El título de este artículo es la frase de moda. La usan publicistas, mercadólogos, empresarios, emprendedores, consultores, etc. Ya casi es de uso coloquial. No es malo ni negativo, para nada. De hecho, además de transmitir novedades comerciales y tecnológicas y motivarnos a comprarlas o a implementarlas, busca hacernos caer en el hecho de que nada, o casi nada, volverá a ser igual. ¿Será así?
Mi primera reacción ante este análisis es ¡por supuesto! Ni modo, solo el hecho de llevar 90 días en cuarentena nos ha obligado a cambiar significativamente nuestra forma de vida. La pregunta ya no es si volveremos al pasado cuando todo vuelva a esa nueva normalidad sino cómo será eso que supuestamente será nuevo.
Muchas conferencias y promociones apuestan a esto. Ven difícil que todo vuelva a ser igual. Además, tratan de predecir cómo será eso nuevo. Las búsquedas de información en Google, las tendencias de compras y productos de consumo, las publicaciones en redes sociales y el mismo uso de éstas, ya muestran cambios significativos en lo que conocimos alguna vez como nuestra forma de vida.
Sin embargo, lo nuevo ya llegó. Esperar a que termine la cuarentena en Guatemala y a nivel mundial solo hará que posterguemos decisiones y acciones. Por ejemplo, el coronavirus estará presente hasta que haya una vacuna así que, en el momento que se termine la cuarentena, no habrá mayores cambios en cuanto a las medidas de higiene.
Las empresas ya tuvieron que adaptarse a nuevos canales de distribución, implementación de servicio a domicilio, nuevos productos y servicios, etc. Esto es muy positivo. No hay que esperar a esa “nueva normalidad”; ya está aquí. Esos productos y servicios seguirán vigentes pues los consumidores ya nos adaptamos a ellos y hasta nos gustó.
¿Qué otro cambio esperamos ver en ese “futuro nuevo”? Nuevas tecnologías, más formas de bajar de peso, educación virtual, cambio en las preferencias en cuanto a productos y servicios, etc. ¡Todo eso ya llegó! Por supuesto que la innovación y el desarrollo continuarán, como siempre ha sido, pero seguir esperando a ver qué nos trae ese “nuevo” futuro es irreal.
Yo anticipaba disminución en el tráfico pero no, aún estamos en cuarentena y ya casi volvió a lo “normal”. Esperaba también ver más solidaridad; solo la hubo al inicio de la pandemia. Soñaba con la conversión, aunque fuera diminuta, de los políticos, especialmente del Congreso quienes, ante un país en pedazos, olvidaran sus diferencias y pensaran en cómo sacar a Guatemala adelante. Se limitaron a endeudarnos hasta el cuello y ni un solo minuto pensaron en cómo facilitarle la vida a las empresas, que es de donde sale su jugoso salario.
Hubiera querido que la burocracia a cargo de dar los salarios por suspensión de trabajadores y el bono familiar, agilizaran la tramitología. Reconozco que es primer gobierno que decide ayudar, de forma directa, a las empresas y a los trabajadores. Pero, a la fecha hay miles de personas que esperaban ese apoyo y no lo han obtenido, a pesar de los esfuerzos incansables de algunos pocos funcionarios.
Esta era la oportunidad de hacer cambios importantes en reducción del tamaño del gobierno con la “excusa” de requerir ese dinero para la emergencia. No lo hubo ni lo habrá. También deberíamos estar trayendo empresas a invertir en Guatemala pues hay muchos países en peores condiciones, además de China, que se ha vuelto el país de donde hay que salir. La inversión genera empleos y si algo urge ahorita es eso. Si hay más empleos, se incrementa el consumo de todo tipo de productos y servicios y eso echa a andar la rueda positiva del crecimiento y el desarrollo.
Así que la nueva normalidad no es tan nueva, ni lo será para la gran mayoría. Reconozco y felicito a las muchas empresas, pequeños negocios y emprendimientos que han sabido adaptarse o reinventarse. Dejaron de quejarse y de esperar esa ayuda que nunca llegó, eso nuevo que no llegará y aceptaron lo que siempre hemos sabido: es nuestro propio esfuerzo, creatividad, deseo de salir adelante, empeño y ganas de mejorar nuestra calidad de vida un poquito cada día, lo que motiva el desarrollo.
El título de este artículo es la frase de moda. La usan publicistas, mercadólogos, empresarios, emprendedores, consultores, etc. Ya casi es de uso coloquial. No es malo ni negativo, para nada. De hecho, además de transmitir novedades comerciales y tecnológicas y motivarnos a comprarlas o a implementarlas, busca hacernos caer en el hecho de que nada, o casi nada, volverá a ser igual. ¿Será así?
Mi primera reacción ante este análisis es ¡por supuesto! Ni modo, solo el hecho de llevar 90 días en cuarentena nos ha obligado a cambiar significativamente nuestra forma de vida. La pregunta ya no es si volveremos al pasado cuando todo vuelva a esa nueva normalidad sino cómo será eso que supuestamente será nuevo.
Muchas conferencias y promociones apuestan a esto. Ven difícil que todo vuelva a ser igual. Además, tratan de predecir cómo será eso nuevo. Las búsquedas de información en Google, las tendencias de compras y productos de consumo, las publicaciones en redes sociales y el mismo uso de éstas, ya muestran cambios significativos en lo que conocimos alguna vez como nuestra forma de vida.
Sin embargo, lo nuevo ya llegó. Esperar a que termine la cuarentena en Guatemala y a nivel mundial solo hará que posterguemos decisiones y acciones. Por ejemplo, el coronavirus estará presente hasta que haya una vacuna así que, en el momento que se termine la cuarentena, no habrá mayores cambios en cuanto a las medidas de higiene.
Las empresas ya tuvieron que adaptarse a nuevos canales de distribución, implementación de servicio a domicilio, nuevos productos y servicios, etc. Esto es muy positivo. No hay que esperar a esa “nueva normalidad”; ya está aquí. Esos productos y servicios seguirán vigentes pues los consumidores ya nos adaptamos a ellos y hasta nos gustó.
¿Qué otro cambio esperamos ver en ese “futuro nuevo”? Nuevas tecnologías, más formas de bajar de peso, educación virtual, cambio en las preferencias en cuanto a productos y servicios, etc. ¡Todo eso ya llegó! Por supuesto que la innovación y el desarrollo continuarán, como siempre ha sido, pero seguir esperando a ver qué nos trae ese “nuevo” futuro es irreal.
Yo anticipaba disminución en el tráfico pero no, aún estamos en cuarentena y ya casi volvió a lo “normal”. Esperaba también ver más solidaridad; solo la hubo al inicio de la pandemia. Soñaba con la conversión, aunque fuera diminuta, de los políticos, especialmente del Congreso quienes, ante un país en pedazos, olvidaran sus diferencias y pensaran en cómo sacar a Guatemala adelante. Se limitaron a endeudarnos hasta el cuello y ni un solo minuto pensaron en cómo facilitarle la vida a las empresas, que es de donde sale su jugoso salario.
Hubiera querido que la burocracia a cargo de dar los salarios por suspensión de trabajadores y el bono familiar, agilizaran la tramitología. Reconozco que es primer gobierno que decide ayudar, de forma directa, a las empresas y a los trabajadores. Pero, a la fecha hay miles de personas que esperaban ese apoyo y no lo han obtenido, a pesar de los esfuerzos incansables de algunos pocos funcionarios.
Esta era la oportunidad de hacer cambios importantes en reducción del tamaño del gobierno con la “excusa” de requerir ese dinero para la emergencia. No lo hubo ni lo habrá. También deberíamos estar trayendo empresas a invertir en Guatemala pues hay muchos países en peores condiciones, además de China, que se ha vuelto el país de donde hay que salir. La inversión genera empleos y si algo urge ahorita es eso. Si hay más empleos, se incrementa el consumo de todo tipo de productos y servicios y eso echa a andar la rueda positiva del crecimiento y el desarrollo.
Así que la nueva normalidad no es tan nueva, ni lo será para la gran mayoría. Reconozco y felicito a las muchas empresas, pequeños negocios y emprendimientos que han sabido adaptarse o reinventarse. Dejaron de quejarse y de esperar esa ayuda que nunca llegó, eso nuevo que no llegará y aceptaron lo que siempre hemos sabido: es nuestro propio esfuerzo, creatividad, deseo de salir adelante, empeño y ganas de mejorar nuestra calidad de vida un poquito cada día, lo que motiva el desarrollo.