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La importancia de razonar bien el voto

Warren Orbaugh
05 de agosto, 2019

Se acercan las elecciones para decidir quien será el presidente para el próximo período. Habrá alguno que disgustado con la oferta política piense que da lo mismo quien gane, y por eso, es mejor no votar. Sin embargo recordemos que estamos condenados a elegir. El no elegir ya es una elección. Y por tanto no podemos escapar a ser responsables de nuestra elección, sea la que sea.

Estamos siendo testigos de cómo hay quienes quieren que el Estado de Guatemala se encamine hacia ser un Estado totalitarista, donde nuestra calidad de ciudadanos –persona con derechos individuales, no sometida a otro– cambie al de ser siervos –persona sometida totalmente a la autoridad de otra. 

Vimos como un congreso con una agenda, impulsada y presionada por la UNE, CICIG y gobiernos extranjeros, reformó la ley electoral sin darse cuenta del gravísimo error que cometían. Prácticamente se dispararon en el pie. Las restricciones a que se vieron sometidos, (por ellos mismos aprobadas), caen en lo ilógico y ridículo: ¡poner sólo ocho vallas en todo el país para anunciarse! ¡No poder pactar su publicidad con quien quieran!  ¡No poder opinar ni explicar sus ideas cuando quieran y en cualquier medio! ¡Limitar la libre expresión de los ciudadanos! etc.

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¿Qué clase de vida política tiene un pueblo donde los posibles candidatos no pueden discutir ni hacer públicas sus ideas cuando les venga en gana?

¿Qué clase de vida política tiene un pueblo si el candidato que quiere convencernos de que sus propuestas son las mejores, no puede hacerlo todo el tiempo, pues eso lo descalifica para ser candidato por “campaña anticipada”? ¡Qué diferente es en los Estados Unidos de Norteamérica en donde los candidatos viven en campaña continua!

¿Cómo van han hacer los ciudadanos para conocer realmente a los candidatos y sus ideas –necesario para decidir a quien elegir –si estos se encuentran legalmente amordazados?

Casi podríamos decir que esta campaña electoral es la “campaña del silencio”.

¿Y a quién benefició esta inusual campaña, producto de la nueva ley y propia de comedia del absurdo? Pues a los candidatos más conocidos, los alcaldes en funciones y los candidatos que quedaron para segunda vuelta. ¿Y cómo no iba a ser así? Los candidatos nuevos no tuvieron ni el tiempo ni los medios para darse a conocer, como se estableció en dicha reforma a la ley, producto de la cobardía y negligencia de varios diputados y de la manipulación de los interesados en favorecer a la UNE.

No actuemos de mala fe. No pretendamos engañarnos nosotros mismos. Los políticos no tienen objetivos distintos a los del resto de ciudadanos. No son unos ángeles venidos del cielo que hacen a un lado sus intereses para servir los del pueblo. Realmente no les interesa mejorar el estado económico de los guatemaltecos. No importa lo que digan ni lo que prometan. Como usted y como yo, quieren maximizar su felicidad. Y la forma de hacerlo es manteniéndose en el poder. Para eso tratan de conseguir el 51% de los votos. 

La UNE, el partido miembro de la Internacional Socialista (https://www.socialistinternational.org/about-us/members/), ya tiene mayoría en el Congreso, controla la mayoría de municipalidades, controla juzgados y salas en el Organismo Judicial, la Corte Suprema y la Corte de Constitucionalidad. ¿Será conveniente darle también el control del Organismo Ejecutivo, de la Presidencia y por ende del Ejército?

Como ciudadanos gozamos del derecho a la vida –a vivir nuestro personal proyecto de vida; al derecho de libertad –a actuar de acuerdo a nuestro mejor juicio; y al derecho de propiedad –a hacer con nuestros bienes lo que consideremos conveniente. El derecho de libertad incluye la libertad de expresión, es decir, de opinar y decir lo que nos venga en gana sin ser perseguidos por ello. La función del Estado es proteger al ciudadano de aquellos que pretendan violar sus derechos, como está prescrito en el Artículo Segundo de la Constitución que reza:

Artículo 2°.- Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. (Énfasis mío).

