Suponga que es Director de la Policía Nacional (PNC) en Guatemala. La PNC está siendo depurada para limpiar décadas de corrupción, además de carecer del equipo necesario para hacer frente a un crimen organizado muy bien armado. Las cárceles, como “el infiernito” que albergan a los reos de más alta peligrosidad, han tenido desde hace muchos años, áreas que son “tierras de nadie” dónde la ley del mas asesino impera y la autoridad no puede ni poner un pié. Me permito recordarles, como ejemplo, que recientemente, a un repartidor de agua filtrada lo asesinaron los mareros al ingresar al área que dominaban en la cárcel de la zona 18.
En ese contexto se produce una revuelta en “el Infiernito” y la PNC debe afrontarla. Lógico, se produce un tiroteo, y hay muertos. A los grupos de derechos humanos les hubiera gustado que las autoridades entraran con café y champurradas, a dialogar civilizadamente con los señores asesinos. Me encantaría ver a esos defensores enfrentar a esos engendros con papeles y no armas en mano.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de entonces decidió que se trataba de un caso de “abuso de autoridad” y eligió perseguir a todas las autoridades del ramo especialmente al Ministro de Gobernación, Carlos Vielmann y al Director de la PNC, Erwin Sperisen. Vielmann salió libre de culpa en España en el 2017. Sperisen lleva dos cadenas perpetuas en Suiza.
Sperisen, ciudadano suizo y guatemalteco, ante el evidente riesgo de ser asesinado en prisión en Guatemala y debido a amenazas recibidas contra sus hijos, decide irse a Suiza dónde su esposa servía a Guatemala como diplomático y por ende, tenía inmunidad tanto para ella como para su esposo e hijos. No se si Erwin decidió renunciar a su inmunidad diplomática, para someterse a la justicia suiza. Durante más o menos un año vivió en paz en Suiza, mientras en Guatemala la CICIG recababa pruebas en su contra. Como cualquiera de nosotros, podría asumir que en Suiza la justicia sería más objetiva, eficiente, y sobre todo, más justa que en Guatemala. Cual ha sido la sorpresa de todos cuando se enfrentó a un tribunal ideológico y subjetivo, que no permitió a la defensa presentar pruebas ni testigos (ni siquiera del ex Presidente de Guatemala Oscar Berger) y en cambio, aceptó testimonios en falso, como el de un francés asesino convicto que cambió su versión tres veces diciendo que Sperisen dio un tiro de gracia a un reo cuando en la exhumación se ve que el craneo no sufrió impacto alguno. O la declaración de una señora quien firmó su declaración extraída por la CICIG, en francés, declarando que Erwin asesinó a su hijo, reo que murió en la revuelta. Ella luego declara que firmó un papel para que “le dieran un dinerito por la muerte de su hijo”, es decir, ni sabía que era una acusación contra Sperisen. Este hallazgo no fue admitido en juicio.
Para rematarla, Bertossa, uno de los fiscales en el caso contra Sperisen es hijo de uno de los fundadores de Tira, una de las partes que acusan a Sperisen.
El caso Sperisen es pues, un claro ejemplo del grado extremo de hipocresía que impera en Suiza. Hablan de derechos humanos y los violan descaradamente. El Estado de Guatemala debiera explorar el llevar este caso ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya y demandar a Suiza por daños contra un ciudadano guatemalteco y su familia.
La Corte Internacional de Justicia, conocida como “La Haya” por localizarse en el Palacio de la Paz en La Haya, Holanda, es el brazo judicial de Naciones Unidas al cual Guatemala y Suiza están adscritos. El Artículo 93 de la Carta de Naciones Unidas dice que los 193 Miembros de la ONU están automáticamente sujetos a los estatutos de la Corte. Dato curioso, los Estados Unidos se retiraron a raíz del caso que perdieron contra Nicaragua, Irán-Contras, y ahora se sólo aceptan caso por caso. Volviendo al tema, Suiza es pues sujeta a la jurisdicción de la Corte desde 1948 y Guatemala desde su ingreso a la ONU.
De acuerdo a la Corte Internacional de Justicia, un Estado soberano puede, en representación de un ciudadano, denunciar a otro Estado soberano por abusos cometidos contra ese ciudadano. Las decisiones de la CIJ son finales y no son sujetas a apelación. Guatemala debiera demandar a Suiza por faltas a los derechos humanos de Erwin Sperisen, como ciudadano guatemalteco, y por daños y perjuicios sufridos por la familia Sperisen, y requerir un resarcimiento de los Suizos para la familia y para sufragar todos los gastos del Estado derivados del proceso. Suiza es un Estado soberano que ha faltado al debido proceso en varias formas, y que mantiene a un hombre de un metro noventa en una celda de dos metros por dos metros, dejándolo ver el sol una hora una vez a la semana, censurando cuanto lee, y sólo le permiten interactuar con otro ser humano durante 3 horas a la semana. El resto del tiempo ni los guardias le dirigen la palabra. Lo tienen lavando inodoros y la ropa de todos los presos africanos.
