ha llevado a la otra gran pregunta: ¿salud o economía? La respuesta es ¡ambos! El balance es clave pero lo es más el tiempo. Al inicio se privilegió la salud y seguirá así. Pero ya toca inclinar la balanza hacia la economía pues, de lo contrario, será muy difícil seguir privilegiando la salud si no hay recursos económicos. Me temo que ahora, cuando abundan los contagios y los fallecimientos, necesitamos salir a trabajar, sin limitaciones.

Pero, ¿qué hay de diferente ahora? Todos hemos vivido esas precariedades en el sistema de salud, aún cuando siempre se han tenido los recursos.  El problema es que han sido utilizados para pagar bonos a los más de cuarenta sindicatos en el Ministerio de Salud y para sacar de la pobreza a quienes han trabajado allí, a lo largo y ancho del país, robando a manos llenas. 

¿Cuál es entonces la alternativa? A la libertad, no la hay pero es una condición tan grande de la vida humana que, aún en el encierro, limitados y restringidos, la tenemos.  A todo lo demás, excepto la muerte, sí las hay.  

La más importante de las libertades es la de expresión y ésta ha estado “viento en popa”. Ha sido ultrajada, mancillada y abusada. Han abundado comentarios, insultos, ataques a quien opina diferente, acusaciones de todo tipo sin evidencias que lo respalden. Se ha caído en libertinaje (libertad sin responsabilidad) pues muchas de estas cosas han surgido de cuentas con nombres ficticios, precisamente para evitar consecuencias. 

¿Cuál era la alternativa? ¡Proponer! ¡Dar ideas de cómo ir resolviendo las cosas! Sugerir mejores rutas a las decisiones tomadas. No vimos esto, para nada. Tampoco vimos mensajes de motivación para seguir adelante (excepto al inicio). Se vale quejarse, alegar, oponerse, criticar, etc.  Pero también se vale ser propositivos.

Estaremos obligados a usar mascarilla por un buen tiempo.  ¿Es eso una limitación a nuestra libertad? No lo creo. Será como usar muletas o un cabestrillo. La alternativa es no usarla violando el derecho a la salud de los demás.  Individualmente podemos elegir correr el riesgo y enfermarnos, pero no podemos quitarle ese derecho a otros. 

Pronto seremos libres físicamente otra vez.  Se irán reduciendo las limitaciones de todo tipo y podremos transitar, trabajar, ir de compras y regresar a la “vida normal”. La libertad de pensar, de crear utilizando nuestras capacidades intelectuales, de proponer soluciones a tanta problemática que ha surgido a lo largo de esta difícil etapa que nos ha tocado vivir, seguirá intacta. 

Alternativas

Carolina Castellanos
24 de julio, 2020

La RAE define alternativa como “opción entre dos o más cosas”.  Si le damos un poco de pensamiento al asunto, de pronto la conclusión es que lo único que no tiene alternativa es la muerte. Para lo demás, hay opciones. Viables o no, mejores o peores, pero  las hay.

¿Cuál, o cuáles, serían las alternativas para la libertad? La respuesta obvia es el encierro. Éste puede ser físico y mental. Nelson Mandela pasó treinta años de su vida sin libertad física, tiempo durante el cual creó un mundo diferente para su país, pero en su mente. Hay tantos escritos y  mensajes de este gran hombre, que sorprende que los haya concebido en el encierro físico. Cuando logró salir, dedicó el resto de su vida a hacer realidad todo aquello que creó.

Llevamos más de cuatro meses encerrados parcialmente. Las quejas y reclamos abundan, justificadamente o no, en cuanto a esa pérdida de libertades para circular, trabajar, asistir a los lugares de culto, a salir a tomar el tradicional cafecito sea por trabajo o amistad, etc.  Me pregunto: ¿había alguna otra alternativa a la pérdida de estas libertades? He hecho este planteamiento en diversos foros y no hemos encontrado la respuesta.  La única que surgió era no encerrarnos y así generar esa inmunidad en masa.  El costo de esto era enormemente alto en vidas humanas.

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La verdadera pregunta es ¿realmente perdimos nuestras libertades?  Yo, amante de la libertad, me veo en un mundo que nos encerró físicamente (parcialmente) pero con mi libertad de sentir, de vivir a plenitud a pesar de las limitaciones y, por sobre todo, a pensar, opinar, escribir, trabajar, comunicarme con quien quiera. La tecnología nos ha permitido hacer muchísimas cosas. Sé que mi realidad no es la de todos en cuanto al trabajo.  Sin embargo, muchos han logrado reinventarse.

Todo esto nos ha llevado a la otra gran pregunta: ¿salud o economía? La respuesta es ¡ambos! El balance es clave pero lo es más el tiempo. Al inicio se privilegió la salud y seguirá así. Pero ya toca inclinar la balanza hacia la economía pues, de lo contrario, será muy difícil seguir privilegiando la salud si no hay recursos económicos. Me temo que ahora, cuando abundan los contagios y los fallecimientos, necesitamos salir a trabajar, sin limitaciones.

Pero, ¿qué hay de diferente ahora? Todos hemos vivido esas precariedades en el sistema de salud, aún cuando siempre se han tenido los recursos.  El problema es que han sido utilizados para pagar bonos a los más de cuarenta sindicatos en el Ministerio de Salud y para sacar de la pobreza a quienes han trabajado allí, a lo largo y ancho del país, robando a manos llenas. 

¿Cuál es entonces la alternativa? A la libertad, no la hay pero es una condición tan grande de la vida humana que, aún en el encierro, limitados y restringidos, la tenemos.  A todo lo demás, excepto la muerte, sí las hay.  

La más importante de las libertades es la de expresión y ésta ha estado “viento en popa”. Ha sido ultrajada, mancillada y abusada. Han abundado comentarios, insultos, ataques a quien opina diferente, acusaciones de todo tipo sin evidencias que lo respalden. Se ha caído en libertinaje (libertad sin responsabilidad) pues muchas de estas cosas han surgido de cuentas con nombres ficticios, precisamente para evitar consecuencias. 

¿Cuál era la alternativa? ¡Proponer! ¡Dar ideas de cómo ir resolviendo las cosas! Sugerir mejores rutas a las decisiones tomadas. No vimos esto, para nada. Tampoco vimos mensajes de motivación para seguir adelante (excepto al inicio). Se vale quejarse, alegar, oponerse, criticar, etc.  Pero también se vale ser propositivos.

Estaremos obligados a usar mascarilla por un buen tiempo.  ¿Es eso una limitación a nuestra libertad? No lo creo. Será como usar muletas o un cabestrillo. La alternativa es no usarla violando el derecho a la salud de los demás.  Individualmente podemos elegir correr el riesgo y enfermarnos, pero no podemos quitarle ese derecho a otros. 

Pronto seremos libres físicamente otra vez.  Se irán reduciendo las limitaciones de todo tipo y podremos transitar, trabajar, ir de compras y regresar a la “vida normal”. La libertad de pensar, de crear utilizando nuestras capacidades intelectuales, de proponer soluciones a tanta problemática que ha surgido a lo largo de esta difícil etapa que nos ha tocado vivir, seguirá intacta. 

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