¿Queremos poner en riesgo nuestra libertad? Si un partido tiene el control total del Gobierno podrá llevar su agenda a donde quiera sin oposición alguna.  Y hemos visto que la agenda de los socialistas allegados a la UNE, ahora en el poder, no contempla proteger la libertad del ciudadano ni el desarrollo económico del país. Ya se idearon un sistema para destruir al país: uno de ellos o una ONG afín solicita un amparo a la CC, (pasándole la pelota para que pueda jugar a la política), habilitándola para emitir resoluciones que hacen a Guatemala incumplir sus contratos con empresas internacionales –los casos de las mineras, por ejemplo– quedando así, ante los ojos del mundo, como una partida de estafadores, alejando toda posibilidad de inversión de capital extranjero, con la consecuencia de crear mayor desempleo. Los ciudadanos que no encuentran oportunidades tratan de emigrar ilegalmente a los Estados Unidos de Norteamérica –no a Cuba ni Nicaragua ni a Venezuela– para ver si mejoran su condición económica. 

Cuando el Gobierno del Presidente Morales –al que han tratado de botar desde el segundo día después de ser elegido –negocia unas condiciones para que los campesinos puedan emigrar legalmente con visa de trabajo temporal, que aliviaría su sufrimiento por mejorar económicamente, esta trinca infernal, mediante el mismo trillado sistema, interviniendo en los demás poderes, pretende impedir dicho acuerdo. Y después de haber hecho lo que pueden para mantener al pueblo en la pobreza, pretenden conseguir los votos necesarios para mantenerse en el poder mediante dádivas de bolsas solidarias.

La excusa que aducen para intervenir e impedirle actuar al actual Gobierno es que éste es el peor gobierno de la historia de Guatemala. Yo los reto a que prueben que ha sido peor que el del Patriota de Otto Pérez Molina o peor que el de la UNE de Álvaro Colom o peor que el del FRG de Alfonso Portillo o peor que el del MAS de Serrano Elías o peor que el de la Democracia Cristiana de Vinicio Cerezo. En realidad no tienen excusa sino agenda política. 

Las malas leyes, aquellas que perjudican a la mayoría y benefician a unos pocos, pasan porque el costo de detenerlas para los afectados es muy alto y el beneficio para los interesados es muy alto. El costo para usted como afectado consiste en darse cuenta de que hay una ley a ser votada, leer o investigar o averiguar lo que se está considerando, leer la propuesta de ley y decidir al final si piensa que es buena para usted o mala para usted, para decidir si la respalda o trata de detenerla, levantarse de su silla e ir a manifestar su opinión y regresar a casa. Todo eso es costoso, en términos de tiempo y de dinero. Pero para la minoría que se beneficia a costa suya, el beneficio hace rentable la inversión de tiempo y dinero para lograr que la mala ley sea aprobada. Así hemos visto como pequeños grupos de presión, financiados por extranjeros –con sus propias agendas– cabildean y presionan para conseguir privilegios que los demás debemos pagar –como los resarcimientos, por ejemplo.

Si un partido político tiene todo el poder, dado que oponerse a cualquier mala ley que quieran pasar e implementar será muy costoso para el ciudadano, podrá hacer lo que le venga en gana. Por eso es mejor distribuir el poder, para que no teniendo una agenda en común, haya oposición a leyes macabras. Esa es la función de distribuir el poder entre diversos partidos. Esa es la única protección, menos costosa, que tenemos.

Por eso, para que la UNE no goce de todo el poder es necesario votar por el Dr. Giammattei. Decidir no votar es apoyar a que la UNE tenga el control total y quien así decida no podrá evadir el hecho de que es responsable de ese apoyo. Si después no le gustan las consecuencias de un poder totalitario, no tendrá justificación para quejarse.

PIENSE BIEN SUVOTO.


La importancia de razonar bien el voto

Warren Orbaugh
05 de agosto, 2019

Se acercan las elecciones para decidir quien será el presidente para el próximo período. Habrá alguno que disgustado con la oferta política piense que da lo mismo quien gane, y por eso, es mejor no votar. Sin embargo recordemos que estamos condenados a elegir. El no elegir ya es una elección. Y por tanto no podemos escapar a ser responsables de nuestra elección, sea la que sea.

Estamos siendo testigos de cómo hay quienes quieren que el Estado de Guatemala se encamine hacia ser un Estado totalitarista, donde nuestra calidad de ciudadanos –persona con derechos individuales, no sometida a otro– cambie al de ser siervos –persona sometida totalmente a la autoridad de otra. 

Vimos como un congreso con una agenda, impulsada y presionada por la UNE, CICIG y gobiernos extranjeros, reformó la ley electoral sin darse cuenta del gravísimo error que cometían. Prácticamente se dispararon en el pie. Las restricciones a que se vieron sometidos, (por ellos mismos aprobadas), caen en lo ilógico y ridículo: ¡poner sólo ocho vallas en todo el país para anunciarse! ¡No poder pactar su publicidad con quien quieran!  ¡No poder opinar ni explicar sus ideas cuando quieran y en cualquier medio! ¡Limitar la libre expresión de los ciudadanos! etc.

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¿Qué clase de vida política tiene un pueblo si el candidato que quiere convencernos de que sus propuestas son las mejores, no puede hacerlo todo el tiempo, pues eso lo descalifica para ser candidato por “campaña anticipada”? ¡Qué diferente es en los Estados Unidos de Norteamérica en donde los candidatos viven en campaña continua!

¿Cómo van han hacer los ciudadanos para conocer realmente a los candidatos y sus ideas –necesario para decidir a quien elegir –si estos se encuentran legalmente amordazados?

Casi podríamos decir que esta campaña electoral es la “campaña del silencio”.

¿Y a quién benefició esta inusual campaña, producto de la nueva ley y propia de comedia del absurdo? Pues a los candidatos más conocidos, los alcaldes en funciones y los candidatos que quedaron para segunda vuelta. ¿Y cómo no iba a ser así? Los candidatos nuevos no tuvieron ni el tiempo ni los medios para darse a conocer, como se estableció en dicha reforma a la ley, producto de la cobardía y negligencia de varios diputados y de la manipulación de los interesados en favorecer a la UNE.

No actuemos de mala fe. No pretendamos engañarnos nosotros mismos. Los políticos no tienen objetivos distintos a los del resto de ciudadanos. No son unos ángeles venidos del cielo que hacen a un lado sus intereses para servir los del pueblo. Realmente no les interesa mejorar el estado económico de los guatemaltecos. No importa lo que digan ni lo que prometan. Como usted y como yo, quieren maximizar su felicidad. Y la forma de hacerlo es manteniéndose en el poder. Para eso tratan de conseguir el 51% de los votos. 

La UNE, el partido miembro de la Internacional Socialista (https://www.socialistinternational.org/about-us/members/), ya tiene mayoría en el Congreso, controla la mayoría de municipalidades, controla juzgados y salas en el Organismo Judicial, la Corte Suprema y la Corte de Constitucionalidad. ¿Será conveniente darle también el control del Organismo Ejecutivo, de la Presidencia y por ende del Ejército?

Como ciudadanos gozamos del derecho a la vida –a vivir nuestro personal proyecto de vida; al derecho de libertad –a actuar de acuerdo a nuestro mejor juicio; y al derecho de propiedad –a hacer con nuestros bienes lo que consideremos conveniente. El derecho de libertad incluye la libertad de expresión, es decir, de opinar y decir lo que nos venga en gana sin ser perseguidos por ello. La función del Estado es proteger al ciudadano de aquellos que pretendan violar sus derechos, como está prescrito en el Artículo Segundo de la Constitución que reza:

Artículo 2°.- Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. (Énfasis mío).