Urge que Guatemala se ponga las pilas y demande a Suiza con todo. Sentar un precedente es importante ya que hoy es Erwin, mañana será otro. Y cuantos no han sufrido lo mismo en China, en diversas prisiones árabes, africanas y asiáticas, porque los Estados no actúan.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
Suponga que es Director de la Policía Nacional (PNC) en Guatemala. La PNC está siendo depurada para limpiar décadas de corrupción, además de carecer del equipo necesario para hacer frente a un crimen organizado muy bien armado. Las cárceles, como “el infiernito” que albergan a los reos de más alta peligrosidad, han tenido desde hace muchos años, áreas que son “tierras de nadie” dónde la ley del mas asesino impera y la autoridad no puede ni poner un pié. Me permito recordarles, como ejemplo, que recientemente, a un repartidor de agua filtrada lo asesinaron los mareros al ingresar al área que dominaban en la cárcel de la zona 18.
En ese contexto se produce una revuelta en “el Infiernito” y la PNC debe afrontarla. Lógico, se produce un tiroteo, y hay muertos. A los grupos de derechos humanos les hubiera gustado que las autoridades entraran con café y champurradas, a dialogar civilizadamente con los señores asesinos. Me encantaría ver a esos defensores enfrentar a esos engendros con papeles y no armas en mano.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) de entonces decidió que se trataba de un caso de “abuso de autoridad” y eligió perseguir a todas las autoridades del ramo especialmente al Ministro de Gobernación, Carlos Vielmann y al Director de la PNC, Erwin Sperisen. Vielmann salió libre de culpa en España en el 2017. Sperisen lleva dos cadenas perpetuas en Suiza.
Sperisen, ciudadano suizo y guatemalteco, ante el evidente riesgo de ser asesinado en prisión en Guatemala y debido a amenazas recibidas contra sus hijos, decide irse a Suiza dónde su esposa servía a Guatemala como diplomático y por ende, tenía inmunidad tanto para ella como para su esposo e hijos. No se si Erwin decidió renunciar a su inmunidad diplomática, para someterse a la justicia suiza. Durante más o menos un año vivió en paz en Suiza, mientras en Guatemala la CICIG recababa pruebas en su contra. Como cualquiera de nosotros, podría asumir que en Suiza la justicia sería más objetiva, eficiente, y sobre todo, más justa que en Guatemala. Cual ha sido la sorpresa de todos cuando se enfrentó a un tribunal ideológico y subjetivo, que no permitió a la defensa presentar pruebas ni testigos (ni siquiera del ex Presidente de Guatemala Oscar Berger) y en cambio, aceptó testimonios en falso, como el de un francés asesino convicto que cambió su versión tres veces diciendo que Sperisen dio un tiro de gracia a un reo cuando en la exhumación se ve que el craneo no sufrió impacto alguno. O la declaración de una señora quien firmó su declaración extraída por la CICIG, en francés, declarando que Erwin asesinó a su hijo, reo que murió en la revuelta. Ella luego declara que firmó un papel para que “le dieran un dinerito por la muerte de su hijo”, es decir, ni sabía que era una acusación contra Sperisen. Este hallazgo no fue admitido en juicio.
Para rematarla, Bertossa, uno de los fiscales en el caso contra Sperisen es hijo de uno de los fundadores de Tira, una de las partes que acusan a Sperisen.
El caso Sperisen es pues, un claro ejemplo del grado extremo de hipocresía que impera en Suiza. Hablan de derechos humanos y los violan descaradamente. El Estado de Guatemala debiera explorar el llevar este caso ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya y demandar a Suiza por daños contra un ciudadano guatemalteco y su familia.
La Corte Internacional de Justicia, conocida como “La Haya” por localizarse en el Palacio de la Paz en La Haya, Holanda, es el brazo judicial de Naciones Unidas al cual Guatemala y Suiza están adscritos. El Artículo 93 de la Carta de Naciones Unidas dice que los 193 Miembros de la ONU están automáticamente sujetos a los estatutos de la Corte. Dato curioso, los Estados Unidos se retiraron a raíz del caso que perdieron contra Nicaragua, Irán-Contras, y ahora se sólo aceptan caso por caso. Volviendo al tema, Suiza es pues sujeta a la jurisdicción de la Corte desde 1948 y Guatemala desde su ingreso a la ONU.
De acuerdo a la Corte Internacional de Justicia, un Estado soberano puede, en representación de un ciudadano, denunciar a otro Estado soberano por abusos cometidos contra ese ciudadano. Las decisiones de la CIJ son finales y no son sujetas a apelación. Guatemala debiera demandar a Suiza por faltas a los derechos humanos de Erwin Sperisen, como ciudadano guatemalteco, y por daños y perjuicios sufridos por la familia Sperisen, y requerir un resarcimiento de los Suizos para la familia y para sufragar todos los gastos del Estado derivados del proceso. Suiza es un Estado soberano que ha faltado al debido proceso en varias formas, y que mantiene a un hombre de un metro noventa en una celda de dos metros por dos metros, dejándolo ver el sol una hora una vez a la semana, censurando cuanto lee, y sólo le permiten interactuar con otro ser humano durante 3 horas a la semana. El resto del tiempo ni los guardias le dirigen la palabra. Lo tienen lavando inodoros y la ropa de todos los presos africanos.
Urge que Guatemala se ponga las pilas y demande a Suiza con todo. Sentar un precedente es importante ya que hoy es Erwin, mañana será otro. Y cuantos no han sufrido lo mismo en China, en diversas prisiones árabes, africanas y asiáticas, porque los Estados no actúan.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo