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El síndrome de Hubris

Redacción
17 de noviembre, 2020

El síndrome de Hubris es un desorden de personalidad adquirido por la posición de poder que se encuentra una persona y que suele afectar a algunos políticos. Cuando un político sufre de este síndrome suelen convertirse en una persona narcisista que cree que todo gira alrededor de él y por lo tanto terminan viendo la política como un espacio en donde pueden ejercer su poder y buscar la gloria.

El concepto Hubris proviene de la palabra hybris que en griego significa “desmesura” y que fue un concepto utilizado por ellos para describir a personas que se habían “endiosado”, provocando la ira de los dioses y por lo cual eran castigados por medio de la diosa de la venganza “Némesis”. Varios autores se han referido al síndrome de Hubris para explicar el actuar de políticos como George Bush, Tony Blair, Cristina Kirchner, Rafael Correa e incluso Adolf Hitler o Joseph Stalin. 

En la actualidad, nuestros países latinoamericanos no están siendo ajenos a las consecuencias de tener líderes con este síndrome. En Brasil, Jair Bolsonaro cree que está por encima de una enfermedad que ha causado la muerte de millones de personas. En El Salvador, Nayib Bukele piensa que las personas están constantemente conspirando en su contra y ha llegado al punto de crear un periódico de gobierno para contar “la verdad”, o mejor dicho su verdad. 

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Quedé impactado cuando vi un video de Nayib Bukele caminando en una alfombra roja como si no pudiera pisar el mismo suelo que pisamos todos los demás mortales, rodeado de soldados para hacer énfasis en su poder, mientras se dirigía hacia una reunión en la cuál se iba a abordar la emergencia de la tormenta Eta mientras sonaba la canción de Viva la Vida de Coldplay. Estoy seguro de que muchas personas como yo, al haber visto el video, lo primero que pensaron es que el presidente está enfermo de poder. 

El síndrome de Hubris tiene consecuencias negativas para nuestras incipientes democracias. Un líder político que sufre de este síndrome puede llegar a tomar decisiones que atenten contra la libertad de las personas o incluso contra la vida de sus opositores. También pueden tomar decisiones contrarias a la alternabilidad en poder, creyendo que deben perpetuarse para evitar que su poder termine y que los “otros” ganen. 

El camino al autoritarismo no es tan marcado como se piensa, suele ser gradual y progresivo y no de un día para otro como ocurría antes cuando había un golpe de estado. Comienza con decisiones que van minando el balance de poderes, la libertad de las personas y la capacidad de organización y balance de la sociedad. Pasa por el agrandamiento del culto a la personalidad del líder, muchas veces a través del populismo. Y termina por el rompimiento de los limites constitucionales al poder. 

En Latinoamérica no solo estamos sufriendo las consecuencias de fenómenos climáticos o epidemiológicos sino también de fenómenos políticos producto de los desordenes psicológicos de nuestros líderes. La lucha contra al autoritarismo debe hacerse a diario, fiscalizando al actuar de los políticos y denunciando cualquier abuso que por más pequeño que sea podría alimentar el ego de los líderes y llevándolos a cometer violaciones aún mas grandes. No dejemos que el síndrome de Hubris se apodere de nuestros políticos.

El síndrome de Hubris

Redacción
17 de noviembre, 2020

El síndrome de Hubris es un desorden de personalidad adquirido por la posición de poder que se encuentra una persona y que suele afectar a algunos políticos. Cuando un político sufre de este síndrome suelen convertirse en una persona narcisista que cree que todo gira alrededor de él y por lo tanto terminan viendo la política como un espacio en donde pueden ejercer su poder y buscar la gloria.

El concepto Hubris proviene de la palabra hybris que en griego significa “desmesura” y que fue un concepto utilizado por ellos para describir a personas que se habían “endiosado”, provocando la ira de los dioses y por lo cual eran castigados por medio de la diosa de la venganza “Némesis”. Varios autores se han referido al síndrome de Hubris para explicar el actuar de políticos como George Bush, Tony Blair, Cristina Kirchner, Rafael Correa e incluso Adolf Hitler o Joseph Stalin. 

En la actualidad, nuestros países latinoamericanos no están siendo ajenos a las consecuencias de tener líderes con este síndrome. En Brasil, Jair Bolsonaro cree que está por encima de una enfermedad que ha causado la muerte de millones de personas. En El Salvador, Nayib Bukele piensa que las personas están constantemente conspirando en su contra y ha llegado al punto de crear un periódico de gobierno para contar “la verdad”, o mejor dicho su verdad. 

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El síndrome de Hubris tiene consecuencias negativas para nuestras incipientes democracias. Un líder político que sufre de este síndrome puede llegar a tomar decisiones que atenten contra la libertad de las personas o incluso contra la vida de sus opositores. También pueden tomar decisiones contrarias a la alternabilidad en poder, creyendo que deben perpetuarse para evitar que su poder termine y que los “otros” ganen. 

El camino al autoritarismo no es tan marcado como se piensa, suele ser gradual y progresivo y no de un día para otro como ocurría antes cuando había un golpe de estado. Comienza con decisiones que van minando el balance de poderes, la libertad de las personas y la capacidad de organización y balance de la sociedad. Pasa por el agrandamiento del culto a la personalidad del líder, muchas veces a través del populismo. Y termina por el rompimiento de los limites constitucionales al poder. 

En Latinoamérica no solo estamos sufriendo las consecuencias de fenómenos climáticos o epidemiológicos sino también de fenómenos políticos producto de los desordenes psicológicos de nuestros líderes. La lucha contra al autoritarismo debe hacerse a diario, fiscalizando al actuar de los políticos y denunciando cualquier abuso que por más pequeño que sea podría alimentar el ego de los líderes y llevándolos a cometer violaciones aún mas grandes. No dejemos que el síndrome de Hubris se apodere de nuestros políticos.

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