¿Queremos poner en riesgo nuestra libertad? Si un partido tiene el control total del Gobierno podrá llevar su agenda a donde quiera sin oposición alguna.  Y hemos visto que la agenda de los socialistas allegados a la UNE, ahora en el poder, no contempla proteger la libertad del ciudadano ni el desarrollo económico del país. Ya se idearon un sistema para destruir al país: uno de ellos o una ONG afín solicita un amparo a la CC, (pasándole la pelota para que pueda jugar a la política), habilitándola para emitir resoluciones que hacen a Guatemala incumplir sus contratos con empresas internacionales –los casos de las mineras, por ejemplo– quedando así, ante los ojos del mundo, como una partida de estafadores, alejando toda posibilidad de inversión de capital extranjero, con la consecuencia de crear mayor desempleo. Los ciudadanos que no encuentran oportunidades tratan de emigrar ilegalmente a los Estados Unidos de Norteamérica –no a Cuba ni Nicaragua ni a Venezuela– para ver si mejoran su condición económica. 

Cuando el Gobierno del Presidente Morales –al que han tratado de botar desde el segundo día después de ser elegido –negocia unas condiciones para que los campesinos puedan emigrar legalmente con visa de trabajo temporal, que aliviaría su sufrimiento por mejorar económicamente, esta trinca infernal, mediante el mismo trillado sistema, interviniendo en los demás poderes, pretende impedir dicho acuerdo. Y después de haber hecho lo que pueden para mantener al pueblo en la pobreza, pretenden conseguir los votos necesarios para mantenerse en el poder mediante dádivas de bolsas solidarias.

La excusa que aducen para intervenir e impedirle actuar al actual Gobierno es que éste es el peor gobierno de la historia de Guatemala. Yo los reto a que prueben que ha sido peor que el del Patriota de Otto Pérez Molina o peor que el de la UNE de Álvaro Colom o peor que el del FRG de Alfonso Portillo o peor que el del MAS de Serrano Elías o peor que el de la Democracia Cristiana de Vinicio Cerezo. En realidad no tienen excusa sino agenda política. 

Las malas leyes, aquellas que perjudican a la mayoría y benefician a unos pocos, pasan porque el costo de detenerlas para los afectados es muy alto y el beneficio para los interesados es muy alto. El costo para usted como afectado consiste en darse cuenta de que hay una ley a ser votada, leer o investigar o averiguar lo que se está considerando, leer la propuesta de ley y decidir al final si piensa que es buena para usted o mala para usted, para decidir si la respalda o trata de detenerla, levantarse de su silla e ir a manifestar su opinión y regresar a casa. Todo eso es costoso, en términos de tiempo y de dinero. Pero para la minoría que se beneficia a costa suya, el beneficio hace rentable la inversión de tiempo y dinero para lograr que la mala ley sea aprobada. Así hemos visto como pequeños grupos de presión, financiados por extranjeros –con sus propias agendas– cabildean y presionan para conseguir privilegios que los demás debemos pagar –como los resarcimientos, por ejemplo.

Si un partido político tiene todo el poder, dado que oponerse a cualquier mala ley que quieran pasar e implementar será muy costoso para el ciudadano, podrá hacer lo que le venga en gana. Por eso es mejor distribuir el poder, para que no teniendo una agenda en común, haya oposición a leyes macabras. Esa es la función de distribuir el poder entre diversos partidos. Esa es la única protección, menos costosa, que tenemos.

Por eso, para que la UNE no goce de todo el poder es necesario votar por el Dr. Giammattei. Decidir no votar es apoyar a que la UNE tenga el control total y quien así decida no podrá evadir el hecho de que es responsable de ese apoyo. Si después no le gustan las consecuencias de un poder totalitario, no tendrá justificación para quejarse.

PIENSE BIEN SUVOTO.


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